1. Insomnio

29 4 8
                                    

Llevan meses como compañeros de cuarto, llevan mucho más que solo meses conociéndose el uno al otro, y aún así fue apenas esa noche que, con sus frentes juntas y muchas caricias de por medio, se hundieron de lleno en el calor del otro.

Sintió tanta humedad escurrir de su entrepierna con solo las caricias del chico cuervo que al sentirle entrar fue un alivio que su cuerpo había pedido los últimos minutos.

La sudadera no es suya, ni siquiera escucha tanto The Cure, pero su compañero, su vínculo, ha dejado en ella su aroma y, para gusto del muchacho sobre su regazo, algunas plumas que cosquilleaban su espalda y pecho.

Se dejó llevar por el teclado de Lullaby que sonaba de fondo en esa habitación oscura con las led púrpura apenas iluminando la piel erizada de sus muslos.

—¿Vas a temblar para mí como la última vez?—. Sintió el susurro cálido a un lado de la oreja mientras su mano acarició apenas rozando su espalda baja.

Y por los dioses que su cuerpo reaccionó, desde que supo lo sensible que es, ha aprovechado para pequeños toques secretos tanto en entrenamientos como encuentros fugaces en las regaderas. Dicen bien que los más callados son los peores.

Pero de peor no siente nada en ese momento, su voz escapó bajito sintiendo como, apenas al separar los labios, el pulgar de cuervo entró a su boca.

—Mantenla abierta, te ves más lindo cuando no controlas tu cuerpo… puedes dejarme eso a mí.

Y es que en el transcurso de esos meses, los encuentros le fueron entrenando para que, al estar juntos, al tener momentos más íntimos, pueda ceder su completa y total autonomía, pueda no preocuparse por hablar, por no gemir alto ni babear de más, porque cuervo, Fumi lo tiene todo bajo control.

El ritmo lento que con una mano sobre la cadera del chico había marcado cuervo resulta desesperante, cada momento le hace ansiar no haberse despegado de él en la lentísima danza que ambos aprendieron para durar más tiempo juntos, y cada choque, más profundo y firme le hacía abochornar con el sonido de su propia intimidad desbordando fluido.

Dark Shadow comenzó a rodear los brazos de su ser sin poder, su persona sin autonomía ni voz, hasta dejarlas inmóviles tras su propia espalda. Su tacto siempre es helado y suave, como si el algodón de azúcar tuviera la temperatura de un frappé, y lo sentía perfectamente aún con la sudadera de por medio.

Cuervo mantenía su pulgar en su boca y el resto de la mano, cubriendo de su mandíbula hasta la nuca, le hacía sentir pequeño, suyo, y todo un espectáculo digno de los demonios más exigentes.

Su mano libre pasó de la cadera entrenada para seguir el ritmo que su dueño había marcado para acariciar la cintura y su pecho, recorrer aquella cicatriz que al principio era para su persona una alegría que con el tiempo se vistió de inseguridad.

Esa parte de su piel es ahora más sensible que antes y también se la puede confiar a cuervo, mientras el tacto frío del demonio le rodea el cuello desnudo, la persona, propiedad de cuervo dejó la cadera abajo, tembloroso y con la mirada desorientada, la respiración agitada y confundida, pidió permiso para terminar, para temblar sobre él hasta ser recostado en la cama, pero cuervo tenía otros planes para eso, porque a cuervo le gustan los espectáculos de su chico lindo, de su persona obediente.

Negó.

Y los ojos llorosos del chico acataron las órdenes, tensó la cadera intentando obedecer.

Vinculado con Dark Shadow, cuervo recostó al chico en la cama con las manos atadas a los tobillos y el demonio levantando la cintura al muchacho, supo entonces que ese era el broche de oro para la noche.

Entró nuevamente, presionando su vientre y fue ese el final de su voluntad, de su fuerza.

De sus muslos escurría una mezcla de fluidos de ambos, sus rodillas desobedientes intentan cerrarse, claro que demonio controló eso para cuervo.

Mucho más profundo y firme, le sintió deslizarse dentro, aún con el temblor, los espasmos y la mandíbula tiritando, no paró hasta verle a su chico los ojos en blanco y el intento reflejo de retorcerse, imposibilitado por el demonio, su oscuridad.

Suyo nuevamente y mucho más que antes, fue liberado.

Las caricias fueron está vez para calmarle, para relajarle y arrullarle, mientras limpiaba el desastre que dejaron con toallitas húmedas, esas con suave perfume de lavanda que no marea ni hostiga a su chico.

Vaya forma de ayudar con el insomnio.

Una persona sin voz [ Tokoyami x Transmasc T/N ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora