✰︎ 𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐞𝐧𝐝 ✰︎

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YangYang terminó de acostar al pequeño Renjun, cantando una suave canción de cuna mientras su bebé cerraba sus ojitos, apretando uno de sus peluches para dormir.

Su niño terminó por dormirse completamente y él abandonó la habitación, yendo al dormitorio que compartía con Ten, no lo encontró, ahogó un grito cuando los brazos del mayor rodearon su cintura, asustandolo.

Escuchó la risa de Ten en su oído, la cercanía lo hizo ruborizarse.

— ¿Te sorprendí, cariño? — susurró, sus labios tocaban su oreja, antes de que pudiera responder, el castaño bajó al cuello del menor y comenzó de dejar suaves besos.

— H-hyung — YangYang pasó saliva con nervios.

— Bebé, déjame besar tu cuerpo de nuevo— pidió—. Hace mucho no lo hago, quiero hacerlo, lo estuve esperando, ¿Me dejas? — y es que desde su regreso a su mundo, YangYang no lo había dejado dar un vistazo a su cuerpo en ningún momento de aquellos estresantes dos meses.

Y continuó dejando húmedos besos en su cuello, que lo hicieron jadear hasta asentir.

Ten lo volteó, besando sus labios mientras avanzaba hacia la cama, con YangYang caminando de espaldas, el mayor se detuvo antes de que su amado chocará con la cama.

Sin dejar de mirarlo, YangYang se recostó sobre las sábanas, su respiración agitada y su expresión necesitada eran más que hermosas.

Ten se colocó a horcadas sobre él, sus manos pasaron por debajo de la remera de YangYang, acariciando su torso con suavidad hasta pasarla sobre su cabeza.

Entonces, YangYang cerró los ojos y quiso irse, no quería que Ten viera lo que había cambiado.

Su cuerpo con músculos marcados se veía más perdido, el embarazo había hecho que una capa de grasa cubriera sus músculos que también se habían reducido por la falta de ejercicio y de gravedad en el espacio, notandose menos que antes, pero en su estómago se notaban las estrías, esas cicatrices que adornaban su bajo vientre y que a él no le gustaban.

Sintió a Ten tocarlas con la punta de sus dedos, trazando el camino de esas líneas.

Se cubrió el rostro con sus manos, sintió las lágrimas en sus ojos y se mordió con fuerza su labio inferior.

— Bebé —Ten se acercó a él, su voz era suave, sus manos tomaron sus muñecas, en una señal para que las apartara, pero no lo hizo, YangYang negó—. ¿Qué pasa, amor?

El pelinegro se acercó a él para dejar besos sobre las manos del menor, luego de unos cuantos un sollozo escapó de los labios del castaño, haciendo que Ten se separa un poco con preocupación en su mirada, YangYang apartó sus manos y lo miró como si pudiera disculpas.

— Yangie, bebé...— Ten limpió sus lágrimas—. No llores... ¿Por qué habría que llorar, cariño?

— N-No me gustan— murmuró, una de sus manos escapó del agarre de Ten para cubrir un poco esas cicatrices.

— Bebé... — murmuró el mayor, se alejó de su rostro, para bajar hacia su vientre, tomó la mano que cubría un lado de su bajo abdomen, y un par de esas marcas, para comenzar a dejar besos sobre ellas, besando con cariño su piel mientras seguía tomando su mano.

YangYang sonrió, se sintió tan bien en su interior ese gesto, y Ten no se detuvo, continuó besando cada una de esas marcas, sacándole unos cuantos suspiros por estar tan cerca de su parte baja, mandando cosquilleos por toda su columna en algunos besos más calientes.

Sus manos se separaron sólo cuando Ten se apartó para quitarle las prendas que le quedaban a su amado, dejando su cuerpo totalmente a la vista.

Besó a YangYang en los labios una vez más, impulsado por todo el amor que le tenía, que florecía cada vez que lo miraba, mientras pasaba sus manos por todo el cuerpo del menor, sacando suspiros y jadeos entrecortados por el encuentro de sus belfos.

Se encargó de decirle que lo amaba, nunca se cansaría de decirlo, miraba a esos ojos llenos de estrella con admiración y cariño, YangYang sonrió apenas un poco, sus lindos dientes se asomaron entre sus hinchados labios como respuesta.

Y besó todo su cuerpo de nuevo, volviendo a encontrar sus labios con cada centímetro de su piel, que tanto había extrañado.

Podría decir que estaba algo cambiado, pero lo amaba igual, amaba esas nuevas marcas también, porque eran la prueba de lo que había logrado, del fruto de su amor y de su lucha.

Y amaba a YangYang también, con todo su corazón, con todo el universo en su interior, y lo seguiría haciendo por siempre, hasta que los astros dejen de girar, hasta que el universo desaparezca y todo vuelva empezar, y seguramente, incluso luego de eso, lo amaría también.

Fin.

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━ ❨ sweet star ❩ | tenyangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora