FIVE

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Eran pasadas de las seis de la mañana, Rubius estaba completamente dormido, por lo que supuso que no iría a la escuela por lo que resta del celo. Bajó a hablar con Forever de la idea que vagaba por su mente desde que despertó con el menor entre sus brazos y una de sus manos acunando su mejilla. No quería ir a la escuela y dejarlo solo, había varias razones para ello. Principalmente era que deseaba pasar tiempo con Rubius, todo en él se lo pedía a gritos. Salió de la casa en pijama para llevar a su primo hasta su escuela.

Pórtate bien con Rubius-le pidió amablemente, preocupado por lo que podría pasar si él no estaba. Conocía de sobra a su primo, no temía que la parte lobuna tomará el control, Cellbit era de las pocas personas capaces de suprimir los instintos de su lobo y tomar decisiones racionalmente. El problema era su personalidad, no solía tener tacto al hablar y hería los sentimientos de las personas por accidente.

- ¿A qué te refieres? —elevó una ceja y le miró de soslayo.

- Ya sabes, a veces eres un bruto y no te das cuenta -explicó con calma. Forever desconocía el gran cambio en el alfa al estar junto al castaño e incluso si decía algo que podía tomarse a mal, Rubius sabía de sus modos y le parecía divertido.
No te preocupes por eso, no podría dañarlo-dio un par de palmaditas torpes en el muslo ajeno en un torpe intento de tranquilizarlo- ¿No confías en mí? -lo molestó picando sus costillas con insistencia.

Asintió en respuesta a pesar de que probablemente su primo no podía verlo. En ese preciso instante cayó en cuenta de todos los cambios del alfa desde que Rubius entró a su vida, parecía más libre en su mente y abierto al contacto físico. Y tenía razón, Rubius logró que Cellbit dejara de cavar en el agujero en el que estaba encerrado, le motivó a salir de ahí y lo esperó con los brazos abiertos. El resto del recorrido siguieron en silencio con la música apenas perceptible de fondo.

Olvidé darle a Rubius un frasco con supresores, lo dejé en la barra y también... -faltaban un par de cuadras para llegar a la preparatoria del omega, no entendía por qué empezó a sacar cosas de su mochila. Tenía algo entre las manos y parecía no tener intenciones de mostrarle qué era hasta que llegaron. Se estacionó a un par de metros de distancia y su primo giró hacia él―. Ten, no me importa si los usas o no, pero de verdad prefiero ayudarte a evitar problemas —explicó mientras le entregaba una cajita con condones.

-Gracias, tonto.

Forever se quedó pasmado cuando su primo se inclinó hacia él y lo envolvió en un extraño abrazo por la posición. Las veces en las que se han abrazado las puede contar con los dedos de sus manos, no era algo común entre ellos, con torpeza le correspondió por un par de segundos y se separó para entrar de una vez a clases o le dejarían afuera. La sonrisa que se dedicaron antes de marcharse le hizo sentir su pecho cálido.

Condujo con dirección a su casa, entonces recordó que debían avisar a la escuela la ausencia del omega para que le envíen las tareas por correo y no se quede rezagado, también aprovecharía para preguntar si él podría hacer lo mismo. Se desvió, era temprano todavía por lo que esperaba que la secretaría de su grado no estuviera muy ocupada. Nunca había tratado con ella, pero por lo que decían era un ángel de persona y lo confirmó por la sonrisa amable y actitud de servicio con la que la beta lo recibió. Explicó la situación y ella enseguida tramitó el justificante.

-¿Tú estarás con Rubius? -preguntó releyendo el nombre en el papel impreso. Cellbit asintió-. Intentaré sacarte un justificante también, dame unos minutos ni siquiera había tenido que pedirle nada, la miró teclear y llamar a alguien. Cuando escuchó a la impresora sonrió satisfecho —. Aquí tienes, recuerda que lo tienes que mostrar a sus maestros cuando vuelvan.

— Gracias —revisó la hora de su celular al salir. Eran las ocho de la mañana y por primera vez no se sentía agotado.

Pasó a comprar algo para desayunar y después llegó a la casa. Escuchó el sonido de la regadera y el susurro de una canción a la distancia. Sacó las cosas de la bolsa con calma para que el omega pudiera desayunar tan pronto terminara de vestirse. Avisó su presencia cuando escuchó los pasos hacia la habitación. Rubius bajó con una sonricita ligera en sus labios y caminó con seguridad hasta él para abrazarlo. Los brazos del alfa no tardaron en encerrarlo y apretarlo contra su pecho, satisfecho con el suspiro de comodidad del menor.

-¿Dónde estabas? -el vaho liberado al hablar chocó contra su cuello, estremeciendolo por las cosquillas que provocó en su piel.

- Llevé a Forever a su escuela, luego fui a conseguirte un justificante y también traje comida -hundió su nariz en los cabellos húmedos, si en un inicio el dulce olor le causaba rechazo por la misma dulzura ahora se sentía un idiota. Olía tan bien que podría quedarse pegado a su cuello para la eternidad. Nunca en su vida había escuchado de las gardenias hasta que le preguntó qué se suponía que era su olor.

Ninguno quería separarse, de pronto los abrazos no los hacía sentir lo suficientemente cerca del otro, no bastaba casi estrujarse contra el otro. Los labios de Cellbit encontraron su lugar en la piel blanca de la sien del menor, descendió un poco más y dejó un último beso sobre su pómulo antes de dejarlo ir para finalmente desayunar. Los lobos aullaban estresados por encontrarse tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo. Tomaron los recipientes y se sentaron a comer en la sala, viendo una película que se encontraron en la televisión. Rubius no estaba prestando atención a nada de lo que ocurría en la pantalla, su mente volaba y se detenía en el alfa viendo tranquilo la película mientras llenaba de comida su boca.

- Cachorro-su vientre burbujeó con la mirada seria que le dedicó, no distinguía si todo lo que el alfa le provocaba era bueno o malo, solo sabía que ya no era suficiente. Ya no era suficiente Cellbit-, no me veas fijamente, me pones nervioso.

No pudo responder nada, su mente se quedó en blanco a excepción de una idea. Ignoró a la voz en su cabeza que le gritaba todos los posibles desastres y se estiró hasta besar su mejilla con cariño, su corazón se aceleró ridículamente como si acabara de cometer la peor locura. Cellbit trató de reprimir su sonrisa, volviendolo más tierno a los ojos del omega. Sus rostros seguían demasiado cerca, Rubius parpadeaba lento inconscientemente volviendolo un seductor distraído, su atención descendía a los rosados labios del alfa y regresaba a sus ojos. Decidido a no perder frente a los nervios, el castaño se inclinó de nuevo y besó la comisura de la boca ajena. Cellbit, insatisfecho, aprovechó el escaso espacio entre ellos y finalmente ocurrió. Sus blancas manos se posaron con cuidado en las mejillas ajenas, el menor cerró por inercia los ojos en expectativa. Los delgados labios del alfa se encontraron con los del omega y se acariciaron tímidos, en un inicio cautelosos para permitirles disfrutar del primer contacto. No fue un beso de película, fue corto y sencillo, pero eso no lo volvía insignificante, era el primer paso que daría pauta a escalar en su aún inexistente relación.

.......

Eran alrededor de las dos de la mañana, Rubius cayó dormido desde temprano por el desgaste físico de estár en celo y usar supresores. Los primos conversaban en voz baja de cualquier cosa que se les ocurriera, esos momentos libres donde parecían dos amigos eran sus favoritos. Cellbit moría de ganas de contarle a su primo de todo lo que sucedía en su mente. Nunca se le hizo fácil expresar sus sentimientos porque rara vez podía identificarlos o poner sus ideas en orden.

— Forever, me gusta Rubius-confesó de la nada, era extraño decirlo en voz alta, lo volvía más real—. Nos besamos en la mañana y yo... no lo sé, quiero algo una relación real con él ¿entiendes? -no podía pensar en el Rubio para tener un simple acostón o para una clase de amigos con beneficios. No. Rubius lo significaba todo para él, por primera vez estaba seguro de sus sentimientos y de su significado. Haber dicho que le gustaba no lo limitaba a la atracción, estaba enamorado de él y llegar a esa conclusión le tomó un exhaustivo análisis introspectivo.

— ¿Qué planeas hacer al respecto?

- No lo sé-sabía lo que quería, pero no cómo hacerlo. Me preocupa que sólo haya actuado por el celo.

No es así, tonto ―rio. Le hacía feliz pensar en Cellbit y en Rubius juntos, eran probablemente la mejor pareja que alguna vez existiría y lo sabía al ver el brillo que tienen en sus ojos cuando se miran―. Es más que obvio que siente lo mismo por ti.

—¿Debería intentarlo?

— Por supuesto, Cellbit. Las tienes todas de ganar — le aseguró totalmente convencido. Después de hablar un rato más y de que Forever escuchara lo ilusionado que estaba con el omega dormido en su habitación se despidieron para irse a dormir. Forever mentiría si dijera que no deseaba que alguien hablara de él y lo quisiera tanto como Cellbit a rubius. Tenía que esperar, pero era agotador pensar en que tal vez él no nació para ser querido de esa forma.

— Gracias por leer—

Celo fuera de casa - C! Cellbit x C! Rubius Donde viven las historias. Descúbrelo ahora