Capítulo III

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Aldreina

Ya ha pasado una semana, está casi todo preparado para mi cumpleaños, solo quedan los últimos retoques y comprobar que todo esté perfecto. Mi cumpleaños. Diecinueve años. Todavía no me lo creo, hace nada era una niña de ocho, jugando y sin saber como es la vida; y pestañeando una vez de repente tenía doce años, deseando ser mayor; y hace aún menos tenía dieciséis, que con Dana nos creíamos muy mayores cuando todavía estábamos creciendo. La vida se me ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, con todos los momentos buenos y malos. Pero mañana ya es mi cumpleaños número diecinueve, el más importante de todos.

En nuestra cultura, en nuestro reino, cumplir diecinueve años es muy importante, significa la llegada a la madurez, que pasas de niña a adulta, que ya tienes edad suficiente para tomar decisiones importantes. A esta edad es cuando se empieza a buscar marido, es cuando ya están desarrolladas del todo, tanto física como mentalmente, aunque algunos no se han acabado de desarrollar ni lo harán nunca. Esta tradición comenzó porque a esta edad se empieza a manifestar la magia de cada uno, mayoritariamente mujeres, aunque hoy en día quedan muy pocos por no decir nadie que tenga magia, antiguamente mucha gente tenía; poco tenían mucho poder porque la mayoría tenía solo un poco, pero era muy común manifestar magia. Sin embargo, hoy en día, la mayoría somos normales y corrientes; pero la edad se ha seguido manteniendo, los diecinueve años son los más importantes.

Toda la información que sé de la magia y el porqué de nuestras tradiciones son por los libros de la biblioteca, ya que las veces que he preguntado a mis padres, pocas, no me contestaban y acabé por dejar de preguntarles y buscar por mi propia cuenta. Gracias a estas investigaciones descubrí que la magia es hereditaria, se transmite de padres a hijos, normalmente de mujer en mujer con algún que otro hombre, y se puede saltar generaciones, no se sabe cuántas. También sé que la magia solamente habita, normalmente, en las personas que tienen más espíritu, las que son más fuertes, más auténticas.

Me encanta pasar horas metida en la biblioteca aprendiendo más de mi cultura, o salir a los jardines del palacio o al bosque con libros para leerlos al aire libre cuando hace buen tiempo. También me encantan los libros de historia, saber que es lo que ha pasado durante los años pasados, los errores que se cometieron en el pasado, los inventos y mejoras que han ayudado a mejorar y llegar donde estamos hoy en día.

─Gio, quieres comprobar tú que esté todo bien?

─Vale, pero sé que te estás escaqueando de tus tareas.

─Yo, no, qué va ─digo sarcástica.

Mi hermana pequeña me mira con un intento de levantar una ceja.

─Bueno vale sí, pero yo no quiero hacerlo y a ti te hace ilusión.

─Por eso esta vez te lo dejo pasar.

Geovana ya no es una niña pequeña de nueve años, ahora tiene quince años, es una pequeña mujer. Con su pelo rubio, rojizo, ondulado, que siempre lo lleva bien peinado, al contrario de mí, sus ojos verdes y pestañas largas, labios carnosos y pecas por las zonas correctas y sin ser demasiadas, también al contrario de mí, su piel perfecta y un poco más morena que la mía. Es un poco más baja que yo, delgada y delicada, aunque en realidad no es para nada delicada.

Gio se va dando pequeños saltitos, sé que le emociona mucho preparar esta fiesta. Es como mamá para estas cosas, muy coqueta y les encanta prepararse y prepararlo todo, tener en cuenta cada cosa, incluso de las que nadie se da cuenta.

Me escabullo hacia mi cuarto, teniendo mucho cuidado de que nadie me vea, en especial mi madre, porque si me ve me va a obligar a pasarme las siguientes horas ayudando a perfeccionar cosas que ya están perfectas, pero que siempre encuentra algún fallo.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2023 ⏰

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