OO1. funeral

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culpable o no (miénteme como siempre); luis miguel

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culpable o no (miénteme como siempre); luis miguel.

no tengo ya derecho a reprocharte nada

pues nada queda de ti, de mi, de ayer

¡qué pena!, nuestra historia pudo ser fantástica

y ahora dime, mi amor

¿quien te va a defender?

Miguel Ángel Félix Gallardo
Narcos; México







Los grandes destellos no abandonaban su rostro. Las preguntas flotaban en el aire, intentando ser hundidas por alguna respuesta. Estaban perturbando su espacio, tanto así que se llegó a sentir diminuto. La razón comenzaba a asfixiarla.

—Señorita Giselle, ¿es cierto que está involucrada con uno de los grandes capos del narcotráfico, Miguel Ángel Félix Gallardo?—

Escuchó su nombre, y la nostalgia invadió sus labios. Recordó esa vez que lo vio dormir. Y ahora estaba tan lejos y triste. Lo único que deseaba en este momento era abrazarlo y enredarse en su corazón.

Aun en el auto, podía observar la desesperación de la gente en querer conocer el más mínimo detalle de su vida. ¿Por qué de pronto tenía tantos enemigos?

Su alma desafinada pintaba lamentos en sus suspiros. Se sentía tan enojada con ella misma, él quemó su corazón, y aun así, ella seguía extrañándolo. Conducía hasta él. Lloró, gritó, suplicó y deseó por él. Siempre él. Se había infiltrado en sus venas, y no quería cortarlas, porque sabía que, aun así, él no saldría de ahí.

Derrapó delante de su puerta. Esta no dejaba de sonar a causa del impacto de sus manos. No tardo mucho en ser abierta.

Era él, era su olor a cigarros y alcohol, era su cabello y su piel. Era todo su encanto imperfecto. Lo besó con miedo a que su débil voluntad los hiciera alejarse. Quería que le mintiera para hacerla sentir que todo este tormento iba a calmar. Le dolía tanto seguir amándolo en su soledad.

Necesitaba de él, necesitaba dejar de soñar en su fin.

—Ya no puedes estar aquí mija—

—Pero te voy a ver otra vez a ver, ¿no?—

Se separó, y todo estaba tatuado en sus ojos. Los sentidos de Giselle intentaron esquivar las verdades dolorosas que se transmitían.

—Las cosas se pusieron feas, y tienes que estar bien—

—Pero yo contigo estoy bien—

—Pues entonces ya no puedes estar conmigo—

En su mirada parecía que me daba la espalda, aun si la estaba viendo de frente. El tono de sus voces comenzó a subir, empezaron a desgarrar sus corazones, a enloquecer entre sus lágrimas, a construir su funeral.

Los sentimientos de Giselle eran indescriptibles. Sus labios estaban rotos, al igual que los objetos que lanzó. Miguel Ángel tampoco quería clausurar el museo que tenía de ella en su mente, no quería sacarla de sus deseos, pero él sabía que era lo mejor.

En su enojo, él la tomó de las mejillas, observo cuidadosamente sus lágrimas, sus cejas tristes, y sus labios rojos. La besó, por una última vez. Para recordar que un día Giselle Romo fue su mujer.

 Para recordar que un día Giselle Romo fue su mujer

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𝐁𝐋𝐎𝐍𝐃𝐄 (NARCOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora