Dedicado a B.
Era un día cualquiera en la vida de Antonia. Hacía tiempo que no vivía nada emocionante. Su rutina estaba perfectamente estructurada: levantarse, lavarse los dientes, escoger su ropa, vestirse, desayunar viendo videos en TikTok, salir a esperar el colectivo, cumplir ocho horas en su trabajo como personal administrativo y, finalmente, cursar materias de su carrera de diseño en la universidad. Mucho por hacer, nada emocionante.
Sin embargo, esa fría tarde de otoño, y en cierta forma agradecida por la suspensión de la clase de moldería de esa tarde, decidió romper con su rutina. En lugar de ir a casa, decidió que era tiempo de refrescar su biblioteca personal con un nuevo libro, de un nuevo género, de un nuevo autor. Su mejor amiga le había recomendado unos poemas de Neruda y pensó que sería buena idea hacerle caso. Fue así que en lugar de tomar el colectivo para regresar a casa, tomó la línea de subte D y tras unas cuantas paradas, se encontró caminando por una vereda rumbo a una de las librerías más pintorescas de Buenos Aires.
Instalada en un viejo teatro, la librería tenía varios niveles y un surtido stock de libros perfectamente distribuidos y ordenados según su género, por lo que a Antonia no le resultó difícil encontrar el sector destinado a los de poesía. No era su deseo tratar con vendedores ni toparse con nadie, por lo que perdida en los acordes de la canción de Taylor Swift que sonaba en sus auriculares, se internó decidida en los pasillos del local, subió por unas escaleras, y siguió recorriendo el laberinto que formaban las estanterías hasta encontrar la sección que buscaba.
"Poesía hispanoamericana" rezaba el cartel indicador en la parte superior de la biblioteca, en letras blancas sobre un fondo azul noche. Antonia sonrió, porque el sector era poco concurrido y podría tomarse todo el tiempo del mundo para buscar el libro recomendado y, por qué no, conocer otros títulos.
Estuvo un rato concentrada en los lomos, leyendo con atención los títulos escritos en las más variadas tipografías y colores. Al parecer, nadie se ocupaba de aquella estantería porque, a diferencia de otros géneros, aquí los libros no estaban ordenados alfabéticamente según el apellido del autor, resultándole difícil encontrar aquel que había ido a buscar, hasta que después de unos minutos, pudo dar con él.
- Ahí está...
Estiró su brazo en un intento por alcanzarlo, pero quizás fue demasiado lenta, porque la mano de un hombre se hizo del libro, frustrando sus intenciones.
Exhaló. El día no venía mal, pero haber perdido su objetivo le hizo pensar que no terminaría nada bien. Alguien había tomado su libro, y sin entender por qué, el enojo nació en su pecho y tuvo que contenerse para no soltar un improperio a quien le ganó la carrera hacia el estante. Se volteó hacia el hombre, que hojeaba el ejemplar a pocos centímetros de ella, de espaldas, ignorando su presencia.
"Decile, lo ibas a sacar vos" le dijo su mente, pero Antonia negó con la cabeza y dio media vuelta para alejarse.
"No seas cagona"
Y ahí estaba su mente otra vez, torturándola con ideas un tanto descabelladas. Sin embargo, Antonia se aferró a su bolso y amagó con dar un paso en dirección opuesta a la biblioteca.
"Huye, cobarde"
- Cobarde tu abuela.- se dijo a si misma, en respuesta a la burlona voz de su mente.
- ¿Perdón?
Antonia se paralizó, siendo incapaz de dar un paso más. La voz del hombre resonó en el desierto pasillo y llegó a sus oídos con claridad a pesar de llevar aún sus audífonos, provocándole cierta incomodidad.
"¿Y ahora? Va a pensar que sos una loca..."
- Eh... No pasa nada.- dijo la chica, ignorando las voces internas, volteando lentamente hacia él mientras guardaba los auriculares en el bolsillo de su abrigo.- Fue... Fue un mensaje que...
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Historias para el mate de la tarde (OS Scaloni & Aimar)
FanfictionHistorias cortas (y no tan cortas) con los dos cuarentones más deseados del país nacidas del subconsciente, del delirio, de la charla de domingo o de simplemente ver material audiovisual de estos dos sujetos (entiéndase: SCALONI & AIMAR) ¡Que disfru...