Un amor efímero

CAPÍTULO I. La llegada

Me despierto debido a la sacudida que siento en el hombro. Es el pasajero que iba a mi lado, me indica que ya hemos aterrizado y me despierto del todo. Me vuelve a invadir toda la emoción que tenía antes de subirme al avión. He llegado a Palma de Mallorca por fin. Pasaré aquí todo el mes de Julio pero solo estaré sola cuidando de mis primos pequeños una semana ya que mis tíos tienen que irse de viaje debido al trabajo.

Decidimos que sería yo quien se quedaría a cuidarlos ya que yo estaba de vacaciones y siempre paso dos semanas en un pueblo pequeño de Galicia con ellos en verano, pero este año me quedaré aquí un més en vez de ir a allí con ellos.

He cumplido los 18 este año en enero y como ya he pasado bastante tiempo con ellos durante los últimos veranos confían en que los vaya a cuidar bien ya que saben lo mucho que yo los quiero y lo feliz que estoy siempre a su alrededor.

Mi tío es un hombre delgado pero en forma, ya que suele ir mucho a correr, tiene el pelo castaño oscuro tirando a negro y los ojos marrones. En realidad no es mi tío, ya que es primo de mi madre, pero yo lo siento así. Se llama Mateo y siempre que he ido a su casa en verano me ha tratado como a una hija más, tenemos una conexión especial desde siempre, pero ahora que soy más mayor eso ha aumentado, nos entendemos bien, siempre hablo con él cuando algo me atormenta la cabeza. Lo mismo pasa con su esposa, es hermosa, de un pelo castaño claro por los hombros y unos ojos marrones. Su nombre es Vega y al igual que a mi, a ella también le apasiona leer.

El mayor de sus dos hijos se llama Enzo, tiene 8 años. Sus ojos son de un gris precioso y tiene un pelo castaño claro igual que el de su madre. El pequeño se llama Diego y tiene 6 años, el tiene los ojos marrones, pero son bonitos igualmente, su pelo es castaño oscuro como su padre. Los quiero mucho y siempre me saca una sonrisa pasar tiempo con ellos.

Volviendo al presente, estoy paseando por el aeropuerto hacia la salida para juntarme con ellos. Llevo la maleta a rastras detrás de mí. El primero en verme es Mateo e indica a los demás dónde estoy. En cuanto los peques me ven vienen corriendo con una sonrisa enorme en sus caras a darme un abrazo y detrás suyo vienen mis tíos. Les saludo a todos con un gran abrazo y voy al coche cogida de la mano de Enzo y Diego. Una vez dentro, me siento entre los asientos de mis primos como siempre, aunque el sitio es pequeño debido a sus grandes sillas.

- ¿Qué tal ha ido el viaje Valeria? - Me pregunta Mateo mirándome por el retrovisor.

- Pues supongo que bien porque me he dormido. - Digo yo con una sonrisa en la cara porque ya se lo que viene ahora.

- Porque eres una adolescente - Dice Enzo a mi lado. Yo giro la cabeza hacia él sonriendo - Y las adolescentes duermen muuuuucho. - Todos los del coche nos reímos.

Esa broma se creo el primer verano que fui a pasar con ellos, ya que debido a que me quedaba despierta hasta tarde leyendo, al día siguiente me despertaba muy tarde y los peques me preguntaban por qué dormía tanto así que Mateo les dijo que era porque yo era una adolescente, y desde entonces ellos el dormir mucho lo ven como ser una adolescente.

Llegamos enseguida a casa en Alcudia y como ya es algo tarde decido subir a la que va a ser mi habitación, que está al lado de la de Enzo y Diego, y coloco todas mis pertenencias allí. Una vez está todo colocado, decido llamar a mis padres para asegurarles de que he llegado sana y salva.

- ¡Hola Val! - Dice mi hermana desde el otro lado de la línea. Tiene tres años más que yo y está en el tercer año de la carrera de magisterio. Le encantan los niños. Seguro que os preguntáis, ¿y entonces por qué no ha ido ella a cuidar de vuestros primos? la respuesta es fácil, tiene planeado un viaje con sus amigas. Yo era la única que tenía el mes entero libre.

- ¿Hola Livi, están papá y mamá por ahí?

- Si, ahora les digo que se pongan. - Responde ella. Después de un breve silencio, se escuchan sus voces, al parecer han puesto la llamada en altavoz.