𝖼𝗎𝖺𝗍𝗋𝗈.

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La primera vez que Hanbin intentó expresar sus sentimientos hacia Hao, no fue bien.

Ya no recordaba qué había intentado, pero era otro más de sus gestos que había usado con el mayor, nada que fuera especial del todo.

Y Hanbin aceptaba que quizás no era muy claro, porque regalar flores, los "be", unir su nariz con la frente del mayor, y demás, eran cosas que ya hacia y que dentro de todo, Hao estaba acostumbrado a recibir. Así que debía un gesto especial.

—Hao, "be" —dijo, mientras corría en pasitos apresurados detrás de él, estaban en el parque, con Irene, quién se mantenía un poco separada para ver su interacción.

—¿Otro más, Hanbinnie? —preguntaba Hao, y a la chica de pelo azulado le daba gracia que se hiciera el difícil, si a él también le encantaba.

—Be, be.

—Bueno, un be —dijo, deteniendo su paso, mirándolo a los ojos, Hanbin asintió y juntó sus labios con los de Hao, dejando que el mayor moviera sus finos labios a gusto, y empujandose a más contacto.

Al separarse sonrieron, y Hanbin agitó sus manos con emoción, antes de salir corriendo por el parque.

Sin querer golpeó a un niño de unos catorce años, quién le gritó una grosería, pero Hanbin estaba en su mundo como para escuchar, y al ver qué el niño iba a ir hacia él y se arremangada su abrigo apretando sus manos en puños, Hao fue hacia él, tomándolo del brazo.

—Disculpa, no lo hizo a propósito, tiene autismo, no entiende del todo.

—Oh, es retardado —dijo el chico, con total naturalidad.

Hao se molestó por qué lo llamaran de esa manera.

—No, solo tiene un par de problemas, como todos.

—Sí, acabas de decir que está mal de la cabeza —dijo el chico.

—No, no dije eso —respondió, molesto.

Odiaba con todo su ser que trataran a Hanbin de ese modo.

Él era maravilloso, era muy inteligente, era buena persona, era la persona más buena del mundo, sin maldad en su cuerpo, nunca en su vida se había peleado con alguien, y no molestaba ni buscaba peleas nunca.

Él estaba en su mundo y era completamente inofensivo, estaba indefenso ante los demás y siempre lo apartaban, y él no se lo merecía, porque era un chico excelente.

—Hao, ¿qué pasa? —preguntó Irene, al verlo tan tenso, su mirada pasó de él hacia el joven.

Hao negó y soltó el brazo del chico, murmurando un "nada" y el niño se fue por su lado, lejos de Hanbin, mientras el pelinegro mordía su labio con rabia contenida.

Irene no pudo lograr que cambiará la cara, ni siquiera que hablará al respecto, o que se descargara de algún modo, no importó cuántas tácticas psicológicas aplicará.

Lo único que lo hizo reaccionar fue cuando Hanbin se acercó a él y como de costumbre, había juntado flores para regalarselas, el pelinegro ni siquiera las había agarrado puesto que fue directo abrazarlo.

Hanbin le tenía muchísima confianza así que lo dejó, pero estuvo sorprendido dos segundos completos hasta abrazarlo de vuelta y escondiendo su rostro en el hombro de Hao.

—Eres perfecto tal y cómo eres, no escuches a los demás que no pueden verte como te mereces, no les hagas caso, Hanbin, te quiero muchísimo sin importar nada de lo que digan o de lo que te pase, recuerda eso siempre, ¿bien? —murmuró Hao contra su oído, a lo que Hanbin asintió por puro reflejo, pero no creía haber entendido del todo.

sarang ♡ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora