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27 de septiembre, 2005.

Una molesta vibración intermitente se hizo presente. Al principio, no estaba segura de si aquel sonido hacía parte de el mundo real o el de los sueños, en el cuál seguía sumergida en gran parte. Se revolvió en la cama un par de veces antes de que ese mismo ruido sordo le obligara a despertarse.

Abrió los ojos con dificultad y rápidamente quiso levantarse, pero un punzante dolor apareció en la parte posterior de su cabeza, dolor que se propagó hacía adelante en cuestión de segundos, comenzando así un dolor de cabeza insoportable. Seguramente una migraña que la atormentaría todo el día.

— Mierda. —Maldijo para sí misma y esperó a que pasaran algunos segundos antes de incorporarse de la cama sin tener que pasar por algún mareo, como los que le acostumbraban a dar después de pasar mucho tiempo acostada en una misma posición para luego levantarse de golpe. Casi siempre se le iban las luces.

Apoyó sus codos contra el colchón y lentamente se fue incorporando. Pestañeó un par de veces mientras obligaba a su vista a adaptarse a la penumbra del lugar. Al hacerlo, pudo distinguir a medias una habitación destrozada, siendo alumbrada únicamente por la luz que se filtraba en medio de las rejillas de las persianas.

El zumbido que se había detenido durante un tiempo, volvió a hacerse presente, y esta vez Kamile si pudo divisar de donde provenía. La pantalla de su teléfono se iluminó sobre la pequeña mesa de vidrio y con ella una pequeña parte de la habitación. Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando sus pies descalzos entraron en contacto con las frías baldosas del cuarto. Al levantarse, tuvo la sensación de caerse debido a el peso de su cabeza. Su mundo daba vueltas y la cabeza le martillaba con cada paso que daba.

Con ayuda de sus manos —las cuales apoyaba en todos los objetos que encontraba para poderse mantener en pie— llegó a el centro de mesa sin sufrir algún desmayo, pero si tuvo uno que otro golpe constante con los objetos que se encontraban dispersos en toda la habitación.

Cuando tuvo el teléfono entre sus manos se dirigió hacía el cuarto de baño. El aparato vibró de nuevo y después de mucha insistencia, Kamile por fin contestó.

— ¿¡En dónde puta mierda estás metida?! —Gritó Leah al otro lado de la línea. Kamile alejó un poco el teléfono de su oído, no quería tener una pérdida auditiva después de tanta gritería por parte de su amiga. Encendió la luz del baño y cerró la puerta tras ella. Puso su teléfono en altavoz y lo apoyó sobre el mármol blanco del mueble de baño.

Fijó su mirada en su reflejo. Lucía terrible.

Sus ojos aún adormecidos se encontraban hinchados y enrojecidos, rodeados por sombras oscuras que reflejaban la falta de sueño y los excesos de la noche pasada. El cabello revuelto caía entre mechones rebeldes sobre su frente y su piel ligeramente enrojecida y deshidratada resaltaba el consumo de sustancias indebidas en cantidades no muy recomendables. Su expresión facial denotaba un claro desconcierto ante la imagen que tenía de sí misma.

— ¿PERO ME ESTÁS ESCUCHANDO? —Chilló su amiga, quien no se había callado ni un solo momento desde que Kamile contestó. Decir que estaba enojada con ella era poco. Leah estaba rabiosa.

— Ya. Sí, aquí estoy. —Respondió Kamile. Al hacerlo, su garganta comenzó a arder. Estaba seca.

— ¿Qué mierda te pasa en la voz? —Inquirió Leah. Kamile carraspeó un poco y sonrió ante la pregunta de su amiga.

Si ella supiera...

— Nada. Leah, por el momento no me apetece tener que lidiar con un sermón a las... —Se agachó a la altura del aparato y entrecerró sus ojos para lograr ver con claridad la hora que marcaba la pantalla de su celular.— seis y quince de la mañana. Te agradezco tu preocupación pero por ahora, voy a seguir durmiendo.

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⏰ Última actualización: Aug 09, 2023 ⏰

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Groupie ; Tom & Bill Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora