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El especial de los Miércoles.




              Los Miércoles, sí, precisamente eran los Miércoles los días que más odiaba Suguru tener que salir a expediciones, decir las razones quedaría un poco rebuscado, un poco perezoso de deber explicar a detalle porque eran justamente los Miércoles, solo se sabía que eran los días más estresantes de lograr completar una expedición, dejándole un mal sabor en la boca, muchas veces Gojo bromeaba de que Suguru tenía un pésimo aliento de tanto ingerir maldiciones, como si constantemente alguien estuviera comiendo cebollas y ajo. Claro, Suguru creía que bromeaba hasta que un día se encontró al muchacho extendiéndole un chicle de golpe, antes de saludarle.

──Come──ordenaba Satoru, esperando que el contrario tomara el dulce. Ver esa falta de reacción a lo pedido simplemente lo sacaba de sus casillas con limitada paciencia, Gojo nunca fue muy paciente ¿sabían? así que no le resultaba extraño a Geto que después el albino estuviera sacudiendo el chicle desesperadamente para que Suguru lo comiera──¡Que lo comas, Suguruu! Anda. Se me duerme el brazo esperando que hagas caso.

──¿Por qué? Los chicles solo causan más hambre y no voy a comer hasta la tarde ──explicó un poco anonadado, tomando el chicle. Lo vio de reojo, notando que el color era de verde claro...

"¿Menta?" se preguntó.

──Porque ya no soporto tu mal aliento, hombreee...──rezongó Gojo, ladeando la cabeza hacía un costado y rodando los ojos hacia la derecha, podía notarse en cómo había tensión en su mandibula, apretando sus dientes casi como un cascanueces, estaba más que seguro que el albino estaba hastiado. Arrugó los labios, presionándolos entre sí, casi en un pequeño berrinche──así ni ganas tengo de darte besos.

Suguru chasqueó la lengua, arrugando un poco el entrecejo a su vez que llevaba el chicle a sus labios──Tú literalmente tienes caries y no te digo nada...para colmo eso es peor ──reclamó, masticando un tanto aburrido el dulce.

A mala gana, tomó una bocanada de aire y volvió a hablar, exhalando todo el aire inhalado anteriormente a medida que hablaba. Casi sonaba a queja aburrida...

──¿Tan mal huele mi aliento?──preguntó, caminando a la par de Satoru para volver al aula.

Satoru sonrió burlón.──A perro muerto.

──Imbécil.

──Así me quieres, soy tu imbécil...¿nooo? ──cuestionó el albino, muy confiado de la respuesta, no obstante, lo miró fijamente y golpeó su hombro contra el hombro de su compañero en forma de juego, esperando que simplemente lo afirmara como siempre.

──Sí...Lo eres, uno muy idiota ──rió Suguru, alejándolo de sí.

Suguru odiaba los Miércoles, porque los Miércoles ingería las peores maldiciones del mundo pero, aunque odiara los Miércoles... Suguru amaba los miércoles, porque siempre que volvía de esas fastidiosas expediciones, Satoru lo esperaba con los chicles de menta y su risa estúpida como bienvenida y recompensa.

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