Margarita

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Soy un libro que nació en Nicaragua allá por 1908, de tapas de color violetas, cómo la flor de la mitología griega, mi historia habla del amor, el capricho y la tentación.
Mi vida fue hermosa desde el momentos de su creación, hasta que un día, no se el por qué, una bella mujer me adquirió y sin leerme en el estante de una vieja biblioteca me guardo, fueron pasando los años y con ellos el polvo del olvido me fue tapando, no merecía no ser leído, ni tampoco maltratado.
Así, que una noche, cuando invadían el silencio y la oscuridad el lugar, sacudí mi cuerpo y me  eche  a volar ,me abrí a la mitad para que el viento me empujara un poco más, iba en busca de aventuras, de alguien que me quisiera adoptar. ¡Uh!
¿Qué fue eso? Una cometa atrevida me acaba de chocar y sin saberlo al agitarme, me limpia un poco más.
Fui  sorteando obstáculos a medida que se iban presentando y aún así, a veces me ganaba el cansancio, me sentía viejo y desganado, pero preferiría eso a ser un libro invisible en algún lugar guardado.
Cada mañana, cuando el sol alumbraba, cómo un cobarde en alguna guarida me refugiaba, es que no quería que pensaran al verme que era un delirante al querer ser un andante, ellos jamás entenderían la historia hermosa que mis hojas escondían y como dije antes merecían ser leídas.
Y así iban pasando los días , aburrido y desolado, pero… por las noches era algo mágico, solo la luna y la constelaciones acompañaban mis aventuras hacia un lugar mejor, una de esas tantas noches algo salió mal, un caballero de botas y sombrero, sin verme me piso y tal fue su enojo que de un puntapié de la acera me sacó, me dolió el lomo, la solapa y me lastimó hasta la contratapa, cómo pude me reinvente y a plena luz del día mis alas desplegué. Volé por montañas y mares de fantasías, atravesé un inmenso arco de colores que el horizonte se escondía.
Al llegar la noche, mis flancos se cerraban a la espera de un nuevo día aventurado. Cierta vez mis alas desbastadas fallaron y tuve que dejarme caer y al ruido del rebote, a una pequeña niña asusté, y al verme exclama efusiva ¡Un libro!.  Me tomo entre sus manos, abrió mis tapas y empezó a acariciar mis páginas, comenzó a leerme lentamente, balbuceando cada palabra y sentí regar mis hojas con diminutas gotas cristalinas que produce el corazón y reproduce la retina , lágrimas creo que le decían .
Desde entonces fuimos una sola alma , mi lugar de estar era su almohada. Con el transcurso de los años, mis hojas se iban tornando amarillentas y un rato olor emanaba al abrir mis viejas tapas, pero mi niña ... mi niña no era la misma, me sabía de memoria  y aún así solía no recordarme por horas, le costaba dar un paso y el cansancio de su cuerpo algo le estaba anunciando, esa noche me cubrió con un pañuelo de seda blanco y como siempre me dormí entre sus brazos… y a la hora del sol ,  sentí una nueva sensación, el dolor que causa la perdida de un amor y la pena del olvido nuevamente me invadió.
Con tristeza y desamor, cómo pude me guardé en un cajón , ojalá alguien me encuentre y me trate como mi niña me trató .
Por cierto, si es que lo sabían soy un cuento en poesía, mi nombre  es “Margarita”, como esa flor blanca y sencilla y cuento la historia de una bella y caprichosa princesa que se había obsesionado en querer bajar una estrella , mi autor es Rubén Darío y me escribió inspirado en la hija de un amigo.

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