Capítulo 2

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26-enero-2028

Al amanecer del día siguiente los voluntarios de The Bats y de The Monkeys ponen rumbo a la cárcel para reunirse con Hank y sus compañeros. Les cuesta un par de horas en llegar, encontrándose que ya los estaban esperando. El militar los observa con seriedad mientras ellos se les acercan.

—¿Sabéis algo de los de The Wolf? —les pregunta Kayrah.

—No —niega Liam —. Tengo serias dudas de si habrán informado a su gente por la actitud que mostró Yaneli ayer.

—Solo para que nos podamos mentalizar —interviene Lindsay —. ¿Nos podemos encontrar con Rabiosos ahí fuera?

—En cuanto salgamos de la zona segura nos podremos encontrar con cualquier tipo de ser. Si nos encontramos con algún Rabioso recordad que hay que dispararles a la cabeza.

Hace más de tres años que ninguno de ellos ha visto de cerca a un Rabioso, desde que esos militares decidieron prestarles su protección. Ninguno los ha olvidado, en gran parte porque los Rabiosos siguen siendo personas, seres humanos a los que deben matar si no quieren ser devorados.

—¿Cuántos de vosotros sabe disparar? —pregunta Derex.

Las dos facciones se miran entre ellos sin comprender lo que acaban de escuchar.

—No es por hacerme el listo, pero que el mundo se fuera a la mierda nos obligó a aceptar que debíamos saber defendernos si queríamos sobrevivir.

A Hank se le escapa una risa que intenta disimular con poco éxito.

—A ver, que son civiles pero no estúpidos. Llegaron muy lejos sin la necesidad de nuestra ayuda.

—Solo he seguido el protocolo —se defiende.

—En todo caso las armas y la munición las vamos a poner nosotros. No os debéis de preocupar por las provisiones.

No pueden evitar seguir sorprendiéndose de que hayan militares agradables, al menos la mayoría que conocen. Nadie quiere reconocer que tiene miedo, no obstante es algo que se puede palpar en el ambiente.

Ryder se dirige a la cárcel para hablar con Hank, llegando cuando The Bats y The Monkeys ya se han marchado. Acaba encontrando al militar preparando unas mochilas con provisiones.

—Perdone, ¿puedo hablar con usted un momento?

Hank levanta la mirada sorprendido.

—Por supuesto, sin problemas.

El militar se detiene en sus tareas para poder prestarle toda su atención.

—Ayer Yaneli nos contó la situación en la que nos encontramos.

—Me sorprende que os lo contase —admite.

—Ya, no estaba muy entusiasmada con hacerlo por como la vi —evitando reír —.¿Aún seguís buscando voluntarios?

—Sí —sorprendido —. ¿Te estás ofreciendo como voluntario?

—Mi banda y yo. Somos seis personas. Me imagino que os podremos ayudar.

Hank no se esperaba que se ofrecieran seis personas de golpe y mucho menos que sean por parte de la facción de The Wolf. Como bien dice su nombre, son lobos solitarios que, aunque no dan apenas problemas, son de socializar poco con otras personas fuera de su grupo. Ryder, al parecer, no es como los demás.

Tras unas horas estando de nuevo en su facción, Liam toma la decisión de hablar a solas con Samary. La encuentra en su cabaña, por suerte sin que nadie la acompañe.

—¿Podemos hablar un momento?

—Claro —con una sonrisa —. ¿Pasa alguna cosa?

—Me gustaría que hablásemos sobre la decisión que has tomado para ofrecerte como voluntaria.

—Soy mayor de edad, Liam, ya puedo tomar decisiones sin tener que pedirte permiso.

—No quito razón a lo que me has dicho, pero no puedo evitar tener miedo de lo que te pueda ocurrir.

—Todos vamos a correr el mismo peligro —con una nueva sonrisa —. Tranquilo, estoy muy segura de la decisión que he tomado.

Aunque Henry es consciente de que su hermano ya ha ido a hablar con el militar, decide hablar con él para al menos sincerarse con lo que siente.

—No te parece bien que os haya metido a todos en esto, ¿no?

—Lo que quiero saber es si te lo has pensado bien, hermano.

—Mi mayor preocupación ahora mismo es que todos acabemos muertos, tronco.

—Estamos como siempre, Ryder; tú tomas una decisión y los demás te seguimos.

—Yo hablé con vosotros para que tomaseis vuestra propia decisión, no os he obligado a venir a ninguno.

—¡Todos te vamos a seguir para que no mueras solo! —respira hondo —. Esto nos queda muy grande, Ryder. Sabemos como se mata a un Rabioso, pero no hemos visto a uno en nuestra puta vida.

Ryder se apoya en la mesa.

—Sé lo peligroso que es, te lo aseguro. La verdad es que, si tengo que morir de alguna manera, prefiero que sea intentando evitar que todo se vaya a la mierda del todo, tronco.

Henry observa a su hermano. De sus padres heredaron la sensación de tener que proteger el barrio por encima de cualquier cosa, es probable que en Ryder sea mayor y lo haya llevado al extremo en el que se encuentran. Por supuesto, lo va a acompañar allá donde vaya a pesar de que él piense que no es una buena idea.

Alexander y Helly se aíslan en un rincón de la facción de The Monkeys para poder hablar con tranquilidad.

—¿Tú crees que vamos a conseguir evitar que esa Central Nuclear acabe explotando? —pregunta Alexander?

—Lo vamos a tener muy jodido. Entre ir a por ese hombre e intentar llegar hasta la Central... No sé, yo prefiero pensar que lo vamos a conseguir.

A Alexander le gustaría tener esa forma de pensar, no obstante él solo es capaz de pensar que, en un momento u otro, van a acabar muriendo.

—Es increíble como, a pesar de todo esto, somos capaces de seguir adelante e incluso de enamorarnos.

A Helly se le dibuja una sonrisa.

—Es, probablemente, lo único bueno que he sacado de todo esto —besándolo —; te conocí.

Andrew, que lleva inquieto desde que Hank le informó de la delicada situación en la que se encuentran, acaba decidiendo hablar con Kayrah en privado.

—¿Sucede algo? —le pregunta.

—He estado pensando que deberíamos de tener un plan B por si falla la misión que vamos a emprender mañana.

—Me estás hablando de un plan alternativo —comprende —. Sería una opción si no fuera porque no tenemos más opciones.

—¿Qué me estás insinuando? —alterándose.

—Si tus ideas son que busquemos un nuevo lugar seguro te informo de que es imposible. Todo se encuentra desolado, inhabitable.

El fin...o un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora