La declaración llegó a su fin. Aquel hombre apagó la grabadora y aquella mujer colocó un punto final a sus notas. Eran los dos parte del grupo de inteligencia de la Third Force: Thot. Por protocolo le preguntaron si quería decir algo más o si prefería que algo fuera eliminado del expediente. Michael se negó en ambos casos. Pidieron su firma, le estrecharon una mano y agradecieron la cooperación. Él lo acompañó hacia la puerta.
En cuanto Mike estuvo fuera de ese cuarto, el hombre de Thot pidió por Fany. Ella, que acababa de recibir una noticia impactante, se levantó del suelo donde estaba sentada y marchó hacia la misma habitación. Michael la detuvo para darle un abrazo. Sin que el interrogador alcanzara a notarlo, susurró algo inteligible al oído de su amiga. Ella, aún con la mirada perdida, asintió.
La puerta volvió a cerrarse cuando la muchacha estuvo dentro, su amigo soltó un suspiro pesado. Solo entonces dio media vuelta para observar los alrededores. Charlie se encontraba reposado en el barandal que limitaba el pasillo; miraba hacia afuera, movía preocupado una de sus piernas y ya iba por el cuarto cigarrillo. Cole y Emma le miraban la espalda, sentados junto al espacio vacío donde hasta hace un minuto estaba Fany. Kaori no los acompañaba, tampoco Alex.
—¿Sigue encerrado? —cuestionó el último en declarar a medida que se les acercaba.
—No ha querido vernos. Dice que cuando hayamos terminado todos. —Charlie no los miraba, pero todos se imaginaron la expresión de molestia enmarcando su rostro.
—¿Kaori? —indagó entonces el mismo.
—Esposada en la habitación de al lado —mencionó Cole, fastidiado.
—Tranquilos, la van a liberar —fue el consuelo de Emma.
—¿Y? ¿Luego qué? No puede volver con Lee o su madre, cree que su familia no va a aceptarla y de aquí seguro la expulsen.
—¿Hace cuánto está así? —preguntó Mike, dirigiéndose ahora a quienes se encontraban en el suelo.
Señaló con el pulgar al tercero, a quien tenía de espaldas, y mostrando su descontento en el semblante. Cole se encogió de hombros al mismo tiempo que revoleaba los ojos. Su mayor preocupación se hallaba dentro, siendo interrogada. Sus propias confesiones le retumbaban en la cabeza.
—Media hora. Desde que fue a donde Alex y lo volvió a sacar cagando —acabó por responder ella nuevamente.
—Váyanse todos a cagar —escupió.
Entonces Michael soltó un suspiro pesado. Fue hacia él, lo tomó de los hombros y le obligó a girar para mirarse a los ojos. Charlie sostuvo el fastidio tanto como la mirada de Mike se lo permitió. En pocos segundos terminó cediendo, rendido. Se cubrió los ojos un instante a la vez que pedía perdón en voz baja, antes de volver a verlo.
—¿Qué te pasa?
La voz del que había sido su líder pasó a tornarse suave y comprensiva.
—Me molesta que no se defienda —confesó—. Lo apuntan con el dedo y él solo... Después de todo lo que hizo por ellos, de todo lo que los ayudó.
—Ya sabes cómo es, no le rinde cuentas a nadie.
—Querrán encerrarlo.
—¿A él? —Michael soltó una risa seca y corta—. Que lo intenten.
—Conociéndolo, va solito y se mete a la puta celda.
—Si lo hace de seguro es por algo. Confía. Tú mejor que nadie sabes cuán fácil es para Alex conseguir siempre lo que quiere.
ESTÁS LEYENDO
Alex Shwan ©
Science FictionEn un mundo donde todos poseen cualidades sobrehumanas aún existen personalidades que destacan. La fama persigue a Alex desde que llegó y son miles quienes lo admiran por su poder, lo veneran por su desinteresada forma de ser o le temen por el aire...