1. Egoísta.

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Al principio esto era lindo, una amistad de años, dos niños pequeños corriendo y haciendo travesuras por toda la casa, antes mis padres siempre me regañaban cuando iban a recogerme por desastre y medio que dejabamos Pav y yo a nuestro paso, pero pararon un día al ver a la señora Maya riendo con ganas por vernos a Pav y a mí cubiertos de sopa de la cabeza a los pies.

La mayor parte de mi infancia la pasé en la casa Prabhakar, la tía Maya parecía disfrutar del alboroto que Pav y yo hacíamos a menudo, llegó al punto que cuando mis padres no pudieron pagarle su trabajo de niñera y dijeron que me dejarían con mi abuela la señora insistió en no cobrarles con tal de que me dejaran con ellos; cosa que evitó el berrinche más grande de la historia por parte de Pav y su servidora.

Siempre fuimos muy unidos, conforme cresiamos me gustaba más la personalidad de mi compañero de aventuras, siempre pensé que solo lo quería como un hermano y yá...

Hasta que cumplí 12 años.

Ese día el niño hizo que me diera cuenta de mis sentimientos por él con solo una cajita con una pulsera hecha a mano y un beso en la mejilla.

Miré la pulserita en mi muñeca con nostalgia mientras sentía como mis mejillas ardían y mi corazón se oprimía en mi pecho, alcé la vista contemplando la escena frente a mí, me sentía como una total masoquista al estar ahí sentada, con la sonrisa más alegre he hipócrita del mundo, haciendo de apoyo moral para Pavitr; el cuál, con notable nerviosismo, le declaraba sus sentimientos a Gayatri a unos metros de dónde yo me encontraba.

¿Por qué me estaba torturando de esa manera?, Fácil, Pavitr me lo pidió, quería que estuviera con el en caso de que su confesión no saliera bien, pero para su buena fortuna y mi desgracia, Gayatri aceptó sus sentimientos.

En parte era mi culpa, por haberme acercado a Gayatri; al punto de ser su mejor amiga; y hablarle tan bien de Pavitr; cosa que no podía evitar pues solía pasar el 80% de mi día con él; yo misma había llevado a Gayatri bajo el árbol donde Pavitr se le iba a declarar. Me iba a ir a casa para evitarme el mal rato pero ambos me pidieron que me quedara.

Miré a los tortolos abrazarse y dirigirse hasta mí tomados de la mano con lindas sonrisa en sus caras.

—Así que ya son novios.—Me levanté de las gradas en cuanto los tuve a unos pasos de distancia.—Par de tomates, me deben unas papas por tenerme esperando.—Bromeé sonriendo.

—Tranquila, te lo compensaremos.—Sonrió Gayatri.—Gracias tí ahora tengo un lindo novio.

—Si, creo que nunca le hubiera hablado si tú no me la presentabas.—Se sobó la nuca, aún tenía la cara muy roja luego de su confesión.

"¡¡DIOS!!,¡LOS ODIO Y A LA VEZ LOS QUIERO TANTO!!"

Chillé por dentro procurando que no se notara en mi cara las ganas de llorar y salir corriendo.

—Bien, nos vemos mañana.—Me despedí con la mano para empezar a caminar hacia la salida del instituto.

—¡Espera!,—Me detuvo Gayatri.—Ibamos a ir a tomar un helado,¿No te acuerdas?

Ha sí, era el plan que teníamos los tres antes de enterarme de la confesión de Pavitr.

—Na, no quiero hacer de mal tercio, si ya de por sí se ponían melosos sin ser nada no quiero estar presente cuando estén acaramelados.

Ambos se miraron por una fracción de segundo y desviaron la mirada al otro lado al toparse con los ojos del contrario.

—Pero...—Iba a replicar Pavitr hasta que lo interrumpí.

—Espero les vaya bien en su primera cita.—Me burlé al ver las caras de ambos ponerse más rojas por mi comentario.

Quería largarme yá, pero tenía que ser lo más convincente posible para que no sospecharan, además, era su amiga, de ambos, mi deber era apoyarlos, molestarlos y ser la mala influencia, no me permitía ser egoísta con ellos solo por mis sentimientos.

Salí del instituto con ellos y nos separamos dos cuadras más arriba, esos pocos minutos se me hicieron eternos, así que cuando los ví lo suficientemente lejos eché a correr directo a mi casa.

Cualquier persona que me viera pensaría que me están persiguiendo, la imagen de una adolescente corriendo como si su vida dependiera de ello, con los ojos rojos y cara de circunstancias, esquivando gente; y autos de ves en cuando; debería ser preocupante.

Solo me detuve cuando estuve en el mercado para comprar unas nueces.

—Oye niña,¿estás bien?—Me preguntó el vendedor.

Podía ocultar mi estado de ánimo, pero la apariencia de loca que talvez tenga luego del maratón no creo.

—Si, muchas gracias, señor Stan.—Le sonreí tomando el kilo de nueces.

Seguí con mi carrera hasta mi casa, rezando pora que tía Maya no estuviera cerca de la ventana cuando pase frente a su casa, y efectivamente, no me vió, entré a mi casa y cerré la puerta.

—¡Ya llegué!

Nadie respondió, la casa estaba sola.

Suspiré con alivio y pesadez, caminé, dejando mis zapatos en la entrada, hasta mi habitación, sintiendo el nudo en mi garganta apretarse, me estaba costando respirar bien, capaz y era por el cansancio, podía sentir como el sudor goteaba por mi cara.

Me detuve un momento en el espejo del pasillo cuando me fijé que algo no cuadraba.

"¡No!"

Esa cara, había jurado que no la iba a hacer.

"No hagas eso, son tus amigos."

Lo que goteaba por mi cara no era sudor.

"Se supone que tienes que estar feliz por ellos, entonces¿Por qué estás...?"

Dejé caer mi peso contra la pared y me deslicé por esta mientras mis piernas cedían hasta dejarme setada en el piso, me quedé ahí dejando salir mis sentimientos junto con sollosos y chillidos, limpiando mi cara de las lágrimas que no paraban de salir.

Sintiendome la peor persona del mundo.

EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora