Dos

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Y es que Mikey se estaba muriendo de miedo, por suerte esa tarde consiguió que solo Hina estuviera con él, aunque claro esta todos querían meter mano en ayudar a la novia a alistar los pequeños detalles, pero se excusó diciendo que no se sentía bi...

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Y es que Mikey se estaba muriendo de miedo, por suerte esa tarde consiguió que solo Hina estuviera con él, aunque claro esta todos querían meter mano en ayudar a la novia a alistar los pequeños detalles, pero se excusó diciendo que no se sentía bien, todo los atribuyeron a la emoción del momento pero si le preguntan a él como se siente, si seriamente les diría que estaba aterrado, ahora encabezaba la lista de las personas más buscadas en Tokio, Emma se había ido dejándole con este compromiso, en el peor de los casos redunda la posibilidad de que aquel hombro lo reconozca, aunque con tanto maquilla ni el mimo lo hace con certeza mientras se mira al espejo, con ese maquillaje profesional sobre el párpado, el brillo reluciente del iluminador en la punta de su nariz y el labial reluciente en un tono un poco más natural.

Sus pestañas postizas oca ando un poco su vista y mirándose al espejo con aquel vestido fue una clara despedida a su vida, en el momento que pisara aquella iglesia Manjiro dejaría de existir y solo sería Emma, solo ella. Su gesto se volvió triste, le pidió a Hina que no recogiera en su utilidad su cabello, así que ella se limitó hacer algo sencillo, dejando un poco de sus hombros cubiertos, para disimular la anchura, pero claro esta nunca se acostumbrará a cosas como el sostén lleno de relleno qué lleva y las vendas en su cintura para hacerlo más delgado.

Según su hermana, el no tendrían luna de miel porque prefería quedarse trabajando y no estaba entusiasmado, Mikey entonces agradeció más a que la suerte estuviera de su lado, quería embriagarse hoy para olvidar tantos problemas pero no podría, es más estaba limitado a hablar, porque si fallaba en imitar a Emma aunque sea un segundo todo estaría perdió, el sospecha que su hermana no estaba considerando todas las opciones, de verdad no creía que Ken Ryuguji fuera aquel amargado de la vida como su hermana menciono, pero quien sabe pues él no había convivido ninguna vez con el hombre más rico se Tokio.

—¿Listo? —Hina la pregunto mientras colocaba el velo, poco después de escucharlo suspirar—Aun puedes correr Mikey-kun...

—... —Sin embargo, aunque pareciera una opción agradable no podría hacerlo, en verdad no sabía que pensar pues su cabeza había estado hecha un lío desde la madrugada de ayer.

—Hola—La voz de la persona que toco la puerta los tenso a ambos, poco después una cabellera lila se hizo presente, Mikey vio los mechones del diseñador adornando su frente y también lo bien peinados qué estaban para enmarcar su rostro. —¿Todo bien?, solo quería ver si no necesitaban ayuda.

—Mitsuya-Kun—Hina le sonríe—Estamos muy bien, aunque Emam-Chan está un poco nerviosa...

—Entendible—Le dice, acercando es un poco más a donde esta él. —Te ves increíble.

—Gracias... —Le sonrió, desde la primera vez que conoció al oji lila se le hizo alguien sumamente agradable, estaba seguro de que en otras situaciones seguramente podrían haber sido amigos, pero bueno las cosas no siempre se dan.

Pasado el momento en el que el chico hizo los últimos arreglos en su persona ya estaba listo, Mikey noto que se limitó a solo tocar donde necesitará, tal vez tejía que ver con el hecho de la prueba del vestido, pues el grito qué pego cuando el otro intento tocarlo posiblemente ya lo había creer que a Emma no me gustaba el contacto físico, que bueno. Porque eso favorecía a que él se sintiera más tranquilo.

La Usurpadora (Drakey) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora