Don't Break My Heart

I

El mar.

Las palmeras.

Bajé la ventana para sentir la brisa caliente de la playa, mis piernas no paraban de temblar de los nervios y sentía que podría vomitar el corazón en cualquier momento. The Sign de Ace of Base comenzó a sonar en la radio, mamá subió todo el volúmen.
Desde el divorcio con mi padre había escuchado I Will Survive tantas veces cómo para que al segundo día de mudarnos con la abuela, ésta le prohibiera volver a escuchar canciones de rompimiento bajo su techo. Entonces aprovechaba cualquier momento en el que no estuviera mi abuela cerca para escuchar canciones de los ochentas sobre separaciones.

—I got a new life you would hardly recognize me I'm so glad. —Comenzó a cantar.

Reí.
—¿A caso sabes las letras de todas las canciones de los ochentas?

—Apuesta tú pequeño trasero a que sí.

Ambos reímos.

—O bueno, por lo menos las populares —Admitió.

Paré de reír cuando un autobús escolar pasó a un lado, entonces mi tensión regresó.

—¿Estas nervioso? —Preguntó.

Mi frente estaba llena de sudor y el corazón me latía muy rápido, sin embargo exhalé y contesté:

—Solo un poco.

Sonrió y me acercó la caja de pañuelos que llevaba en el asiento trasero, sacó uno y me limpió la frente mientras decía:
—Mira, sé que no te gustan los cambios, pero si quieres cumplir tus sueños tienes que enfrentarlos.

Me tomó la mano en silencio por el resto del camino, hasta que nos detuvimos frente al nuevo colegio, entonces extendió los brazos y me acercó a ella en un fuerte abrazo, luego susurró en mi oído: —Vas a estar bien.

Inhalé profundamente una vez más antes de salir de la camioneta.

La mire a los ojos y le dedique una sonrisa antes de abrir la puerta y dar mi primer paso fuera, el primer paso hacia mi futuro. Cerré la puerta mientras repetía en mi mente una y otra vez: —Estoy listo, puedo hacerlo ¡Puedo hacerlo!—
No di ni el segundo paso cuando tropecé con un desnivel de la acera, cayendo sobre mis rodillas y causando varias risas a mi alrededor «¡Vaya manera de iniciar la preparatoria!» Pensé.

—¿Estás bien, cariño? —Preguntó mi madre asomándose desde la ventana del copiloto.

Asentí con un gemido y me levante poco a poco, le dediqué una última sonrisa y sin más que añadir, arrancó. Me sacudí las rodillas antes de seguir caminando, di media vuelta y me dirigí hacia la gran puerta principal, que estaba decorada con un enorme cartel arriba, con las palabras "BIENVENIDOS NUEVOS ESTUDIANTES" en grandes letras de colores y profesores a cada lado dando frases de aliento a todos los nuevos estudiantes.

Sentí un par de toques en mi hombro y volteé, encontrando a una chica más bajita que yo, rellenita y de pelo rizado.
—Hola —Saludó. —¿Estás bien?

—¿Porqué no habría de estarlo?

—Es sólo que vi tu caída y me preguntaba si te habías lastimado.