One-Shots ~Las Leyendas~

Encargo 3/3

Vamos ____, es solo un objetivo más...

– ¿Qué es eso? –dijiste apuntando un lugar apartado donde había unos arbustos–

– ¿Qué cosa? –preguntó confundido–

– No lo sé, vi algo, se fue por ahí –dijiste empezando a caminar hacia donde habías señalado, haciendo que Leo te siga–

– ¿Dónde se fue? –preguntó adelantándose unos pasos de ti, grave error–

– No lo sé, se movió por aquí... –dijiste fingiendo curiosidad–

– ... Está muy obscuro, no veo nada –dijo dándose la vuelta, mirándote– Mejor vámonos, está muy solitario aquí –dijo tratando de caminar de vuelta pero lo detuviste–

– No... –fue todo lo que dijiste, él solo te vió confundido para luego caer inconsciente al suelo–

– ¿Cuándo aprendiste ese hechizo? –preguntó confusa Octavia–

– Cuando aún estaba viva –dijiste aún mirando a Leo–

Pero entonces... ¿Por qué me duele tanto?

– ... ¿Qué...? –susurró despertando por fin–

– ... –seguía analizando el lugar, notando que estaba atado a una silla en un cuarto vacío y obscuro, notando también que solo entra la luz de la luna por una pequeña ventana a lo alto de una pared–

– ¡Oh, al fin despiertas! –dijiste con hipócrita sonrisa, aunque... Por dentro te sentías mal contigo misma– ¿Como estuvo el sueño, eh? –dijiste llamando su atención, a lo que volteó a ver en tu dirección, topándose con unos ojos color magenta brillando en un rincón de la habitación–

– ¿Qué está...? ¿Qué hago aquí? ¿Tú me-?

– Bien bello durmiente, antes de que te confundas más... –te levantaste de tu silla que estaba en las sombras y caminante hacia la luz, mostrando tu verdadera forma– Me presento, mi nombre es ____ Sánchez y soy una simple pecadora –dijiste mostrando tus dientes en una sonrisa–

– ... ¿De dónde vienes realmente? –dijo con una tristeza inmensa, normalmente tus víctimas no reaccionaban así, algo que te confundió–

– Espera, ¿No estás asustado? –preguntaste–

– Más que asustado, decepcionado... –dijo apartando la vista–

– ... ¿De qué? –susurraste, temiendo de la respuesta–

– ... De ti... –dijo, mirándote con desprecio–

– ... ¿Por qué? –dijiste comenzando a sentir tus ojos picar. Te dolía su mirada–

– Te consideraba mi amiga, incluso más que eso en ocasiones... Yo ya sospechaba algo de ti, simplemente algo dentro de mí me decía que no confiara en ti, pero me cegaron tus buenos tratos y tus palabras vacías... –soltó una risa irónica– Y ahora estoy aquí, secuestrado por una... Pecadora –pronunciaba las palabras con odio y en su mirada notabas la decepción y el rencor–

– Y-yo... –no podías articular una sola palabra, sentías tus ojos arder ya que, por alguna "extraña razón" te dolían las palabras de Leo, te sentías el ser más despreciable que haya pisado el planeta– No es mi culpa –lograste decir, sintiendo como algo húmedo recorría tu mejilla. Te limpiaste rápida y bruscamente–

– ¿Y de quién, eh? ¿De ese tal amigo tuyo que es de "tu ciudad natal"? –exclamó molesto–

– No... Es tuya –dijiste lo primero que se te ocurrió para tratar de "excusarte"–