Atención: Este libro está centrado en dos integrantes de Stray kids Minho y Han, tambien quiero decir que está hecho en colaboración con @Lanuezdeardillaloca9 asi que apoyen la a ella también, por favor ☺️
Habían sido días difíciles para ti. La tristeza te envolvía, como si una nube gris hubiera decidido instalarse sobre tu cabeza. Han no tardó en darse cuenta. Aunque intentaste ocultarlo, él siempre sabía cuándo algo no estaba bien. Preocupado, decidió enfrentarlo directamente.
Llamó suavemente a la puerta antes de entrar, sosteniendo una taza de té caliente entre sus manos.
—Hola, amor —dijo en voz baja, su tono lleno de calidez mientras se acercaba a ti.
Levantaste la vista desde la cama, donde habías estado acurrucada bajo las sábanas.
—Hola, Hannie... ¿qué pasa? —respondiste, tu voz apagada, casi un susurro.
Él dejó la taza sobre la mesita de noche y se sentó a tu lado, mirándote con preocupación.
—Eso debería preguntarlo yo. ¿Por qué has estado tan triste estos días? —inquirió con delicadeza, sin apartar sus ojos de los tuyos.
Intentaste desviar la mirada, jugar con los pliegues de la manta para evitar responder.
—No es nada... —dijiste finalmente, aunque tu voz temblaba un poco, traicionando tus palabras.
Han suspiró y tomó tus manos entre las suyas. Sus dedos cálidos se entrelazaron con los tuyos, dándote un ancla en medio de tu tormenta.
—Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? —dijo suavemente, su voz como un bálsamo.
Sentiste tus ojos llenarse de lágrimas. No querías hablar, pero sabías que él no te juzgaría. Que estaba allí para ti, sin importar qué.
—Es que... —comenzaste, tratando de reunir el valor—. He estado perdiendo a muchos amigos últimamente... y no sé por qué. Es como si, de repente, ya no les importara.
Han frunció ligeramente el ceño, su corazón apretándose al verte tan vulnerable. Sin decir una palabra, te envolvió en sus brazos. Su abrazo era firme, protector, como si intentara sostenerte entera mientras sentías que te desmoronabas.
—No te preocupes, amor... —murmuró contra tu cabello mientras acariciaba tu espalda con suavidad—. A veces, las personas no valoran a quienes realmente importan. Pero eso no significa que tú tengas menos valor.
Te quedaste en sus brazos, sintiendo cómo la calidez de su abrazo comenzaba a disipar el frío que sentías dentro. Sus palabras, aunque simples, llevaban una sinceridad que te hacía creer que todo estaría bien, eventualmente.
—Gracias, Hannie... —susurraste, aferrándote un poco más a él.
Él sonrió y besó tu frente con ternura.
—Siempre voy a estar aquí para ti. No importa qué pase.
Y, por primera vez en días, te permitiste soltar un pequeño suspiro de alivio.
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