La monocromática vida de Min Yoongi transcurre entre cuchillos afilados y carne fresca, pero su verdadera obsesión es Park Jimin, un profesor de secundaria que se ha convertido en su única distracción. La rutina de Jimin en la carnicería se vuelve u...
Advertencia de contenido del capítulo: violencia sexual, violencia física, lenguaje malsonante.
Nota de la autora:
Por favor, si no has leído las advertencias iniciales y el apartado "¿Dónde leer AC en caso de que la eliminen?" Te recomiendo que lo hagas.La historia está siendo reescrita; tomé la decisión por "salud mental" y porque quiero finalizarla. De nuevo, pido encarecidamente que apoyes mi trabajo si es que es de tu agrado; si no lo es, no es necesario dejar comentarios de odio.
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"El deseo de poseer a alguien por completo es el primer paso hacia la destrucción, porque lo que se ama se devora, se consume, hasta que solo queda el vacío."
El tintineo de la campanilla de la puerta avisó de la llegada de un nuevo cliente; para el carnicero de turno, este era especial.
Afuera hacía un día precioso. El cielo estaba despejado, la temperatura era agradable y los árboles tenían un color verde intenso. Una ligera y suave brisa acompañó a este cliente cuando ingresó. Como siempre, dejó que la puerta se cerrara sola después de soltarla y caminó hacia el hombre que estaba detrás de las vitrinas expositoras con una sonrisa.
— Buenos días, joven señor Park, ¿qué tal ha estado? — La voz del muchacho era amigable, al igual que su sonrisa.
El carnicero tenía un aspecto corriente, pero el hombre que se apellidaba Park pensaba que tenía un atractivo único. Era un hombre joven, de unos veintitantos años de edad, delgado y esbelto. Su piel era pálida como la nieve, muy suave como la porcelana a la vista. Si no fuera por el tono violáceo de sus ojeras y la tinta roja en el centro de sus labios, le habría parecido que era un vampiro. Su cabello era negro como el ébano y sus ojos oscuros como el carbón.
Sus manos parecían las de un fantasma. Sus largos dedos lívidos contrastaban con el rojo intenso de las carnes de animal, haciéndole parecer más blanco de lo que ya era. Tenía la tez más nívea que los clientes hubieran podido ver jamás. Su apariencia no era diferente a la de los hombres promedio de Corea del Sur, pero destacaba entre todos por la palidez de su piel... Como la luna lo hace en el cielo nocturno. Parecía un cadáver con vida.
— ¿Joven señor Park? ¡Oh, carnicero! No me llame de esa manera, parece como si estuviéramos en la Dinastía Joseon — respondió con una grácil sonrisa.
A diferencia del carnicero, la belleza del joven Park era deslumbrante y socialmente canónica; cualquiera que lo viera pensaría que su apariencia era tan única y hermosa como el jade. A diferencia del otro muchacho, su tono de piel era más cálido, como si hubiera sido besado cariñosamente por el sol. Su fragancia le recordaba a la primavera; al trino de las golondrinas y al sabor de la miel. Tenía una mirada amable, como la de un inocente lobezno; sus ojos eran oscuros y brillantes como la obsidiana y su cabello era de un chocolate intenso que se asimilaba a la tierra del bosque.