si me pides que me quede

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Di otra vuelta en la cama. Miré el reloj que colgaba en la pared vacía. Las dos de la madrugada. Pasé mis manos con frustración sobre mi cara. Estaba desesperado. Llevaba casi una hora dando vueltas sin poder pegar ojo. Y no era tonto. Sabía que el motivo de mi desvelo tenía nombre y apellido.
La voz de Ferran retumbaba en mi cabeza repitiendo todo el rato lo mismo: «Tienes que hablar con él.»
Me levanté de la cama y agarré mi móvil de la mesita de noche. Empecé a caminar de un lado de la habitación a otro.

Había vuelto hace unos días de Canarias, ya que había pasado ahí las vacaciones antes de la pre-temporada. Estaba completamente solo en mi casa, pues mi hermano Fer se había quedado unos días más con mis padres. Me había sentado muy bien volver a casa. Siempre echaba de menos a mi familia y a mi tierra. Y aunque Barcelona me había robado el corazón, nada superaba Canarias. Soy de los que piensa que como en casa en ningún sitio.
Salí al balcón a tomar el aire. Estábamos en pleno julio y hacía mucho calor. Escuchaba a los grillos cantar en el silencio de la noche y a algún vehículo a la lejanía. Desbloquee el teléfono y fui directo a mis contactos. Mi pulgar se posó encima del nombre que buscaba, pero no me atrevía a pulsarlo.

Pablo.

Llevaba días sin hablar con Gavi desde nuestra discusión. Todo estaba bien entre nosotros. Después de ganar la liga todo empezó a joderse. La prensa rosa comenzó a sacar un montón de artículos sobre nuestros supuestos amoríos y sobre las chicas con las que supuestamente estábamos viendo. Algunos incluso decían que nosotros dos estábamos juntos y que manteníamos una relación secreta. Y todo porque no nos separábamos. A los dos nos puso un poco incómodos y decidimos darnos un poco de espacio para que dejasen de hablar. Y yo lo estaba llevando como el culo. Pero ahora soy consciente de por qué y es que no puedo vivir sin Pablo. Me frustraba mucho la situación porque no quería ser distante con mi mejor amigo. Pero tampoco quería que la gente se hiciese ideas raras. La situación llegó a tal extremo que antes de irnos cada uno de vacaciones tuvimos una pelea. Le pedí a Pablo que viniese a Canarias unos días porque ya había ido antes y siempre me decía que quería volver. Además quería pasar unos días con el haciendo el vago, jugando a la play y comiendo las ricas croquetas de mi madre. Un poco de tranquilidad. Lejos de los medios y los chismes. Y aun recuerdo su respuesta porque me molestó muchísimo. Me dijo que por qué no me llevaba a la chica que me estaba follando. En su cara había rabia y yo no entendía por qué me soltó eso. Pero lo que más me dolía era que se creyese lo que decía la prensa después de todo lo que habíamos pasado. Se que a el la situación también le sobrepasaba pero no tenía por qué pagarlo conmigo. ¿Qué podía hacer yo?
Como estaba enfadado le dije que lo olvidara, que era mejor que no viniese y que no entendía por qué estaba actuando como un puto crío y el me replicó diciendo que era yo el que me estaba comportando como tal y empezaron los insultos y los gritos hasta que me harté y salí corriendo. Y como los dos somos unos putos orgullosos nos cerramos en banda. Ninguno le dijo nada al otro durante las vacaciones. Veía sus historias con sus amigos y se que el veía las mías, pero no interactuamos. Los dos hablábamos de vez en cuando por el chat grupal del equipo pero nunca directamente. Ferran se dio cuenta y enseguida me acribilló a preguntas. Le conté lo sucedido y me dijo que le diese tiempo. Que todo había pasado muy rápido y que seguro que a la vuelta lo solucionaríamos. Pero se me estaba haciendo muy duro no saber nada de el. Era una tortura. Pasé de hablar diariamente con él a no saber nada y me molestaba. También me daba miedo. Porque había descubierto que de alguna forma tenía una especie de dependencia hacia el. Por las noches se dificultaba la situación porque siempre le llamaba para contarnos cualquier cosa y nos podíamos quedar hasta tarde hablando hasta que nos quedábamos dormidos. Era como una rutina. Y esa rutina se había roto. Pensé que igual estaba siendo muy dramático. Pero también me asustaba no volver a tener a mi Pablo conmigo y a que las cosas no volviesen a ser iguales. Sabía que uno de los dos tenía que dar el paso y ya me estaba cansando de esperar. Así que pensé en hacerlo yo.

Si me pides que me quede -Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora