epílogo ;

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Gemma volvía a casa hoy.

Después de varios meses fuera de la ciudad, mi hermana por fin volvía con su familia. Mentiría si dijera que no la habíamos extrañado. Al igual que los chicos del pequeño grupo que habíamos formado. Es que, no podía llamarlo de otra manera, luego de todo lo vivido y de algunos planes extra que empleamos para poder estar tranquilos en nuestra ciudad, los demás seguían en lo suyo pero con menos intensidad. Nick y Arnaud habían desaparecido de la faz de la tierra, aunque sonara un poco exagerado; No se los vio más en aquellas zonas en las cuales usualmente transitaban, y sus socios, al ver que no tenían a sus líderes vivos o muertos, decidieron marcharse. No me interesa en lo más mínimo, no estoy metido en sus asuntos, solamente somos amigos. Amigos cercanos. ¿Mejores amigos, quizá? Aunque suene muy cliché.

El autobús al aeropuerto es simplemente pacífico, pocas personas se encontraban en el vehículo, contándome.

¿Había dicho que odio las casualidades? Aunque algunas son hermosas, otras son simplemente... Dolorosas.

El autobús se detuvo para que alrededor de tres personas se subieran al mismo, hice caso omiso, estaba concentrado en lo que mis ojos veían en el asiento delantero al mismo, escrito con una pluma y actualmente el texto algo borroso.

¿Cómo es que la tinta había perdurado tantos meses? Una sonrisa nostálgica se formó en mi rostro mientras bajaba la manga derecha de mi camisa, mojando la punta con mi saliva.

El asiento que se encontraba vacío a mi lado fue ocupado por un muchacho.

Estiré el brazo para poder borrar el número de teléfono y aquella vergonzosa frase que había escrito con Kailyn meses atrás, pero un brazo me lo impidió.

Extrañado y un poco molesto, me giré al dueño de la mano que me impedía realizar tal acción.

—¿Que te sucede, amigo? —le pregunté con cierto enojo—. Métete en tus asuntos.

Solté su agarre de un tirón, empezando a borrar aquella tinta.

—¿Por qué lo borras? ¿Acaso no ves que quería insultar a tu polla?

Paré en seco, volteandome a ver al dueño de esa voz.

Y como si se tratara de una clásica película cliché, ahí estaba Louis. Con aquellas ojeras que lo caracterizaban, una capucha ocultando su cabello y una sonrisa plasmada en su rostro. Quedé petrificado, ni siquiera sentí el toque que seguramente habrá proporcionado a mi pierna, al ver como acercaba su mano.

—Se nota menos que la otra —comentó, refiriéndose a la pierna ortopédica—, ¿Te ha gustado? En Mullingar es una de las mejores.

Saliendo poco a poco de ese trance en el cuál me tenía la situación, pude sentir como la adrenalina comenzaba a correr por mi cuerpo, al igual que la ira.

—¡Tú, maldito idiota! —le proporcioné un golpe a su brazo, él hizo un gesto de dolor y comenzó a sobarlo—, ¡Pensé que habías terminado conmigo! ¡Me ignoraste todo este tiempo!

—Quería que todo saliera perfecto —intentó tomar mis manos, pero lo alejé. Suspiró—. Nunca fue mi intención ignorarte, bebé. Pero, yo también estaba metido en esos líos que Zayn comentaba, ¿sabes? Y he vuelto —acercó su mano a mi muslo, apretándolo suavemente—, por ti.

—¿Te quedarás definitivamente? —seguía manteniendo una expresión neutra.

—Definitivamente —asintió—, por y exclusivamente para mi bebé.

—Esto es tan cliché —su sonrisa cayó un poco—, pero me alegra que hayas vuelto para quedarte conmigo... Con todos nosotros.

—Espera, espera, espera, ¿En verdad creíste que había venido por ti? —me preguntó, aguantando esa sonrisa divertida—. Sólo volví para hablar con este chico —señaló mi número anotado en el asiento—. Gran polla, ¿eh?

—¿Acaso quieres ver? —reí ante el comentario.

—Apostaría que es más pequeña que un maní.

—¿Me estás llamando manicero? —llevé una de mis manos a mi pecho, simulando que me había dolido su comentario.

—Generalmente es solo para impresionar —encogió sus hombros, soltando una risa.

—Te extrañaba tanto, Louis.

—Que suerte que fue en pasado —tomó mis manos—, porque ahora seré como un chicle sobre ti. Mr. Novio Empalagoso 2015.

—¿Novio? —alcé una ceja, divertido—, ¿Desde cuando eres mi novio?

—Digamos que lo decidí hace 6 segundos atrás...


Reímos, para después juntar nuestros labios, sellando este nuevo comienzo. No sin antes borrar aquel número del asiento delantero, al cuál le debíamos todo lo que teníamos y lo que nos arrebató. Pero más que nada, el habernos dado esa persona que habíamos estado esperando desde hace tiempo y actualmente, por fin estar juntos.

Sexually CommunicatedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora