VIII

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Muñeco - Capítulo 8

—¡Harry!

—¿Hum? —Harry estaba medio atontado viendo el baloncesto desde la cocina. Su actitud pasota me cabreaba, pero más lo hacía la de mi madre y Daniel, ocupando el sofá, mirándose como si en el mundo no existiera más que el otro, abrazados.

Joder, que cursilada y me daba más rabia aún tener que reconocer que en el fondo les tenía cierta envidia. Eleanor y yo una vez fuimos así, casi me daba vergüenza recordar lo horriblemente meloso y cursi que era pero... estaba enamorado. ¿Qué se le iba a hacer?

—¿Cómo se supone que tengo que sacar esto del horno sin quemarme?

Miré a Harry, abriendo el horno y mirando el pastel de frutas de mi madre con mala cara, sin saber qué hacer con él.

—Utiliza las manoplas.

—¿Manoplas?

—¿No sabes lo que son manoplas? —le pregunté. Harry miró de un lado a otro y agarró el delantal que mi madre había llevado puesto mientras hacía la cena. Me lo mostró con gesto interrogante—. No, eso no son manoplas. Es un delantal. —Alzó una ceja—. ¿Nunca has cocinado nada en tu vida?

—¡Claro que sí! Salchichas de lata, en el microondas.

Dios, ¿cómo había pasado de  a esto? Un... un...

—Quita anda. —Me puse las manoplas y yo mismo saqué el pastel con extremo cuidado. Lo solté sobre la mesa de la cocina y sonreí con superioridad—. Así se hace.

—No me digas. ¿Te crees mejor que yo por saber sacar un pastel del horno?

—Tengo más experiencia culinaria que tú, sólo digo eso.

Harry se carcajeó mientras me quitaba las manoplas y sacaba los cubiertos. No le veía la gracia.

—Eres una jodida maricona —soltó.

—¡¿Qué?!

Se cruzó de brazos, dirigiéndome una mirada de autosuficiencia y chulería irritable y se sentó sobre la mesa de un salto.

—Te gusta que te folle, ¿no? Que te dé por culo un tío. Creo que es obvio.

—¡Una mierda! ¿Y tú qué? ¡Qué te gusta tirarte el culo de tu hermano, pedazo de mamón! ¡Que no te cortaste un pelo en ir a por mí aun sabiendo que...!

—¡A mí no me amenaces con tenedores eh!

Miré la mano que le alzaba, con los cubiertos agarrados fuertemente y los dejé sobre la mesa con lentitud.

—Tenía novia, hasta que tu llegaste todo era normal.

—¡Já! Habría que ver a tu ex.

Sería hijo de... le di la espalda, dispuesto a hacerle tragar sus palabras y cogí el móvil, rebuscando por la galería de imágenes. Ju, aún tenía la foto que Amelia y yo nos hicimos en la playa en verano, cuando cogimos el bus y nos escapamos el fin de semana a la casa de veraneo de sus padres. Estábamos abrazados y en bañador en la orilla. Estaba guapísima y con la cabeza bien alta, se la puse en las narices a mi hermano.

—Esa es  Amelia, mi ex. —Sonreí al ver como la boca le llegaba al suelo al verla.

—¿Tu... ex? —preguntó, alucinado. Asentí. Estaba orgulloso de ella, para que negarlo—. ¡Joder, que tetas! —Me quitó el móvil de un manotazo—. ¡Madre mía, como está la morenita!

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2023 ⏰

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