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— Pido permiso para pasar por tu casa, Albafica de Piscis. —anuncio Degel entrando a está.

El hombre de cabellos solo asintió en forma de aprobación. Albafica se encontraba recargado contra una estructura de su templo viendo a la nada, recordando aquella carta leída de esa amazona de bronce. Su mente era un lío una parte de él, quería conocerla más a fondo y ver si ambos estaban hechos para estar juntos, pero su otra parte se negaba rotundamente al imaginarla muerta en sus brazos por culpa de su sangre envenenada. Aunque era la primera vez que la veía de cerca sentía que la conocía de toda la vida simplemente sentía bien con su presencia era un sentimiento raro que Albafica no sabía describir por esa chica.

— Albafica —la voz de Degel, lo saco de sus pensamientos—. Quisiera hablar contigo.

— ¿De qué quieres hablar? —se giro hacía él viéndolo expectante.

— Es sobre mi hermana menor, el caballero de bronce, Neida de Cisne. —explico fríamente—. Me he enterado de que tú has sido, el hombre que la ha visto sin su máscara. Y tu más bien sabes lo que ocurre en esos casos, la dignidad de mi hermana está en juego. Sabes que aquellos que ven a los caballeros femeninos sin su máscara es peor que verlas desnudas.

— No importa, lo pasaré por alto esta vez, no quiero que tú hermana pague por un error mío. —hablo neutral.

— Ese no es el caso Albafica. —se estaba irritando—. Esté no es cualquier asunto, ella es mi hermana menor. Y su dignidad quedó destruida, aunque eso no es lo que más me importe ahora. Albafica ¿no te das cuenta, verdad?

El caballero de piscis apretó su puño, no quería saber por donde iba la conversación. Temía que sus sospechas fueran ciertas, luego de leer esa carta quedó estático. Quería que fuera una broma de mal gusto, no quería herir a esa chica tanto en sentido literal como figurado.

— Neida está enamorada de ti, desde que era una niña. —declaró serio—. Está demasiado ilusionada y si la rechazas la romperas. Aunque está dispuesta aceptar tu respuesta si es negativa o positiva. Ella te ama tanto que buscará tu bienestar antes que el de ella.

— No sé que decir, sabes porque evitó el contacto con las personas ¿no? —lo miro expectante.

— Si lo sé, no te pido que tengas contacto corporal con ella. Solo que ambos resuelvan esté problema como adultos y que nadie salga lastimado. —le dió la espalda para comenzar a salir del templo—. Neida es mi más grande orgullo y si la lastimas no te lo perdonaré nunca, Albafica de Piscis.

Amenazó en lo último, para retirarse del lugar. Dejando al pobre chico en qué pensar como podía escapar de algo que no tenía solución. Y es que no sabía si corresponder a dichos sentimientos estaba confundido en verdad en quería eso. Porque en la parte más profunda de su ser el tenía miedo de hacerle daño a ella.

𝐀𝐋𝐌𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀𝐒 © ┇ Albafica de Piscis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora