Capítulo 04.

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-No hay pan duro. 

Es lo primero que digo cuando dos coloridas cabelleras entran a mi sagrada habitación con intenciones de pedirme que los alimente. Ni mi hámster gordo me pedía tanto como esos dos, y aún seguía con sueño por dormir tan tarde por culpa de ese par.

-Por favorcito, necesitamos tu ayuda de carácter urgente. -Nahoya se encontraba arrodilló junto a mi cama, mientras juntaba sus manos en súplica.

-¿Ahora en qué problemas se metieron? -Pregunto, porque mi alma de señora chismosa necesita que saber todo lo que ocurre a mi alrededor.

Además el par de gemelos se llenaba igual o peor que yo de desgracias. 

-Mikey viene en camino junto con el vicepresidente y los demás capitanes de las divisiones. -Souya se puso en la misma posición que su hermano, lo que quería decir que era grave como para que el peliazul no estuviera diciéndole a su hermano que me dejara en paz. 

-¿Y qué tiene que ver mi vela en ese entierro? -Pregunto, sentándome en la cama para mirarlos mejor y el cuello no me quedara torcido

-Puede ser que ayer en la reunión se nos saliera contar que tú nos preparabas comida de tu país y... -Ya salió el peine, quieren que les cocine para que sus amigos envidiosos prueben.

-Fuera de servicio. -Le interrumpo, volviendo a cubrirme con la manta que antes me habian quitado el par de revoltosos para despertarme de mi sagrado sueño.

No saben tratar a una dama los maleducados.

-Si algo nos pasa, mamá te regañara por no cuidarnos bien.

Me levanto de la cama mirando de manera indignada al peliazul que en algún momento creí que estaba de mi lado, me estaba sobornando con acusarme con su mamá por no cuidarlos.

¿Qué son? ¿Mis primos menores?

-Esta no se las perdono. -Gruño molesta, levantándome de mi preciosa cama y poniéndome las poderosas pantuflas de los power ranger.

Todo yo, todo yo. Malditos hombres.

Camino a paso pesado hasta la cocina y comienzo am revisar la nevera buscando una idea de lo que puedo prepararles para comer.

Maldije en mis adentros al ver que no podría decir que no había nada para preparar, ayer había ido a hacer la despensa con el dinero que me dejó la señora Kawata. De algo había servido que mi señora madre me enseñara a administrar el dinero.

-Podemos ayudarte si necesitas algo. -A Souya posiblemente ya le entro su sentido de culpa por haberme amenazado, pero no lo iba a perdonar tan fácil.

Pensé que éramos bros.

Comienzo a sacar las tortillas que había comprado, junto con la verdura necesaria para hacer una salsa verde y queso.

No estaba de mucho ánimo para hacer algo tan elaborado y chilaquiles era lo más sencillo que sabía preparar, además si no usaba las tortillas se echarían a perder. No estaba en condiciones de desperdiciar ochocientos yenes.

-Al primero que se queje del olor le toca pamba. -Dije mientras sacaba un sartén de la alacena.

Fue un susto cuando la primera vez que quise cocinar busqué un sartén en el horno de la estufa y no había nada. Ellos si usaban el horno para cocinar y no para guardar trastes.

Me concentre en cocinar de manera más rápida posible para poder regresar a mis sagrados aposentos a laburar como lo hacía cada domingo de misa.

Por laburar me refiero a volver a dormir porque no era de Dios tenerme levantada en día de descanso. Mucho menos cuando era mi último día libre antes de entrar por fin al colegio.

-Si bien me dijo mi madre que nunca dejara que un hombre me metiera a la cocina, pero bien que dos si pudieron conmigo. -Me sigo quejando, mientras los dos monos ahora se encontraban haciendo como si me estuvieran ayudando.

Hijos de su pinfloi.

La puerta comenzó a ser tocada con insistencia y por inercia tomé lo más cercano a mi de ser necesario el uso de violencia domestica.

Lo más cercano a mi fueron dos palillos de madera que estaba usando como baquetas de batería mientras esperaba pacientemente a que la comida estuviera lista para después ir a echarme como clarabella a mi cómoda cama.

—Si es Coppel no estoy. -Digo, mientras el peliazul traidor se encargaba de ir a abrir la puerta.

Mi señora madre me dejo preparada para este tipo de situaciones.

Pero al ver como múltiples adolescentes ingresaban a la casa me quedé esperando a que mejor llegaran los de coppel y poder decir que les pagaría la lavadora en cómodos y olvidadizos pagos.

—Smiley, la gritona del otro día está viedome con ganas de querer pegarme con la escoba. -El capi fue el primero de todos los monos en hablar, mirandome con el ceño fruncido y tomando postura de pelea.

—Con esta cara nací, maestro. Y me parezco a mi señora madre, así que no ande insultando a los genes. En mi natal Mexiqueen llegué a tener un pegue muy grande. 

Si, me ofendí. 

Seguro él debe tener muchos ligues como para que me quiera tratar de una manera tan desgraciada.

—Ya acabé mi trabajo aquí, me voy a ver la novela.-Aviso, apagando el fuego de estufa una vez la comida estuvo lista.- Dejen que se enfríe o se van a quemar, no lo recomiendo la verdad.

Quito mi delantal para volver a colgarlo donde corresponde y finalmente salgo de la cocina rumbo a las escaleras que me llevarán a la gloria del paraíso: Mi habitación.

Me recuesto en mi camita una vez me aseguro de cerrar la puerta con seguro para que así no vuelvan a entrar a causar discordia con mi tranquilidad.

Tranquilidad que solo dura diez minutos hasta que un montón de monos comienzan a tocar la puerta de mi habitación interrumpiendo mi propio concierto con canciones de Luis Miguel.

—¡ESTO NO ES COMESTIBLE!

Hijole, creo que me quedaron picosos.

Es su culpa por andarme haciendo enojar, así como mi madre diría.

Ni modo, tocó llamar a servicios funerarios.


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⏰ Última actualización: Aug 30, 2023 ⏰

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𝗠𝗔𝗗𝗘 𝗜𝗡 𝗧𝗘𝗥𝗖𝗘𝗥 𝗠𝗨𝗡𝗗𝗢━━Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora