Sus pasos, delicados como el aleteo de una mariposa.
Su traje, del mismo verde que a él tanto le gustaba.
Él sentía devoción por ella, sentía que en ese mismo momento se derretiría solo con mirarla.
Ella se sentía amada, como si por fin todos los cuentos de príncipes que leía de pequeña tuvieran sentido en ese momento.
Pero ella despertó despertó en el mundo al que de verdad pertenecía.
No había príncipe, no había amor, no sentía más mariposas.
Las miradas complacientes y llenas de amor se sustituían por unas llenas de odio.
¿Por qué no puede ser real? ¿Por qué no puedo ser feliz?
Los libros eran su refugio.
Los personajes se convertían en sus mejores amigos, en los que escuchaban sus penas.
Soñar era gratis, divertido, pero a la vez era tan doloroso el despertar.
¿Había alguien como en sus libros o películas para ella?
Quería vivir una amistad de ensueño, aventuras, sentir el amor de unos padres que darían todo por ella, sentir el cariño de alguien que la amara tanto que el simple hecho de tocarla fuera felicidad, que quemara todas sus preocupaciones y las cambiara por placer.
Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas como si fueran llevadas por una corriente.
Las inseguridades, los miedos, todo volvía a acecharla de nuevo.
Se levantaba, se veía en el espejo y veía con desprecio su propia piel, esa misma que en sus sueños alguien admiraba con tanto cariño.
Ese sentimiento volvía a florecer en su cuerpo, estaba sucia.
No importaba cuanto frotara con la esponja, no importaba cuanto maquillaje trataba de ponerse, no importaba cuantas palabras bonitas se dedicaba al espejo porque iban disfrazadas de falsedad.
Ella había amado en la realidad y habían quemado su cuerpo hasta el límite, habían explorado sin su permiso todos los recovecos de su ser.
Volvió, intentó amar en esa realidad de nuevo pero ya no se sentía real, ya no era capaz de ver las mariposas.
Recurrió a los libros, esos que la sanaban tanto y acabó desesperándose, haciéndose a la idea de que ella nunca iba a tener esos romances soñados, nunca iba a sentir su corazón palpitar como si quisiera salirse del sitio, nunca iba a experimentar el sentimiento de lo que era su propia definición de amor verdadero, ella ya estaba demasiado rota como para hacerlo.
Pero no saldría de ello, ella seguiría con sus libros, con sus experiencias imaginarias porque era lo único con lo que se sentía viva, apreciada, amada.
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Por todas las cartas de desahogo que escribí.
PoetrySe podría decir que esto es parecido a un libro de poemas pero va a ver un poco de todo, experiencias que he vivido y que siento que seguramente vosotros podréis conectar con ellas...Amores imposibles, amores ficticios, problemas familiares, soledad...