Rutina

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El pequeño radio monitor de plástico en el mueble auxiliar al lado de la cama alertó a ambos padres que se removieron en la cama. Se podía escuchar como la pequeña pelirroja se quejaba al haber despertado. Miguel abrió uno de sus ojos para ver el reloj a un lado del pequeño radio notando que marcaban las cuatro de la mañana. Movió una de sus manos para dar golpecitos al castaño intentando despertarlo.


― Peter, es tu tuno. ─ A penas lo escuchó balbucear algo. Gruñó por un momento antes de levantarse con desgana. Debía acudir a su trabajo a las ocho, así que dormir lo mayor posible era su prioridad, pero tampoco podía ignorar a la pequeña que necesitaba atención. Metió sus pies al par de pantuflas al costado de la cama y se colocó una bata azul marino encima para dirigirse a la habitación contigua donde se encontraba la cuna de su hija menor. Biológicamente no lo era, ya que conoció a Peter después de que la tuviera con otro matrimonio, pero rápidamente había aceptado a la pequeña como suya.


Se acercó a la cuna asomándose para ver como la pequeña extendía los brazos mientras hacía pucheros, no tardó en sostenerla entre sus brazos mientras la mecía un poco revisando que necesitaba. El pañal estaba limpio, no parecía tener gases o algo que le doliera, entonces era hambre. Bajó al primer piso junto con la pequeña en brazos. Calentó el agua solo un poco antes de verterla en el biberón limpio y poner un par de cucharadas de leche en polvo, regresó en sus pasos hacía la habitación de la pelirroja mientras batía el biberón con la tapa puesta. Se sentó en la mecedora que había comprado para ser más fácil dormir a la pequeña, destapó el biberón y la acomodó entre sus brazos para comenzar a alimentarla mientras se movía de atrás hacía adelante suavemente con la esperanza de que se quedara dormida ni bien terminara de comer.


Peter despertó a las seis de la mañana para comenzar con su rutina; se estiró para eliminar la pereza en su cuerpo y miró a su pareja dormido boca abajo a un lado suyo, al notar que aún traía la bata puesta y una de las pantuflas intuyó que atendió a la pequeña durante la madrugada. Sonrió un poco mientras se acercaba para dejar un beso sobre su mejilla, le estaba enormemente agradecido por ayudarle a la crianza de May. Se levantó a fin poniéndose su bata rosa y unas pantuflas de diferente color al siempre perder el par. Bajó a la cocina para preparar el desayuno y poner la mesa, luego volvió a subir al segundo piso para ir a la habitación de su hija mayor.


― Gabriela. ─ Le llamó suavemente mientras encendía la luz notando como esta se removía en la cama. Era igual que su padre Miguel al despertar, siempre malhumorados y perezosos, pero tras unos minutos ya tenían bastante energía. ― Debes despertar ya, el desayuno está servido. ─ La escuchó quejarse y sonrió un poco sin poder evitarlo. ― Se te hará tarde para ir al entrenamiento.

Esas palabras fueron suficientes para que la pequeña se levantara de la cama, podría amar dormir, pero amaba más jugar a la pelota con sus compañeras de equipo.


El castaño fue ahora a la habitación de la pequeña pelirroja notando como ya se encontraba despierta jugando con sus pies, la sacó de la cuna para cambiarle el pañal antes de ponerse su cangurera metiéndola en ella. Regresó a su habitación para mover al moreno buscando levantarle, pero como su hija simplemente se removió en la cama.


― Miguel, es hora de despertar. Tienes que ducharte o se te hará tarde. ─ Rio un poco al escucharlo mascullar. ― Levántate, tienes una junta importante hoy.


― Solo diles que estoy muerto. ─ Dijo medio dormido antes de abrir los ojos cuando las pequeñas manos de la pelirroja dieron palmaditas sobre sobre sus mejillas. ― ¿Qué pasa pequeña señorita? ─ May balbuceó y el moreno asintió con la cabeza como si entendiera lo que le decía. ― Tienes razón, papi tiene que trabajar para comprarte ese lindo vestido de fresas. ─ Al fin se levantó dejando un beso sobre la roja cabellera de su hija y la frente de su esposo.


― Definitivamente May aprenderá español si siempre le hablas así.


― También deberías aprenderlo.


― No es necesario, entiendo lo suficiente; mi amor, ven y chingada-

No pudo terminar esa última al ser sus labios cubiertos por la mano del más alto que fruncía el ceño.


― No maldigas frente a ellas. ─ Le regañó antes de alejarse mientras el castaño reía divertido. Cuando conoció a Miguel no era precisamente el más amable al momento de hablar, conoció muchísimas malas palabras en español gracias a él, pero cuando las cosas se volvieron serias y ambos se presentaron a sus respectivas hijas para decidir si lo intentarían o terminarían, fue cuando todo cambió. El moreno era bastante amable con él, le encantaba ver como jugaba con sus hijas, como nunca trató de manera diferente a su Mayday. Encontró en él un padre amoroso y protector, así como un esposo cuidadoso y atento.


Ya se encontraban los cuatro en el comedor, la pequeña Gabriela casi terminaba de comer por la emoción de ir a entrenar, Miguel comía con calma mientras le indicaba a la de cabello castaño que anduviera con calma y se portara bien, él mismo daba un bocado a su desayuno antes de darle uno a su pequeña que jugaba con la papilla que se caía de su boca y salpicaba todo lo que tuviera cerca.


Casi parecía un sueño para ambos adultos que en su momento se resignaron a que no tendrían una familia más grande, pero ahora eran un matrimonio con dos hermosas y revoltosas niñas. Peter se dedicaba mayormente a cuidarlas, pero mantenía un empleo desde casa corrigiendo documentos de investigación mientras que el más alto cada mañana tenía que irse a trabajar en un laboratorio, siempre siendo despedido por un beso en los labios por su esposo, dos en sus mejillas por cada una de sus hijas y el regresando cada beso antes de retirarse.


Miguel era consciente de lo cansado que podría estar el castaño al encargarse de ambas durante su jornada laboral, así como atender el hogar, por ello habían llegado al acuerdo de encargarse ambos de ciertas tareas; Peter cocinaba, recogía los juguetes de ambas niñas, se encargaba de bañar a la pequeña May y de llevar a Gabriela a sus entrenamientos mientras que Miguel lavaba los platos sucios, se encargaba mayormente de la atención a la pelirroja durante la madrugada y cada vez que llegaba a casa jugaba con ambas tras ayudar a Gabriela con su tarea, dejando así que Peter descansara el resto de la tarde-noche antes de que se fueran a la cama. Amaba demasiado al mayor, así como a sus hijas. Casi no podía creer lo dichoso que era y como cada mañana suspiraba triste en su trabajo mientras miraba la hora esperando que fueran las seis de la tarde para poder regresar a su amado hogar. 







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Hola soy yo de nuevo. Por primera vez intentaré este tipo de historias cortas en una misma publicación, así que no esperen continuidad, porque son oneshot a lo mucho alguna podría tener un extra, pero es muy pronto para eso ya que es el primer oneshot de esperemos muchos.


¿Que esperar de este lugar?  De todo un poco, siempre siendo la pareja el foco principal, mayormente quiero escribir sobre ambos en un escenario más doméstico, así que no esperen grandes historias con mucho drama o tramas complicadas. 


Espero que sea de su agrado y sin más que agregar me retiro a mi trabajo. 


Nos leemos~

Sweet PerharaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora