La Soledad llamada Eternidad

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I

Áridas fuerzas, todo se deslumbra, todo cae por su peso

Arcilla y tierra, polvo tras polvo, año tras año...

Y aun aquí en esta soledad inmerecida

No existe otro lugar, donde pueda yo navegar

¡Triste Soledad! ¡Triste despertar!

II

Veo aquellos jardines preciosos por mi mente al amanecer

Veo el susurro y escucho a los muertos al anochecer

La lluvia cae dentro de mí como lágrimas del rio eterno de mi alma

¡Cada tristeza, cada flor, cada loto del corazón!

Efímero y breve, destruido y aniquilado, muerto y extirpado.

III

La rosa de la muerte, con honores es un trato, que se hace a la muerte

La vida desvanecida de honores eternos, de llamas apagadas, de motores siniestros

Nadie me extrañará, ni como a una rosa que ya nace muerta

Pero permaneceré dentro de las formas, como una suerte maldita.

Y de aquel cielo majestuoso que las tormentas inmiscuyen entre el desvanecimiento

Caminos vencidos, caminos en soledad, con quien nadie quiere hablar.

IV

En el refugio de mi triste soledad, sereno como un fértil destructor

¡Inmunda y sucia tempestad! Hacen de mi un alfeizar de cristal

Aunque unido al polvo, en las estrellas seré quizás recordado

Pues que mi alma, reclame lo buen que ha sido mi única amiga

¡Desdicha y ocasión! A la muerte voy y ella con su alma me espera con sosiego

Linda y belleza eterna, cubren mis nubes de incertidumbre

Y esto se llama, eternidad.

Poemas a la MelancolíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora