Oportunidad

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Había muchas cosas por las que Miguel se arrepentía; acciones y palabras que carcomían su conciencia, hundiéndolo en un océano de culpa y autodestrucción, pero quizá lo que más le afectaba en ese momento, era haber permitido que su cobardía y orgullo, arruinara quizá su última oportunidad para encontrar la felicidad, o algo muy cercano a ella. Aún con la disposición de Peter por comprenderlo, de apoyarlo para intentar sacarlo del pantano de melancolía en el que se hundía, no logró sacarlo de él. No era culpa de Peter, Miguel lo sabía, se concentró tanto en su propio dolor que no notó a tiempo como le alejaba hasta que fue demasiado tarde, hasta que el brillo en sus ojos se encontró opaco y la distancia se marcó entre ambos.


Miguel aún recordaba aquella tarde algo calurosa por el verano, la manera tan tranquila y cuidadosa con la que el castaño le habló. Cómo no pudo ver sus ojos mientras le decía que lo mejor era regresar a ser compañeros de trabajo y quizá, con el tiempo, amigos. No fue hasta ese momento que se dio cuenta de lo mucho que lo necesitaba, de cómo sus días y noches eran más alegres estando a su lado. Creyó que podría superarlo. Que lo olvidaría eventualmente como a los demás. Sus parejas anteriores también se habían ido al terminar cansándolas, alejándolas con su actitud y aunque dolía, siempre se sobreponía a ello. Sin embargo, Peter no abandonaba sus pensamientos, verlo le causaba dolor, sus manos picaban ansiosas en busca de su calor, pero se obligaba a contenerse, a mirar hacia otro lado o abandonar la habitación cuando él estaba presente.

 
Intentaba mantener distancia, mantenerse ocupado, confinado a la sala de mando haciendo que Jess y Lyla se encargaran de pasar el mensaje sobre las misiones a cada uno de los spiderman's. Mantenía la sala de control cerrada para los demás, creyendo estúpidamente que eso aliviaría su dolor, que de esa manera podría comenzar a olvidarlo, pero su traicionero corazón, daba un vuelco cada vez que Lyla le daba sus informes de misión, su pecho se apretaba cuando no soportaba la tentación de mirarlo a través de las pantallas.


No era consiente de cuánto tiempo llevaba ya encerrado en la sala de control, en si era de día o de noche. Tenía un espacio ahí dentro para cuando debía atender sus necesidades, cuando el cansancio le obligaba a tomar una siesta o se sentía lo suficientemente sucio como para darse una ducha. Había momentos peores que otros, días en los que parecía que comenzaba a superarlo y otros malos como ese, donde la culpa se desbordaba en su ser. Días donde no podía mantener su fachada seria y recta. Días donde por sus mejillas corrían algunas lágrimas mientras maldecía en voz baja, en que le llamaba hasta que su garganta ardía y sangraba por la contradicción de intentar mantenerse callado.


Dio un golpe en la consola en busca de calmar la furia que crecía hacia sí mismo, buscando algún tipo de desahogo para su dolor, pero que al final no ayudaba en nada. El dolor seguía ahí, la culpa seguía ahí, solo que él ya no estaba para ayudarle a sobreponerse, aquel que fue su luz al final del túnel, era ahora parte de aquella oscuridad que le calaba hondo.


Sus músculos se tensaron al escuchar a alguien acercarse, talló sus ojos para eliminar cualquier rastro de su debilidad y mantuvo su miraba fija en las pantallas.


— No sé qué mierda quieres, pero no tengo tiempo para estupideces, así que lárgate. – Su tono de voz era hostil hacia quien se haya atrevido a entrar, cuando había dejado en claro que nadie tenía permitido molestarle.


— Solo quería ver que estuvieras bien. – Miguel contuvo la respiración por un momento, cerró los ojos con fuerza y los talló nuevamente al sentirlos arder.


— Estoy bien. – Intentó que su voz no demostrara cuanto le afectaba escucharle, pero un hilo de tristeza en ella y el cómo se rompía casi al final, le dejaba en evidencia.


— No mientas, Miguel. Llevas meses aquí encerrado, todos están preocupados por ti. – Hizo una leve pausa antes de continuar hablando. — Yo estoy preocupado.


Miguel mordió sus labios con fuerza, sintiendo su boca inundarse con el sabor de su sangre al lastimarlos con sus colmillos. No quería malinterpretar esas palabras, se negaba aferrarse a algo tan efímero como eso, sin embargo, bajó sus defensas mientras se atrevía a mirarlo, permitiendo que notara su dolor y arrepentimiento, exhibiendo su debilidad hacia quien daba un par de pasos para acercarse, pero no lo suficiente como para poder tocarlo.


— Lo siento. – Dijo al fin tras unos momentos de silencio, abandonando su orgullo, extendió su mano hacia el castaño notando que temblaba, tomó aire para darse valor deteniendo su mirada en aquel par de avellanas. — Sé que ha pasado bastante tiempo, sé que quizá ya no sientas lo mismo, pero te suplico, si en lo profundo de tu corazón queda un atisbo de lo que algún día sentiste por mí, me des otra oportunidad.


El silencio les rodeó por un par de minutos, Miguel entendió que era demasiado tarde, pero antes de alejar su mano, pudo ver como el castaño rozaba sus dedos sobre su palma, para posteriormente tomar con suavidad su mano. 






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Muchas gracias por leer. 


Tenía que escribir esto para sacarlo de mi sistema jajajaja no dejo de escuchar la canción Slow Dancing - V / Si la escuchan que sea con subtítulos para que le entiendan jajaja 


En fin, espero que les haya gustado y lamento el tardar tanto en actualizar los fics en emoción, este es mi estado natural. 


Nos leemos~

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2023 ⏰

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Sweet PerharaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora