Capitulo 2: Naturaleza humana.

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Una luz rojiza ilumina el cielo en su ultimo momento del sol. Huele a hierro. La cara me arde. Tengo algo en los ojos, no puedo abrirlos bien. Al limpiar mis ojos y levantarme, puedo notar que mi ropa, mi cabello y hasta donde alcanzo a ver, están llenas de sangre. Las nauseas me invaden y el dolor hace que me arrodille para vomitar, me arde la garganta y mi siento agotado. Al terminar de vomitar, comienzo a darme cuenta del silencio que hay alrededor, solo escucho el sonido del fuego y el viento. Es como si la gente hubiera desaparecido. Desaparecido... papá.

-¿Pa...?- dije casi susurrando, deseando que de alguna forma milagrosa respondiera.

Los ojos se me llenan de lagrimas, mi cuerpo se desvanece por revivir esa imagen en mi mente. Arrodillado, mi cabeza toca el piso, mi cuerpo se siente desconcertado. >¿Qué hare ahora?< En un instante mi cuerpo es atraído hacia atrás con tanta fuerza que me hace caer sentado, apenas toco el piso con mi trasero, soy arrastrado por un momento a un arbusto y antes de que pueda reincorporarme o saber que pasa, una mano tapa mi boca.

-Shhh, no estamos solos.- dijo una mujer que no reconozco -Pensé que estabas muerto... no me malentiendas, estas lleno de sangre y no te movías estando tirado a la mitad de la calle.- continuó diciéndome casi susurrando.

Pisadas y gritos se escuchan a lo lejos, cada vez se acercan más. La mujer y yo nos quedamos callados viendo hacia la calle donde provienen esos sonidos. Rápidamente una persona da vuelta en la calle donde estamos, continua corriendo, incluso después de casi caerse frente a nosotros. Unos pasos se acercan de donde salió esta persona, son dos hombres, uno de ellos levanta ambas manos apuntando con una pistola, dispara y falla. El otro hombre se ríe y le dice algo, lo empuja y le quita el arma para luego el disparar casi al instante dos veces seguidas. Dentro del arbusto en el que estábamos no podemos ver bien alrededor, pero si escuchamos el cuerpo caer en seco contra el piso, unos segundos después, unas risas de los hombres. Mi corazón late tan fuerte otra vez, siento que estoy inmóvil, mi cuerpo no quiere responder por el miedo, solo siento una gota de sudor fría que recorre todo mi rostro hasta mi quijada. Los hombres corren hacia el cuerpo, sacan algo de sus bolsas y después patean el cuerpo enojados. Parece que el pobre tipo no traía nada de valor. Los dos hombres se van corriendo. Suelto un suspiro entrecortado.

-Tranquilo, se han ido, pero debemos irnos rápido, la gente entro en caos y todos se están matando por las cosas.- dijo brevemente, mientras ayudaba a levantarme.

-¿Qué esta pasando?- dije sin pensar y desorientado.

-¿Qué? ¿No has visto esa cosa del cielo?- me preguntó confundida -Mira, vámonos, no te puedo dejar aquí, mi hija esta escondida a dos calles de aquí, si quieres venir, bien, pero si no reaccionas y te mueves ahora, te tendré que dejar.- me confesó mientras tomaba mi brazo sin respuesta mía.

Apenas puedo sentir que sujeta mi brazo. Los latidos aun los escucho en mi cabeza, pero cada vez van disminuyendo. El viento golpea mi rostro, se siente fresco. Un apretón en el brazo me hace regresar en mi, la mujer me mira preocupada.

-Niño, perdóname, pero tengo una hija que cuidar, cuídate much...- dijo hasta que la interrumpí.

-Vamos.- dije sin siquiera pensarlo. >No quiero estar solo<

Me sonríe y comienza a caminar hacia un árbol. La sigo por detrás. Ella brinca, esto me hace mirar arriba y ver que hay una mochila atorada entre las ramas. Luego de un par de intentos, logra alcanzar la mochila y bajarla, se coloca la mochila.

-Si ponía la mochila a la vista, alguien hubiera robado la comida de hoy.- Ríe mientras me lo dice, tratando de romper el hielo. -Es verdad, me llamo María, pero dime Mary, suena menos a señora.- dice sonriendo y comienza a caminar.

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⏰ Última actualización: Dec 11, 2023 ⏰

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