Naruto: La Bestia Morada

Capítulo 4: Liberación

El sol estaba en lo más alto del pueblo, y en la calle principal, se podía ver como las personas deambulaban como zombis, descalzos, y cargando carruajes hacia la mansión de Charlos. El trabajo diario era similar todos los días: la mansión era el lugar donde Charlos recibía dinero, comida y demás bienes, gracias a sus negocios, pero estos debían ser transportados por alguien, por lo que envió a sus guardias a que obliguen a los aldeanos a traer todo eso a su hogar. Los guardias, que eran ninjas renegados de diversas aldeas contratados como mercenarios, usaban látigos para hacer que los aldeanos caminaran más rápido, y a los que tropezaban, los asesinaban con un cuchillo. Debido a toda la represión y a la falta de dinero y comida, los pueblerinos estaban desnutridos y con los pies y manos lastimadas por la explotación, además de que tenían semblantes cansados y tristes constantemente. En el centro del pueblo había una fuente sin agua, por la cual se circulaba alrededor de la misma como si fuera una rotonda. De repente, y en la cabeza de la estatua de 3 metros, apareció un hombre encapuchado. Los guardias lo detectaron y le pidieron que se identifique, pero el hombre solo alzó ambos brazos, llamando la atención de todos.

-¡Aldeanos, apártense del camino!- dijo el hombre, mientras su mano derecha se envolvía en un fuego morado.

Los aldeanos, algo asustados, se apartaron, mientras que los guardias se abalanzaron hacia el hombre para atacarlo. El fuego iluminó el rostro del hombre, demostrando ser Naruto, el cual tenía una sonrisa salvaje y aterradora.

-¡Hiken!- exclamó Naruto, carbonizando a los guardias que se habían lanzado sobre él, y también a los que estaban en la calle en frente del rubio.

La gran llamarada se hizo visible desde la entrada, llamando la atención de los guardias centinelas, siendo ese el error que les costaría la vida. Erza los decapitó rápidamente, y dio la orden para que sus 50 soldados ingresaran corriendo al pueblo. Los guaridas estaban siendo diezmados por dos lados, además de que habían sido tomados por sorpresa, y la situación le fue comunicada a Charlos. El desagradable hombre le ordenó a Aoi que fuera a deshacerse de los intrusos, a lo que el joven peliverde asintió y desapareció en una brisa de viento. Erza avanzó lo suficiente para llegar al centro del pueblo, viendo al rubio asesinar a decenas de guardias con sus extrañas habilidades. Sin embargo, Naruto tuvo que saltar para esquivar un rápido ataque entrante, terminando el rubio al lado de Erza. El atacante era Aoi, el cual poseía una espada de rayos, la cual era famosa y le había pertenecido al Nidaime Hokage. Erza dio un paso adelante, usando su Kekkei Genkai para reequiparse con una armadura completamente negra y una espada pesada, la cual nombró como Armadura del Purgatorio.

-Ve a por Charlos, yo me encargo de este tipo...- le indicó la pelirroja, a lo que Naruto asintió, y se marchó corriendo hacia la mansión.

Aoi se molestó y quiso atacar a Naruto, pero Erza lo detuvo con su propia espada, obligando al peliverde a enfocarse en su pelea y a dejar ir al ojiazul. Naruto se la pasó asesinando a los mercenarios que intentaban detenerlo, mientras corría hacia la mansión. Finalmente, y luego de varios minutos, llegó a la mansión, la cual era enorme y muy bien cuidada. Algunos guardias más se abalanzaron sobre él, pero el rubio solo extendió sus dos manos hacia ellos.

-¡Kaifu!- exclamó Naruto, y unas hojas de viento salieron disparadas hacia sus enemigos, descuartizándolos y dañando la mansión un poco.

-¡Maldito mocoso! ¡Estás arruinando mis planes!- le gritó Charlos, el cual había salido al balcón.

-Vengo a matarte. No lo tomes personal, es solo mi trabajo.- le dijo Naruto, cruzado de brazos, y ya sin la capucha hace rato.

-¡No lo permitiré!- gritó el desagradable hombre, mientras tomaba algo de su bolsillo del pantalón y lo ingería.