Capitulo 1: Adiós.

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Una pequeña brisa entra por la ventana de mi habitación, es fresca, siempre es lindo despertar con algo así. Rayos de luz tenues de una mañana fría me acarician la cara y unas partículas de polvo danzan frente a mi. Supongo que es la ventaja de vivir en el piso veintiuno del edificio, solo el sonido del viento, los pájaros y... la radio de papá en la sala.

-Dios... creo que debo limpiar mi cuarto algún día. - Con una pequeña sonrisa, suena mi voz áspera y apenas entendible.

Estiro mis pies por toda la cama para sentir que mi pie izquierdo esta sin cubrir por la cobija, rápidamente meto mi pie, pero a la vez disfrutando esa frescura que me dejo ese pequeño descuido. Ya un poco mas despierto, me doy la vuelta sobre mi reloj de mesa, para darme cuenta que son las 7:14 am. Cierro los ojos, con cierta seguridad de que aun tengo tiempo para dormir un poco mas. Un aroma a comida recién preparada invade mi habitación.

>Seguro papá ya se levantó a cocinar, debería ayudarlo< me sugiero, mientras subo la cobija hasta tenerla a la altura de mi cuello.

Abro los ojos lentamente con dificultad. Algo suena sutilmente a lo lejos, es la canción que papá dijo que bailó con mamá en su boda.

>Aún sigo sin creer que ya tiene un año que te fuiste má. Se que papá se hace el fuerte por mi, pero a veces lo escucho llorar en su habitación antes de dormir. Aún recuerdo que en esa mañana me dijiste que sentías que yo había nacido para algo especial, no entendí muy bien a que te referías, pero cuando te perdimos, prometí que te haría sentir orgulloso de mi y haría todo lo posible por ser alguien que la gente recuerde por siempre< me mencionó, mientras mis ojos se cierran evitando que las lagrimas encuentren una forma de salir.

>Aunque últimamente siento que no tengo un propósito, pero no quiero fallarle a papá... ni tampoco a ti< me digo sinceramente, mientras aprieto muy fuerte la cobija con mis manos.

La cocina en acción y la música de papá suena de fondo muy sutilmente. Unos momentos en silencio, hacen que mi respiración suene mas fuerte de lo normal. Se siente mucha paz y tranquilidad, me gusta.

>¡Espera, hoy es el día del examen!< recordé mientras mis ojos se abrían instantáneamente a la vez que mi corazón palpitaba tan fuerte que me empezó a doler el pecho.

Peleando con las cobijas por liberarme, termino cayendo al piso. Un dolor invade mi hombro, haciéndome soltar un pequeño quejido. Una vez libre, saco de mi cajón de ropa lo primero que veo, como si escarbara entre la arena en búsqueda de un tesoro. Todo esta desordenado, entre todo el mar de ropa que hay en mi cajón, puedo ver que aun hay prendas de cuando tenia 10 años.

-Mientras no me ponga mi playera de la primaria, todo bien, cualquier cosa sirve- digo tratando de convencerme y tranquilizarme.

Mi mano encuentra a su paso una playera gris muy grande, a lo que rápidamente mi mente imagina la combinación perfecta: una sudadera negra, unos pantalones negros y mis tenis nuevos. Casi de inmediato encuentro las prendas a la vez que me cambio de ropa, al mismo momento escucho que unos pasos se acercan a mi puerta, una voz rasposa y calurosa suena del otro lado.

-Hijo, ¿ya estas despierto?- pregunta mi papá

-¡Ah! Este... si, ya voy, dame un segundo- digo agitado mientras intento meter mis pies en los tenis.

-Se que te da pena que te pregunte esto pero, ¿te volviste a caer de la cama?- dice mi papá conteniéndose de reír.

-¿De la cama?-me pregunto susurrando -¿que?, ¡no!, solo se me cayo el teléfono- contesto levantando la voz, para que no escuche todo lo que hago en mi cuarto.

Me quedo un momento viendo a mi habitación, buscando la pieza final: mi sudadera de la suerte. Es una sudadera negra simple, pero que compramos mi mamá y yo para ir combinados en nuestro cumpleaños. Si, cumplimos el mismo día.

LA VIDA ES UNA MENTIRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora