Entre Banderas

Prólogo

Cubata Cerveza es una zona de urbanizaciones asentadas sobre unas series de colinas muy próximas a la mar. Se encuentra entre un pueblucho con nombre peculiar y una ciudad pequeña denominada de una forma también bastante interesante.

Entre octubre y abril la zona solo está poblada por personas del este de Europa, que se refugian allí o bien del conflicto bélico ruso-ucraniano, o buscando una vida soleada, muy lejana de sus gélidos lares. No obstante, durante los meses más cálidos del año, Cubata Cerveza se llena de personas. La mayoría de ellos poseen propiedades en esta curiosa región, ergo, los pocos turistas que existen aquí viven en el hotel que recibe el mismo nombre.

La principal tradición de Cubata Cerveza es que al menos una vez al día debes de tomar una de estas dos cosas, si no lo haces es porque eres demasiado pequeño o porque andas demasiado perdido en la Avenida Putivuelta en la que se encuentra la carretera de doble sentido que separa a los habitantes, categorizándolos en dos tomos:

A. Los pobres que viven en edificios gigantes metidos en apartamentos de menos de veinte metros cuatros.

B. Los ricos que se han podido permitir adquirir los bungalós, muchos de ellos con dos pisos muchísimos más amplios que cinco apartamentos juntos.

Jorge llevaba mucho tiempo sin visitar Cubata Cerveza. Su abuela tenía un apartamento en la zona baja de la carretera, en una de esas edificaciones color arena que ni siquiera tienen bloqueadas las puertas principales. Cubata Cerveza siempre le había resultado un sitio algo aburrido. Solo había discusiones entre los niños de abajo y los de arriba, choques culturales entre ambos y personas que se volvían locas de vez en cuando. Jamás había encontrado nada interesante, sin embargo, cuando sus padres lo propusieron y Juan insistió, Jorge decidió arriesgarse.

Por otro lado, Alberto acostumbraba a ir cada verano. Su casa se encontraba en la falda de la colina, en la zona alta. No solía salir demasiado de casa, porque los demás jóvenes lo molestaban mientras trataban de ponerle sombreros. Suponía que tenía pinta de modelo de estas cosas.

Sin siquiera comprenderlo estaban destinados a encontrarse, no obstante, los envidiosos no les pondrían la aventura fácil.