CAPITULO 2: Mi primera ópera

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- Despierta Essie, el desayuno ya está preparado- escuché decir a mi madre
Balbucee un ahora bajo y me preparé mentalmente para levantarme de la cama, era más cómoda de lo que se veía, eso estaba claro. Miré la hora en mi teléfono, las 10:45 ¿Por qué me levantan tan temprano? Pero ya no valía de nada quejarse, asi que me levanté, me tomé una ducha y me cambié con lo que traía en la maleta, hoy traían todo lo demás.
Me puse un vaquero oversize de tiro medio y un top azul, junto unas zapatillas nike blancas.
- Buenos días- dije sentandome en la mesa, donde, claramente, ya se encontraban mis padres.
-Buenos días, cariño. Sirvete lo que quieras- me habló mi padre mientras se servía el café.
Miré las tortitas algo asqueada por si llevaba arándanos, los odiaba desde pequeña.
-Le pedí a la cocinera que no te pusiera arándanos en las tortitas, asi que puedes comerlas tranquila, es solo chocolate- habló de nuevo.
- Gracias - me serví dos tortitas, dios mio, eran super esponjosas, la cocinera me tendría que enseñar a hacerlas asi.
- Essie,- me llamó mi madre- hoy vamos a ir a la ópera en la noche, debes ir elegante, te aviso.
- ¿Qué? Pero si no tengo nada de eso
- Me lo imaginaba, asi que antes de irnos fui a comprar un vestido para ti, le he pedido a una trabajadora que lo planche y te lo prepare encima de tu cama.
- ¿ Y si no me gusta?
- Conozco tus gustos, se que te va a gustar.
- Si los conocieras tan bien sabrías que no me gusta utilizar vestidos.
- Essie, no empecemos.- me dijo seria.- cuándo hayas terminado de ponerte el vestido, ven a mi habitación, yo te arreglaré.
Y con eso llegó la hora de cambiarse, todavía no me había atrevido a entrar a mi habitación a ver el vestido, por lo que estuve curioseando la casa.
Entré a mi habitación sin atreverme a mirar a la cama, cuando encontré la fuerza suficiente vi el vestido doblado, ya no había nada que hacer más que ponerme el vestido, asi que enfadada entré al baño y me cambié.
El vestido era color rojo. Era ajustado, largo, de tirantes y con una abertura en el muslo, resaltaba mi cintura y cadera a la perfección, doy gracias a mi madre por tan buena genética. Fuí a la habitación de mi madre y lo primero que hizo fue darme un vistazo de arriba abajo, y asintió con la cabeza.
- Sabía que te iba a quedar genial, ven sientate - entré y le hice caso, me senté en una silla y empezó a peinarme, me ató el pelo en una coleta alta y luego trenzó la coleta, mi pelo llega hasta debajo de las caderas, rubio y ondulado, asi que se le complicó un poco trenzarlo, me puso gomina y laca en la parte de la cabeza para que no se saliera ningún pelo y pasó a maquillarme. Me puso distintos tonos de marrón en el párpado y me repasó la línea de agua con negro haciendo resaltar mis ojos verdes bosque. Me puso un poco de colorete y me pintó los labios con un tono rojo poco notorio.
- Estás preciosa.
- Y también descalza.- le recordé, no tenía zapatos puestos, y no sabía con que iba a ir en los pies. Mi madre río levemente ante mi comentario.
- Es verdad, se me había olvidado darte los tacones.
- Espera, espera, espera- me miró confundida- ¿Tacones? ¿ Acaso crees que se andar con...eso?
- ¿No sabes?
-Pues no
- Oh- dijo sorprendida- pues aprenderás esta noche, porque no tienes otra cosa.
- ¿Es enserio? Bueno, ya que. ¿Dónde están?
- Ahora te los traigo.- y así se fue, rápidamente volvió con unos tacones negros. Me los puse, pero se me complicó la parte de la cinta, se supone que tiene una cinta fina que empieza en el tobillo y termina a mitad del gemelo, pero se me hizo imposible de poner asi que mi madre me terminó ayudando. Bien, ya estaba lista para ir a mi primera ópera.

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