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Tras concluir mi segundo año de la preparatoria, desaparecí y fui traída a una isla remota que decía ser de mi supuesto padre psicópata.
No me trajo para unas vacaciones, de eso estaba claro. Sus intenciones fueron tan transparentes que mi madre acepto en los deseos de Yujiro. Ya que quería involucrarse conmigo como pasar tiempo con su hija.
Aja, como si eso fuera a pasar.
Mi madre encargo cosas innecesarias para estos meses antes de que comenzarán las clases. Era por ello que tenía que lidiar con mis maletas.
─Es mejor empezar cuanto antes, no te molestes en acomodar tus pertenencias.
Y con la arrogancia que este idiota se cargaba.
Mi rostro lo decía todo.
Que habré hecho en mi anterior vida como para tener que lidiar con este sujeto que se autoproclamo mi padre, tampoco es que me hubiera hecho análisis de adn.
Porque es lo que un padre haría para reconocer a su sangre.
En vez de traerla a su exótica isla privada para unas sesiones de intensos combates mixtos.
¡El padre del año!.
Sin cuidado boto la mochila que tenia conmigo en la preciosa arena blanca, lejos de la humedad del mar. Y seguirlo al lugar donde nos dirigimos, entre árboles y malezas se encuentra una improvisada área de entrenamiento con objetos básicos; mancuernas y discos de todos los tamaños, pero no íbamos aquello sino a un cuadrilátero.
─Por lo que e observado es que confías en tu percepción de las cosas y eres inteligente a la hora de atacar y esquivar. Asi que te enfocaras en tu fuerza fisica ya que no tengo mas tiempo para enseñarte antes de que comiences tus clases niña.─ Exigió sin siquiera mirarla.
Yujiro hanma considero la necesidad de tomar la distancia para su primer combate con Setsuna. Quería comprobar de que estaba hecha su sangre, porque lo poco que sabía de su hija era la peligrosidad de su mente.
Lo que pocos poseían para combatir.
Y eso era la ventaja de ella.
Setsuna a pesar de ser joven poseía una increíble capacidad de controlar las pocas habilidades de combate en las que se instruyo; kendo, muay tai, karate, jiu jitsu y box. Estas cinco posiciones de pelea solo le habian enseñado que toda habilidad de combate es peligrosa bajo el control de su portador.
Y Setsuna ya no iba a reprimirse.
Estas vacaciones sería cuestión de ser reconocida por su padre. Y obtener una gratificante lección.
