Una vida normal

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Las bibliotecas solían ser tranquilas, unos cuantos, trabajando, otros solo venían a charlar, sonaba aburrido en realidad, justo cuando me disponía a ir por un libro observé al precioso chico de tez morena, sus ojos cafés resaltaban de él, su cabello estaba casi rapado, era lindo, mi mirada bajó a sus brazos, una de sus manos tenía un vendaje justo en la muñeca, su pierna repiqueteaba de arriba hacia abajo en un movimiento cíclico y automático, analicé más detenidamente su postura, era algo tensa, se notaba cansado, las ojeras que lo acompañaban lo confirmaron.

Me dio mucha curiosidad, ¿estaría herido? ¿Qué tan profundo era? ¿Quién había sido tan cruel? ¿Quién le habría hecho daño? El chico levantó la mirada y la aparté tan veloz que un dolor me recorrió el cuello.

Tenía que disimular más.

-Un libro de astronomía, es uno viejito y grande - Por fin me levanté para pedir un libro.

La señora, de cabello blanco y lentes en el puente de la nariz, me miró mientras mascaba chicle.

-Ya lo tomaron.

-¿Quién? -pregunté, ofendida.

Ella señaló con su pluma la mesa y volvió a sus asuntos. Pensé en irme, pero me faltaba poco para terminar una de las páginas de mi investigación. Me acerqué a la mesa, el chico estaba de espaldas a mí, tenía la mesa entera llena de papeles, debí preguntar cuanto tardaba en dejar el libro, pero algo me atrapó en esas páginas, sabía que no debía ser cotilla, pero...

La página en la que estaba tenía algunos dibujos (demasiados bien hechos) y muchas palabras, estaba estudiando la distancia de las estrellas, a penas logré leer algunas cosas, mencionaba que la distancia en años/luz de una estrella, era el tiempo que su luz tardaba en llegar al firmamento y por ende a nuestros ojos, por ejemplo: Próxima Centauri, la estrella más cercana, la estamos viendo como era hace 4.2 años, veíamos en nuestro firmamento luces que ya se habían apagado, por ello se decía que ver al cielo era ver al pasado.

Entonces, ¿podríamos decir que seguimos brillando en los lugares en los que ya no estamos?

-Es una forma de verlo.

Su voz, era suave, casi tranquila, sobre todo inesperada, lo extraño fue que no me asusté, tampoco reaccioné, solo lo miré a los ojos como si compartiéramos algo secreto.

-Lo hacemos con la misma intensidad que en el momento en el que nos fuimos, entonces, confirmamos dos cosas: seguimos estando en el presente de algunos, por haber brillado en su pasado, pero sigue siendo pasado.

-Supongo que es la importancia de estar -comentó.

Y asentí en forma de aceptación a su aporte.

- ¿Necesitabas algo? -la pregunta me volvió a la realidad avergonzándome.

-Eh... yo... quería ese libro -lo señalé como si tuviera más en la mesa- esperaré a que termines de usarlo.

Él lo pensó un momento.

-Puedes sentarte si quieres -ofreció.

Torpemente, lo hice, dejé mi libreta sobre la mesa antes de tropezarme con la pata de la mesa y por suerte mis nalgas tocaron la silla y no el suelo.

Para intentar remediar la situación, quise sacar tema de conversación.

- ¿Son investigaciones? -pregunté cuando se me había pasado un poco la vergüenza.

- ¿También las haces?

-Sí, pero no son tan completas como las que usted hace.

Hizo una mueca.

-¿usted? ¿Cuántos años crees que tengo? -sonaba perplejo.

-No lo sé, ¿cuántos cree que aparenta?

-Y sigues con usted -me miró fastidiado- gracias por decirme viejo.

-Un viejo atractivo -solté y el mundo se paralizó.

Borré la sonrisa que tenía una vez me di cuenta de mi atrocidad, me quedé igual que una estatua esperando una reacción negativa del chico.

Lo pensé, solo lo pensé porque me resultó llamativo, pero mi mayor defecto era que soltaba las cosas y no me daba cuenta.

-N-no quise d-decir eso yo... no...

Soltó una risita baja.

-Te has puesto pálida y si se puede saber ¿Cuántos años tiene la señora?

De pronto me entró una alergia en la nuca y no podía dejar de rascarme.

-d-dieciocho -me pasé las manos por la cara – lo siento en serio, lo dije sin pensar, no quise...

-No pasa nada, vieja atractiva -se burló- solo soy cuatro años mayor que tú, así que creo que tendremos unos años más por delante.

-Seguro que sí -suspiré, con el corazón a mil.

-Independientemente de todo, te ves muy linda -dejó ese cumplido.

-Gracias -contesté amablemente.

Me dio la última mirada, sonrió y volvió a sus apuntes.

La conversación había terminado de buena manera, le echaba unas ojeadas a las páginas que tenía en frente, tenía algunos apuntes sobre la teoría del caos, por lo menos fue lo que logré entender de sus garabatos, pues su letra no era muy clara. Aquello era lo mismo que hacía algún tiempo yo había investigado, la diferencia era que sus teorías contaban con experimentos, lo que me dio una idea de que contaba con recursos económicos para costear este tipo de investigaciones. Cuestión que no era nada, nada barata, ni mucho menos fácil.

Me perdí mirando al chico con el ceño fruncido; su cabello abundante con un color que no estaba segura de describir, era un tipo de chocolate claro, con algunas sutiles mechas en un gris suave, su nariz perfilada un poco roja, quizás a causa del polvo que desprendía el libro, los hombros altos lo hacían ver imponente, a primera vista no aparentaba su edad, de cerca ya notabas un poco su juventud, finalmente acabé en sus ojos, claros como la luz, había personas que sabían identificar las miradas, aseguraban que veían sentimientos en los ojos de las personas, pero yo solo me quedaba con las tonalidades del iris.

-Disimulas poco -mencionó- me estás distrayendo con tu mirada y no es mi cosa favorita que me interrumpan mientras trabajo -ni siquiera había levantado la mirada del libro.

Tenía razón. Mis habilidades para disimular nunca fueron buenas.

-Por favor, cuando termines trata de poner las páginas en orden -le pedí amablemente, al ver una de las páginas del libro fuera de su lugar- no sabes el desastre que es ordenarlo luego.

Me levanté de la mesa y tomé mis cosas, en realidad, solo había ido a la biblioteca para escapar del sofocante calor que hacía en la ciudad, no me apetecía esperar a que terminara, principalmente cuando vi que tardaba.

-¿Puedo saber tu nombre? -consultó antes de que pasara por su lado en dirección a la salida.

-Drach.

Él asintió y volvió a lo suyo, mientras yo me alejaba en dirección a la salida.

Error 410 "Gone"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora