Incertidumbres

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Ahí, estaba yo, a la luz del crepúsculo, esperando el tibio amanecer, mientras  las olas del mar, de ratos furiosas y de a ratos calmas, castigaban sin piedad las rocas y así estaba mi mente y también  mi alma, como la linfa del piélago, alborotadas, sin saber si sumergir o escapar.
Sabía que si mis pies rozaban el agua, el mar me abrazaría para siempre, estaba en una encrucijada… detenía mi reloj o le daba un poco más de cuerda, para ver que me deparaba su marcha.
Camine sigilosa hasta el manto azul-plata, mientras el sol a lo lejos, como un niño en la ventana, se asomaba, temblorosos mis pasos, temblorosa mi alma y en mi mente inquieta, decisión tomada.
Al llegar a la orilla, una voz que me hablaba… ¿Qué pasa mujer? ¡Detén la marcha! Mis ojos se inundan, mi corazón se calma y me mente, cómo el alba de repente aclara, sacudo mi cuerpo y abro la jaula, que escapen los miedos, las malas palabras, las incertidumbre y la desesperanza.
Caí  desgastada sobre la arena helada y miré el mar llena de confianza, mientras sus aguas a las rocas, una canción cantaban.
Di gracias al cielo y un beso a la nada… o a la voz sin rostro, que ese amanecer, mi vida salvara.

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