Capitulo 1

4 1 0
                                    

Hola mis queridos lectores, jeje. Me pasaba por aquí para deciros que este capítulo es solo como una introducción a lo que es el libro, por eso es tan corto y tan considerablemente aburrido. No os preocupéis, que no tardaré en subir el capítulo dos, donde estará la primera aparición de nuestra
querida June.
Por instagram (wendymlee_) estaré subiendo historias con pedacitos de capítulos, y avisaré cada vez que suba uno nuevo.
Ahora sí, disfrutad ;)

Megan

—¡Megan!— me gritó Jara, viniendo desde su habitación hasta la mía—¡MEGAN!

Me desperté de un salto, quedando sentada y mareada en mi cama.

—¿Que...? ¿Que pas...? ¿Qué hora es?—dije, sin saber casi dónde estaba. Apartándome el pelo de la cara.

—¡Las ocho y media!—gritó, desesperada, sacando toda la ropa de mi armario y lanzándola a mi cara.

—Pero que... ¿Que haces con mi ropa?—pregunté, levantando una ceja.

—¡SACÁNDOLA PARA QUE TE LA PONGAS, MEGAN, VÍSTETE!—chilló—Madre mía.

Me froté los ojos y miré la hora en mi móvil.

—Jara— dije, respirando hondo— Son. Las. Cinco. De. La. Mañana.

Ella paró todo lo que estaba haciendo para mirarme con una sonrisita.

—Bueno... Puede que haya exagerado un poco, je, je. Pero aún así, el avión sale a las nueve y hay que facturar, así que ya puedes darte prisa—.

Dicho esto, salió de mi habitación cerrando la puerta y dejándome con todo el desastre que ella misma había ocasionado.

Suspiré sonoramente, pasándome las manos por la cara.

Empezamos bien el día

Después de vestirme con unos pantalones de chandal largos y grises y un top negro, recogí mi habitación y fui al baño.
Me lavé la cara, me deshice del moño mal hecho que me hacía todas las noches antes de dormir y me hice uno nuevo, soltándome varios mechones de pelo.

Cogí mi maleta y empecé a bajar las escaleras.

Abrí la puerta del garaje para montarme en mi coche, Jara ya estaba dentro. Metí mi maleta en el maletero y me subí al asiento del piloto.

—No me estoy creyendo que vayamos a un crucero de primera clase— dijo Jara, soltando un chillido de emoción.

Le dediqué una pequeña sonrisa. He de admitir que yo no estaba tan emocionada como ella. Quiero decir, llevábamos ahorrando demasiado tiempo para esto, y es algo que llevábamos deseando desde que teníamos cinco años, pero... No era capaz de sentir ilusión. Ni por esto, ni por nada.

Jara, mi prima, siempre ha sido una persona muy risueña, optimista y extrovertida. Desde pequeñas siempre hemos sido dos polos opuestos, tanto física como mentalmente.

Jara siempre veía el mundo de color de rosa, yo era considerablemente más realista, pero no podía culparla. Al contrario, siempre intentaba no quitarle la ilusión, porque era lo que más la caracterizaba. Y me encantaba que fuese así.

Tenía el pelo rubio un poco oscuro, los ojos verdes y marrones, la nariz pequeñita y respingada, ni muchos ni pocos labios, y lo mismo con los pechos, el trasero y las curvas de su cuerpo.

Creo que el cuerpo y la nariz es lo único que tenemos en común.

Yo tengo el pelo totalmente negro y la nuca rapada, mis ojos son verdes y tengo las mejillas y la nariz llenas de pecas casi imperceptibles.

Jara y yo pasamos toda nuestra infancia en casa de nuestra abuela. Mis padres nunca me prestaron suficiente atención, estaban demasiado ocupados con sus trabajos, y los padres de Jara estaban separados. Su padre vivía a tres horas de donde vivíamos, por lo que nunca le veía y casi nunca hablaban. Y su madre... Bueno, nunca tuvieron la mejor relación.

Así que nos pasábamos todos los días en casa de nuestra abuela, a la que le debíamos todo. Y, sinceramente, no lo cambiaría por nada. Me daba completamente igual no haber tenido una infancia con mis padres, la había pasado al lado de las dos personas que más quería en este mundo. Y, solo por eso, fue perfecta.

Nos pasábamos las tardes enteras viendo películas, series o programas sobre el mar. En mi caso, la única motivación que tenía es ahorrar para verlo. Me causaba tanta paz y a la vez tanta curiosidad... Todas las noches antes de dormir me imaginaba corriendo desde la arena hasta la orilla, sintiendo como mis pies quemaban al correr—lo que me producía una oleada de adrenalina por todo mi cuerpo—hasta llegar al mar y sentir una sensación de paz tan increíble... Llegar a sentir eso en la vida real era mi mayor sueño.
Empezamos a ahorrar a los diez años y, nueve después, finalmente lo hemos conseguido.

El sonido de la puerta trasera del coche abriéndose me sacó de mis pensamientos. Ni siquiera recordaba haber parado en la puerta de la casa de nuestra mejor amiga, Varinia, que también venía al crucero.

—Hola, corazones— dijo sonriendo, subiendo al coche—

—Hola, preciosa— contestó Jara, devolviéndole la sonrisa.

—¿Qué tal, Vari?— la saludé distraídamente, mientras cambiaba de marcha para dirigirnos al aeropuerto.

No recuerdo muy bien que dijo, pero ella y mi prima empezaron a parlotear sin parar. Yo no tardé en desconectar hasta llegar a una gasolinera y pedirnos un café cada una. Necesitaba cafeína si quería llegar despierta—o viva— al aeropuerto.

Cuando llegamos eran las seis de la mañana, Jara y Vari estaban profundamente dormidas, las desperté y, después de tres largas horas en el aeropuerto, nos subimos al avión.
A mí me tocó en la ventanilla, por suerte.

El barco salía desde Alemania, hacíamos varias paradas, pero la mayoría de días—en total eran 15— eran de navegación. Pasaba por Dinamarca y Noruega. Finalizaba en Islandia.

Miré por la ventanilla, cansada, no dejaba de imaginarme cómo sería todo. Por algún motivo, tuve un buen presentimiento, pero no tardé en quedarme dormida.

Por primera y última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora