El último día del año, ¿Debería importar?
"Un año es la representación imaginaria que tiene como función ubicar al planeta Tierra en un punto fijo de un plano en un momento indicado, ignorando el impacto real de este en nuestro mundo, simplemente fue nuestra palabra y no se contradice"
Era el primer verso que se leía en el cuaderno marrón del hombre, silencioso, robusto y de una apariencia imponente y serena. Portaba un largo chaleco caqui y un sombrero de copa que dificultaba calcular una edad al sujeto. Había sido un año difícil, la empresa en que trabajaba cerró, se había divorciado de su esposa y se encontraba en medio de la plaza de la ciudad sin un solo patrimonio más que su viejo cuaderno y algunos cuantos centavos, lo había perdido todo. Un tipo obsesionado a los vicios que apostando todo llegó a poner en riesgo su vida propia.
—Lo arruine todo— El hombre soltó un lamento ahogado.
Se cubrió con las manos el rostro, se encontraba avergonzado de lo que había hecho con su vida, de los errores que cometió. Recordaba con nostalgia el último año nuevo en que estuvo con su familia. Intentaba con dificultad recordar algún detalle importante pero se encontraba demasiado ebrio como para concentrarse lo suficiente. Era inutil intentar recordar si hacía frío en aquella ocasión o incluso si estaba nevando, lo único que recordaba era quedar dormido y levantarse junto a las campanadas de la iglesia cercana unos dos minutos después de la media noche.
Observó por un ventanal a una familia, sentía frío, cansancio y tristeza al ver esa escena y el silencio del lugar solo provocó que se sintiera aún más agotado y con sueño hasta el punto en que finalmente se quedó completamente dormido.
Un par de minutos después las ruidosas campanadas de la iglesia provocaron que el hombre despertara sobresaltado y cayera al frío y duro suelo de la plaza, observó a su alrededor algo confundido hasta que su vista se cruzó con un gran reloj de neón que colgaba de un edificio cercano. Eran las doce con dos, exactamente dos minutos después de medianoche.
El hombre —ahora sobrio gracias a la impresión de la caída— se puso de pie y tras lograr mantener el equilibrio, comenzó a caminar sin saber muy bien a dónde ir. Había algo extraño en el ambiente, algo que le parecía muy familiar como si conociera de hace tiempo. Se encontraba viviendo un Deja vu en que todos los colores, olores y sonidos le resultaban familiares, casi como un lejano recuerdo. Caminó por un rato mientras intentaba descifrar esa sensación hasta que se topó de frente con su amigo Amando, un hombre de mediana edad a quien conoció en uno de los tantos bares a los que asistió durante aquel tormentoso año que por suerte ya había terminado.
—Buenas noches mi buen amigo— El hombre saludó a Amando solo recibiendo una mirada confundida de su parte.
El hombre se quedó parado en medio de la plaza mientras veía cómo Amando se alejaba sin entender el motivo de su comportamiento, lo más sensato era creer que la vergüenza que Amando sintió hacia su amigo al verlo en tal mísera condición lo orilló a alejarse del lugar para así evitar sentir lástima por él. El hombre tenía muchas dudas y ninguna respuesta.
Se sentía como si estuviera atrapado en un sueño o quizá sólo estaba alucinado a causa del alcohol que había consumido. Eso era imposible, todo era tan real y palpable que parecía impensable la idea de que todo eso era producto del sueño o de alguna sustancia que ingirió.
Aún algo confundido siguió caminando en búsqueda de algo o alguien que pudiera darle alguna respuesta. Hasta que llegó a las afueras de un pequeño supermercado con un par de carteles con luz.
—"Feliz año nuevo 1998"— Se leía en los espectaculares de aquel mercado.
Era simplemente imposible, ese año, ese maldito año ya había terminado. El sujeto se veía confundido y aterrado por aquella escena. Ese año debía haber terminado, debería ser 1999.
—¿Dónde estoy?— El rostro del hombre se volvió inexpresivo, solo observaba fijamente un pequeño diente de león que sobresalía de entre las grietas del suelo.
—¿Morí?— El hombre buscaba alguna explicación aún por más ilógica que esta sonara—. ¿Esto es alguna especie de castigo o de oportunidad de cambiar mi vida?
Al ser un hombre culto y devoto a su religión le parecía la opción más coherente, aunque al detenerse a pensar esta rozaba en lo absurdo y lo fantástico.
—¡Podré cambiar mi vida!— El hombre gritó con emoción mientras comprendía lo que aquella oportunidad, sin importar cual fuese su origen, significaba en su vida.
Corrió a toda prisa rumbo a su hogar donde su esposa e hijos lo esperaban, esta vez sí estaría en casa. Sabía que si llegaba a tiempo evitaría su divorcio y en consecuencia, podría cambiar su destino.
A pocos metros de llegar a la puerta de su hogar se detuvo en seco, provocando que su libreta cayera al suelo. Se agachó para recogerla y al momento de levantarla un pequeño recorte de periodico salió de entre las páginas del cuaderno, en ella se observaba una breve nota fechada en el primero de enero de 1999:
"Hombre muere de hipotermia durante la noche de la víspera de año nuevo"
El hombre leyó la nota y luego la dejó caer al suelo cubierto de nieve. permaneció de pie unos segundos y luego se dió la media vuelta y se alejó lentamente del lugar.
¿Por qué?, solo abrir esa puerta cambiaría su vida.
Era fácil de explicar, el hombre de la nota era él, estaba muerto y sin embargo nunca había sentido tanta paz interior. Recordó quién era, qué había logrado y cómo había llegado hasta ahí, se enorgulleció. Era un ser miserable y despreciable pero era un humano, uno que a pesar de vivir una vida tan trágica estaba tranquilo. Dentro de su miseria vio un rayo de esperanza, una luz que lo aliviaba, una sensación tan extraña de serenidad.
Tuvo una vida horrible pero estaba feliz, después de todo pudo crecer, enamorarse, aprendió a querer y ser querido y al final de su vida pudo reflexionar sus acciones, se encontraba tranquilo.
Caminó hacia la banca donde sabía que moriría y se sentó tranquilamente dispuesto a aceptar su futuro, nunca en su vida había disfrutado tanto aquella vista de la plaza hasta ese momento en que irónicamente ya no se encontraba vivo. Su vida y su muerte no fueron fáciles, cometió errores de los cuales se arrepentía pero también sonreía al recordar todos los buenos momentos que pasó en vida.
Recostó su cabeza por última vez en la banca mientras se lamentaba de no poder despedirse de Amando, de su esposa o de sus hijos y a la vez sonreía pues sabía que estarían bien ahora que él ya no iba a estar.
El hombre comenzó a sentir algo de frío, su hora se acercaba. Se acostó en la banca, nunca se imaginó en esa situación pero ahora tampoco tenía miedo de estar ahí. Finalmente cerró sus ojos y esbozó una leve sonrisa.
Nunca se sabrá si se trató de un final feliz, realmente eso no puede existir, decir que un final es feliz es una total mentira, una falsedad.
¿Será un final? Bueno, eso está en cada uno.
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Cuando el reloj marca la medianoche
Short StoryUn hombre cuya vida se ha visto envuelta en miseria tendrá la oportunidad de remendar los errores cometidos en el pasado, sin pensar nunca que eso cambiaría su forma de ver el mundo para siempre.