1. Temporada abierta

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12/2/2123 5:43 AM

Superficie del planeta HD 99492 b

Colonia del Imperio Alnnajin "Salaam"

Estado: Abandono total de la colonia desde el año 1857

El destructor imperial descendió. El Capitán de la expedición imperial yacía impaciente, sentado en el puente de mando, golpeteando la mesa con sus dedos. Con una fría reacción, miró al Ejecutador enfrente suyo y no resistió en preguntar:

-¿Y bien?

-Todavía no tenemos rastros del teniente, mi Capitán. Creemos que el impacto de su nave fue crítico.

-El bastardo es resiliente y no se va a morir por un accidente aéreo. -Colocándose su casco-. Aún así, ¿qué te hizo sacar esa conclusión?

El Ejecutador miró el dispositivo de su antebrazo y empezó a analizar conversaciones con los oficiales a bordo. Luego de unos segundos, hizo un gesto de estupefacción y volvió a mencionar:

-Simplemente no hemos hallado la nave, Capitán.

-Ustedes los darkonianos son una raza de holgazanes y mediocres.

Refunfuñando, el capitán se levantó de su asiento y caminó en dirección a la salida, haciendo un ademán al Ejecutador antes de agregar:

-Voy a desdoblarme, quizás pueda recibir una respuesta de su paradero tan pronto tenga información.

Al abrir la compuerta que conectaba el puente de mando con la sala central, se podía ver un largo pasillo poco iluminado con ciertas pantallas que emulaban la vista como si esa sección de la nave tuviera ventanas. El Capitán contempló por un segundo la atmósfera verdosa del planeta y dio un suspiro mientras observaba el planeta. Le causaba pesar recordar que ahora aquella ex colonia no era más que un monumento a los fracasos del imperio. Luego de unos segundos, continuó caminando por el destructor. Los amaralkianos, seres altos y delgados con cierta similitud a los humanos, trabajaban en monitores observando los radares y metrajes de la nave, en búsqueda de alguna señal del teniente. El Capitán no les dio importancia y entró a su recámara, se sentó tranquilamente en un asiento ceremonial dentro de su habitación que lo levantó lentamente y lo reclinó hasta estar acostado. Las luces se apagaron y un ruido blanco empezó a sonar dentro de su casco. Cerró los ojos y se preguntó a sí mismo:

-¿Dónde estás, Arthur?

Sus ojos se abrieron de nuevo, pero podía ver la superficie del planeta. Sentía una lluvia estruendosa e intensa. Se movió ligero como el aire que abrazaba la atmósfera y al elevar su cuerpo finalmente vio un humeante escombro. Suprimiendo sus emociones ante tal hallazgo, decidió acercarse lentamente y entró en los restos de lo que parecía ser una nave de origen humano. Al entrar, observó cuerpos humanos destrozados y machacados por el impacto, casi fusionados con la estructura de la nave. Con indiferencia, siguió avanzando y finalmente encontró uno que vestía la insignia de la estrella Sol en su armadura abollada. Pasó una mano sobre su cuerpo como si fuese un escáner y sintió una cálida sensación en su mano, comentó:

-Ah... El Teniente Arthur Devol, vive al nombre de su ascendencia.

El Capitán observó el ambiente con afán de memorizar lo que había visto. Al cabo de unos segundos, decidió cerrar los ojos y al volver a abrirlos, estaba en la nave exactamente como al inicio. Su asiento se volvió a transformar en una silla. Tras analizar su antebrazo, escribió unas coordenadas y envió capturas de las fotos de lo que vio a los datos del destructor en donde se encontraba. Automáticamente, la astronave empezó a dirigirse a las coordenadas escritas por él.

Al cabo de una hora, ya se encontraban surcando la atmósfera del planeta, entre su densa flora y montañas. El Capitán se dirigió nuevamente al centro de mando y encontró al Ejecutador mirando fijamente las imágenes mentales transmitidas por el Capitán. Sin que siquiera este le dirigiera la mirada, decide hablarle mientras se acerca a la consola de mando en la sección de la nave.

-Los psíquicos imperiales como usted, Capitán, me asombran y me aterrorizan. Pensar que logran hazañas imposibles como encontrar a un oficial desaparecido en 40 minutos o dejar en estado vegetal a mentes menos entrenadas, solo a punta de memorias y guerra psicologica.

-Las ondas tienen efectos determinados y calculables en el plano material, mis "dones" no son nada más que la concentración de las ondas que podemos ejercer en la materia y en otros seres vivos.

-Lo comenta como si cualquiera pudiese hacerlo.

El Capitán empieza a ver el mapa holográfico de la superficie en la que se encuentran sobrevolando. Eventualmente, encuentra una anomalía a diez metros de las coordenadas que envió durante su visión. Luego de eso, volvió a centrarse en las palabras del Ejecutor y se limita a asentir con la cabeza.

-Ejecutor, prepare a un escuadrón. Vamos a examinar el área una vez aterricemos aquí. Estoy seguro de que hemos dado con el teniente.

La nave se posaba sobre un llano cercano a una cordillera que tapaba un escombro humeante con su sombra. Las pocas llamas que afectaron la zona delataban el trágico suceso con un tenue brillo. El destructor descendió hasta poder aterrizar con sus 4 trenes de aterrizaje y se enganchó a la superficie. Momentos después, una plataforma empezó a descender con el Ejecutor y su escuadrón, acompañados del Capitán. Una vez en el piso, empezaron a rodear el escombro y examinarlo. Uno de los soldados amaralkianos mencionó:

-¿Una corbeta Terráquea? -Mirando extrañado-

-Lo que queda de ella. La caída hizo que su integridad estructural sea crítica. Procedan con cuidado y extraigan al teniente. -Mencionó con autoridad el capitán mientras gesticulaba para que el primer grupo entrara.

Al cabo de unos minutos, uno de los darkonianos del escuadrón comunicó por la señal de comunicación:

-El teniente... No está aquí, Capitán. Sin embargo, esta es exactamente la nave que abatimos. El calibre de los impactos internos es el mismo que poseemos en la nave.

El Capitán frustrado empezó a pensar en una solución. El teniente debería estar ahí, no tenía fuerzas ni para levantarse. ¿Cómo podría haber huido en tan poco tiempo? Decidió usar sus dones para buscar al teniente en la zona mientras cerraba los ojos. Su mente generó una onda como la de un sonar y percibió las formas de vida de su escuadrón y de seres silvestres. Sin embargo, sintió un "rebote" en la señal enviada por su mente. Aquello significaba que el teniente no solo estaba cerca, sino que también estaba despierto. Trató de concentrarse en Arthur y mientras lo visualizaba, le envió el siguiente mensaje:

-"Sabemos que estás aquí, Teniente. Huye todo lo que quieras... pero mientras estés vivo, nosotros te encontraremos."

El Juicio en SalaamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora