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—¿Cuanto tiempo llevas viviendo aquí? —con curiosidad, el chico elevó su mirada para ponerla encima de la de Carly.

—Dos años, siendo sincera, es un lugar muy acogedor y nunca ha habido problemas con los pocos vecinos que tenemos —llevó un trozo de verdura a su boca y disfrutó de la poca dulzura de la zanahoria hervida.

—¿Tenemos vecinos? —dijo de manera divertida el chico de rulos y los dos se echaron a reír.

—Al parecer si —soltaron una risa de nariz y siguieron comiendo.

20 minutos después

Llevaron los platos al fregadero. Con ayuda del chico quien se dispuso a desocupar la mesa y limpiar los manteles.

—Oh no, no tienes que hacer eso por favor para —se acercó a él intentado quitarle el trapo azul con el que estaba limpiando.

—No, déjame ayudarte, es de mala educación no ayudar a limpiar después de comer —alzó una ceja, pues sus padres siempre le habían enseñado a ser educado conforme a estar en una casa ajena.

—Bien, me encargaré de los platos.

—Gracias —respondió el chico al dejarle terminar de limpiar de los manteles.

Pasaron otros minutos cuando un estruendo se escuchó en la sala de estar, los dos jóvenes miraron hacia esa dirección, y notaron que se trataba de la gatita de Carly, Rory. Estaba mojada y había tirado una vela aromática que reposaba en uno de los muebles.

—¡Rory! —regañó a su gata por lo que había ocasionado, esa vela la acaban de comprar hacía unas semanas.

Jack elevó una sonrisa al ver a la hermosa gatita y se acercó a ella para acariciarla.

Carly | Jack Champion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora