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El invierno estaba siendo cruel con su cuerpo, tenía mucho frío por las noches, así que se tapaba por completo con la colcha. Sin embargo, el invierno no era el único que le estaba causando estragos en su organismo sino que también las hormonas del embarazo que le ocasionaban fuertes calores de un momento a otro.

—Esto no está funcionando —renegó cuando se aburrió de taparse y destaparse a cada rato.

Gemini se removió en la cama. —¿Mmm? ¿Qué sucede? —preguntó somnoliento.

—Tengo calor y luego tengo frío —confesó—. Ya me cansé de mover la frazada una y otra vez.

—¿Qué debería hacer, cariño? —balbuceó el pelinegro, quien mantenía los ojos cerrados.

Fourth miró a su esposo con pena, no pretendía despertarlo, pero se sentía tan incómodo que no podía quedarse en su sitio. Decidido a dejarlo dormir, apartó la colcha y salió de la cama.

—¿A dónde vas? —le preguntó su esposo.

—Voy a tomar un poco de leche.

Abandonó la habitación sin esperar respuesta, y fue hasta la cocina. Fourth se sirvió un vaso de leche fría, y se sentó a meditar mientras terminaba su bebida. Gemini no lo había seguido, eso era bueno, no quería que se desgastara por su culpa porque él todavía debía atender asuntos importantes por la mañana.

Su mente comenzó a acumularse de diversos pensamientos, desde las diferentes formas de contarle a su esposo sobre el embarazo hasta los posibles nombres para su hijo. Fourth también se puso a pensar en la ambientación del cuarto, la cunita y la ropa de bebé que aún no había ido a ver. La noche parecía ser larga con tantas cosas en qué pensar, pero en algún momento el sueño lo venció.

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—¿Montañas o playa?

—Montañas —respondió dándole un sorbo a su té.

—¿Perros o gatos?

—Gatos —dijo sin dudar un segundo.

—¿Invierno o verano?

Esta vez se lo pensó un poco mejor. El invierno no era el clima que más amaba, pero en estos momentos resultaba ser el mejor para llevar su embarazo.

—Invierno.

—¡Satang! Ya deja de hacerle preguntas ridículas a Fourth —le advirtió Mark, el mayor de los tres, un buen amigo de ambos.

El nombrado se encogió de hombros y probó su capuccino. —Hoy está extrañamente colaborativo —señaló, lo cual era algo cierto—, debo aprovecharlo.

Fourth no estaba muy interesado en hacer o decir algo más, ni siquiera en pensar, así que se dejó llevar por las preguntas sosas de su amigo, intentando pasar el rato de esa forma. Mark lo atrapó con la mirada ida y con su boca tratando de darle una mordida a su rollo de canela.

—¿Estás bien? —decidió preguntar al ver su estado.

Fourth volvió su mirada hacia él. —¿Eh?

—No nos estás prestando atención —señaló el mayor—, ¿te pasa algo?

Fourth volvió en sí por un momento, como si su mente hubiese encontrado su lugar nuevamente por un breve instante. —Ah sí, sí.

Mark y Satang se miraron, intentando descifrar lo que pasaba por la cabeza de su amigo más joven. Ninguno de los dos lo habían visto en un tiempo, pero mantenían comunicación bastante seguido, por lo que se habrían enterado si algo malo estaba ocurriendo en la vida de Fourth.

𝓕𝓸𝓾𝓻𝓽𝓱 𝓽𝓲𝓮𝓷𝓮 𝓪𝓵𝓰𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓭𝓮𝓬𝓲𝓻  [ɢᴇᴍɪ4ᴛʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora