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La experiencia de la noche anterior finalmente dio un paso importante en la relación que ambos estaban creando, los terrenos de una pareja feliz no eran algo que lo que cualquiera de los dos había estado en mucho tiempo, apenas era el inicio de eso, pero tenían en cuenta que eran adultos dispuestos a intentar.

El momento intimo que habían vivido confirmaba la buena química que tenía entre ellos, la paciencia, que era virtud de la que Miguel carecía, comenzaba florecer en presencia del omega, pensaba con bastante seguridad que esa o sería la única ocasión en la que pudieran tocarse, por lo que no había necesidad de apresurar las cosas, si era necesario ir lento lo podían hacer.

No había nada de quejarse porque lo primero que vio fue a un castaño dormido profundamente con la cara apoyada en la almohada, no era exagerado decir que incluso así le parecía lindo, pero cuando estaba a punto de tocar su mejilla con la punta de sus manos, el llanto de un bebé le llamó la atención, tal parecía que la pequeña de la casa reclamaba que alguien la atendiera.

Lo más lógico era que necesitaba a su padre, pero este seguramente no había podido dormir apropiadamente causado por el estrés de tener a un bebé con fiebre, no sería humano interrumpir el sueño de alguien que lo necesitaba tanto, por lo que el moreno fue hacia a la pequeña para tomarla entre sus brazos.

—De acuerdo señorita... tratemos de no levantar a tu papito— le susurro mientras que salía de la habitación con ella, mientras que podía notar su incomodidad. — Es bueno ver que no te vas a quedar dormida, déjame presentarme, yo solo soy una persona que quiere cuidarlos, por favor no llores más

Una mano se puso sobre su rostro y jalo su mejilla con curiosidad, por lo menos ya no había llanto, si, esa niña no iba a dormirse por su aroma esa vez así que era una buena oportunidad para conocerse. Esa era la prueba de fuego, después de cargar bebés ajenos y ayudar de vez en cuando, aunque dudaba que podía llamarse un experto por lo menos sabía que estaba haciendo.

Estaban en camino a la cocina ya que solo podía imaginar que todas esas lagrimas estaban allí a causa del hambre, mientras que le jalaban el pelo y un parecía que May había encontrado una nueva diversión, O'hara trataba de mantener la calma mientras trataba de prepararle un biberón.

—Cinco cucharadas de leche en polvo para diez onzas de agua...Oye, estoy trabajando en algo aquí, dame eso lindura— pidió amablemente antes de tomar la tapa del biberón de las pequeñas manos de la bebé, mientras que trataba de hacer eso con una mano, mientras que con la otra la cargaba. —

Pensar que esa tierna niña era más enérgica de lo que pensaba, le hacía sentir interés, su vida había sido muy monótona últimamente, así que no saber quesería la siguiente acción a tomar era refrescante, tal parecía que las personas de esa familia tenían el mismo encanto, después de colocar a la bebé en su silla especial, se dio el lujo de verla con atención mientras tomaba su biberón.

—Gracias por ser paciente señorita Parker, sé que no esperaba que yo te atendiera, pero resulta que me gusta tu papá, entonces nos veremos seguido si todo sale bien— le coloco un babero de forma delicada para después acercarse al refrigerador— Ahora, ¿te caería mejor si te doy rebanadas de banana o eres más una niña de rodajas de manzana?

En otra parte de la casa, un omega se encontraba ocupando toda la cama mientras que se le escapaban un par de ronquidos, no había señal alguna de que fuera a levantarse en un par de horas, pero hay algo que nunca pasa desapercibido en una casa que nunca se calla, que es el silencio, por lo que apenas había dormido sus debidas ocho horas, se levantó adormitado, notando que llevaba ropa limpia y una cosa que definitivamente lo lleno de miedo.

Teach me, ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora