El chico y la puerta secreta

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Jesús protestaba y trató de safarse más de una vez, eso solo hacía que Renata lo agarrara con más fuerza.

-Portate bien, no falta mucho para llegar-. Dijo Renata.

¿Llegar a dónde? Pensaba Jesús. Sentía un profundo odio hacía esa niña por arrastrarlo como si no fuera nada, y se odiaba más a si mismo por no poder hacer nada para evitarlo.

Finalmente se detuvieron frente a una pequeña tienda. La fachada estaba pintada de un azul grisáseo y tenía dos grandes ventanales, repletos de libros en exposición. Alsó la cabeza y vió un letrero pintado a mano. Se leía en grande "El libro azul" y justo debajo "Librería".

Lo había llevado a una librería. No sabía si sentirse aliviado o confundido. Renata lo guió a través de una puerta hecha del mismo cristal que las ventanas y llegó a una pequeña recepción. Del lado derecho, habían dos sillones con una mesita y cuatro estanterías que cubrían toda la pared lucían libros de todos los colores y tamaños . Del lado izquierdo, una mujer lo miraba con cara confundida desde un mostrador.

-Hola tía, ¿recibiste mi mensaje?-. Preguntó Renata acercandose al mostrador, sin soltar a Jesús. Él saldría corriendo apenas lo soltaran y ella lo sabía.

-Si, si, envié a Daniel, sentí que sería lo más adecuado considerando la historia de...- La tía se detuvo. Miraba a Jesús con desconfianza.- Renata, ¿quién es tu amigo?

Jesús no sabía como presentarse. Aquella mujer lo intrigaba. La veía claramente pero no lograba determinar su edad. El rostro de la persona tras el mostrador podía pertenecer a una niña de 8 años o al de una mujer de 60.

-Soy jesús.- Dijo intentando sonar lo más monótono posible. Mientras más corriente sonara, antes lo dejarían irse.

-Él es especial Tía ¡Creo que es el empleado que tanto hemos estado buscando!-Se apresuró a decir Renata- ¿Por qué no lo dejar atender la librería contigo? Se"ve" que necesita un trabajo- Añadió, dándole un codazo a Jesús.

-¿Qué? No, no, esto es un mal entendido, yo jamás dije eso, ni siquiera me gustan los libros- Se defendió Jesús.

-No, pero te gusta el dinero,¿Verdad?- Se burló Renata.

-Renata, ¿Por qué no vienes conmigo a la trastienda y hablamos de esto en privado?-Interrumpió la tía.

-Bueno, como quieras. Pero antes.- Se detuvo para mirar a Jesús- Intenta robar algo o escapar, y yo lo sabré. Se dónde buscarte.- Dijo, con aire altanero mientras señalaba el dibujo de un ojo pintado toscamente sobre el mostrador .

Renata y la Tía desaparecieron por una puerta detrás del mostrador, lo que le dió a Jesús tiempo para pensar.

¿Un trabajo? Realmente no necesitaba uno. Podía seguir viviendo de esta forma por muchos años más, al menos hasta que las piernas le empezaran a fallar. Pero ¿No podía aspirar a nada más? Un trabajo en una librería no le solucionaría la vida, pero tal vez fuera una puerta hacía otras cosas, como un computador, un mejor teléfono o tal vez hasta una vía de escape de ese apartamento que ya parecía más propiedad del musgo que de si mismo.

Se acomodó los lentes y tomó asiento en uno de los sillones junto a los libreros. Nunca le había interesado leer algo que no fueran los pocos mangas que encontraba en la biblioteca de la escuela. Los altos libreros de la pared eran de un color madera oscuro, fuera de eso, "El libro azul" sin duda describía bien a la tienda. Todo estaba decorado con diferentes tonalidades de azul. El terciopelo de los sillones, los diseños de las paredes, las flores de plástico que decoraban la mesa, incluso las cortinas al fondo de la sala eran color azul oscuro. Cortinas. De pronto estas se llevaron toda su atención ¿Qué habría detrás? si la trastienda era el lugar tras la puerta por la que se fue Renata, ¿Qué guardarían allí? Rápidamente se levantó y atravesó las cortinas. Estaba muy oscuro. A la derecha había unas cuantas cajas y a la izquierda unas escaleras que daban a un segundo piso, asumió que ahí viviría el dueño de la librería. Frente a él se alzaba una amplia puerta de madera que despedía un brillo intenso. Debía de haber un patio detrás de ella.

Se acercó lentamente y extendió la mano para abrirla. Al girar el pomo de la puerta la fuerte luz se intensificó y lo encandiló al instante por lo que se vió obligado a cerrarla. Mientras intentaba salir de su aturdimiento escuchó la voz de Renata llamandolo así que se las arregló para volver a la sala principal a trompicones.

-¿Qué hacías ahí atrás?- Preguntó Renata. No podía distinguir la expresión de su rostro porque veía todo negro.- Ese lugar es un desastre- Añadió la Tía- Ahí lanzamos los libros descontinuados, no deberías acercarte si no quieres terminar aplastado por tomos de enciclopedias médicas.

-Allá atrás...¿Tienen un patio o algo así?- Preguntó Jesús, restregandose los ojos.

-¿Un patio?- Se rió Renata.- ¿Por qué? ¿Quieres verlo?- Siguió, pero se arrepintió al instante frente a la mirada reprochadora de la Tía.- Bueno, "señor" Jesús.-Dijo, intentando cambiar de tema.- Voy a aceptarlo en la tienda. Empieza mañana a las 13 horas. Esta será su semana de prueba, así que voy a acompañarlo en todo momento para guiarlo.

La sensación que tuvo Jesús al recuperar la vista fue de lo más peculiar. Las dos desconocidas ahora las sentía como si las conociera de toda la vida. Sus sentidos funcionaban igual que siempre, pero ahora todo parecía acompañado de una inexplicable sensación de nostalgia. La aguda voz de la Tía ahora llamaba recuerdos difusos que no lograba materializar y que no hacían nada más que confundirlo. Las facciones del infantil pero maduro rostro de Renata le decían mil cosas pero al mismo tiempo ninguna. Desconcertado, solo asintió y dijo que estaría de vuelta al día siguiente a la hora acordada. En realidad no quería, pero necesitaba saber que era lo que estaba pasando en esa librería.



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⏰ Última actualización: Dec 01, 2023 ⏰

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