ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟜

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Chan apretó la muñeca de Jeongin y sin dejar que la otra parte tuviera espacio para resistirse, bajó la cabeza, metiéndose directamente en la boca la punta roja y tierna del pezón. Cómo un joven león que no sabía con qué fuerza mordía un trozo de carne, hizo que Jeongin gritara suavemente de dolor. -chan, no... Me duele...

Pero no sólo mordía la carne de los pechos con sus dientes, sino que chan también utilizaba la mandíbula superior y la punta de la lengua conjuntamente para ejercer fuerza, estimulando los pezones; Jeongin sólo podía sentir el cosquilleo y el doloroso placer estallar al unísono, las chispas eléctricas se dirigieron hasta su coxis, justo en sus partes privadas.

No podía soportarlo.

Jeongin torció la cintura y las caderas de forma incontrolada, sus talones se frotaron contra la sábana de la cama tratando de escapar del agarre de Chan, pero sus tetas obedecían a la respuesta fisiológica: los agujeros de los pezones se abrieron y la leche, caliente y fría a la vez, salió disparada, golpeando la boca del joven Alfa. Chan succionó y tragó, una serie de movimientos iguales a las de un bebé pequeño que tomaba leche, salvo que este bebé era un poco más fuerte y mordía con más brusquedad.

Las figuras entrelazadas en la cama pasaron gradualmente del forcejeo y la supresión, al silencio.

En algún momento, el joven Alfa se apoderó del Omega bajo él, con la cabeza enterrada en sus pechos, chupando embelesado los suaves y redondos pezones, dejando ligeras marcas de dientes en la areola y la carne de los senos. Jeongin también pareció sentirse atraído por las feromonas de chan, su mirada estaba ligeramente baja y su expresión era amable.

El Alfa levantó la vista y lo miró por un momento, observando una línea acuosa en los ojos de Jeongin, que precisamente estaban empañados por las lágrimas. Sus manos se apoyaban inconscientemente sobre los hombros y la parte posterior del cuello de chan , con el pecho ligeramente inclinado hacia él mientras respiraba dificultosamente, indicando que ya estaba excitado.

La leche de ambas tetas no tardó en ser succionada por el joven.

Chan dio un último lametón al pezón brillante y rojo con la punta de su lengua, antes de soltarlo. Los pezones seguían temblando débilmente, manchados de un líquido claro mezclado con un poco de leche blanca; Chan los pellizcó con los dedos y acompañado por el grito de dolor de Jeongin, otra perla blanca se derramó de la punta de las tetas. Era como si fuera la última gota y a su vez, casi como si fuera inagotable.

-Madre, me encanta el sabor de tu leche.

El Alfa besó el pezón.

Jeongin no pudo retener por más tiempo las gotas en sus ojos y mirando el joven rostro de chan, se dejó llevar por las lágrimas.

Chan sonrió de mala manera. -Eres tan aprensivo, ¿acaso estás siendo intimidado para llorar de esa manera?

Jeongin empujó a chan y se giró ligeramente a un lado, tirando de las sábanas para cubrir sus pechos mojados y cubiertos por las marcas de dientes. -Por favor, sal de la cama.

Chan no pudo escucharlo, por lo que, abrazando por detrás a Jeongin, apoyó su cabeza en el hombro del otro hombre y dijo: -¿No me quieres después de alimentarme?

Si Jeongin hubiera gritado y se hubiera puesto histérico, tal vez Chan se habría aburrido, pero la reacción de su "madre" fue tan abrumadora: Jeongin parecía rechazarlo, pero incluso su rechazo seguía siendo suave y gentil, como si lo estuviera seduciendo, pero en realidad, si lo intimidabas un poco, lloraba del agravio.

La boca de Chan se desinfló mientras decía con tranquilidad: -Yo no te he hecho nada, sólo tomé unos sorbos de tu leche. Tú puedes alimentar a dos bebés, ¿por qué no puedes alimentarme a mí? ¿No planeas tratarme cómo tu hijo?

-Tonterías. -dijo Jeongin.

-De todos modos, ahora he bebido tu leche, si aún sigues enfadado, ve y díselo a mi padre. -el joven dijo: -Pero por lo que sé de él, aunque podría darme una paliza, definitivamente te despreciará en su corazón por ser impuro.
--..

Chan era un Alfa muy tiránico y malvado.
--..

-Será mejor que no se lo digas.

Ladron de lecheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora