Capítulo cinco - parte cuatro

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— Me flipa este cocktail. — lleva tres por lo menos y parece que no quiere acabar. 

 — Me alegro por ti. Mi Schweppes de limón también está deliciosa. — comento mientras sorbo por mi pajita. 

 Se acerca a mí en el reservado que hemos conseguido pillar de potra justo al llegar. 

 — ¿Quieres que te cuente otro cotilleo? - sus ojos hacen chiribitas por dejar escapar la nueva información. 

 — Si insistes tanto... — me apoyo en el respaldo y observo con detenimiento el lugar. Los adornos soy muy coloridos, con flores y plantas por todas partes, la madera predomina y el juego de luces con los sonidos que utilizan hacen que parezca que estás en mitad de la selva. Los camareros van vestidos con camisetas de estampados y por lo que he leído una vez a la semana hacen la fiesta hawaiana donde todo el mundo tiene que vestir como tal si quieren llevarse copas gratis. La verdad es que no es negocio, pero sí publicidad y a los turistas les encantan estas cosas. 

 — ¿Me estás escuchando? - recibo un pellizco en mi brazo que aparto de inmediato con dolor. 

 — Tú estás tonta, ¿o qué? - me froto el sitio en el que seguro mañana tendré un moratón. 

 — Es queeee... no me estás prestaaando atenciiiiión. — joder, está borracha. 

 Le quito la copa de la mano y la alejo de ella. 

 — Bueno, pues te lo explico otra vez. — le paso mi vaso para que le dé un trago. 

 — Pues resulta... que hay una familia muy queriiiida en... en... aquí - me muerdo los labios para no reírme, quiere enfocar la vista, pero no puede por lo que le está hablando a una de las plantas que adornan el pub. — Son de... otro sitio, un país. Y parece ser que tienen secretos para aburrir y un res... dres... un... Ada, ayúdame, ese sitio donde cocinan rico. 

 — Restaurante. — mi voz la ubica en el espacio y se vuelve hacía a mí. — Toma, bebe agua. — le paso la botella que llevo siempre conmigo. Se ha empeñado en pedirse un dos por uno y ya lleva como tres. Papá me mata. 

 — Eso. — se pasa la mano por la boca para limpiarse los restos. — Me han picado la curiosidad. — se apoya en mi hombro y acaricio su pelo. — Dicen que hay uno de ellos aquí, él más... — y así se pega un buen rato, dejando caer frases inconexas sobre esa gente que parece todo un cuadro de Picasso en boca de mi hermana. 

 — ¡Ah, no! ¡Dafne! - el grito que meto alerta a medio local que se vuelve en nuestra dirección. — Ni se te ocurra dormirte, voy a por más agua. 

 Me levanto y la dejo en la mejor posición posible. La barra está atestada de gente y a duras penas logro colarme por un hueco, el calor y el sudor me están matando, no sé como les puede gustar estos apretujamientos. Consigo llegar a mi objetivo y respiro un poco, encima la suerte me sonríe porque justo un camarero se ha quedado libre enfrente de mí. 

 — ¡Me pones dos botellines de agua bien fresca, por favor! - me dejo la garganta para que entre todo el barullo pueda escucharme. 

 — ¡Claro, preciosa! Un momento. — el gesto amable me calma un poco y hasta reconozco que es mono. Tiene un fuerte acento por lo que no es de por aquí y mi piel blanca envidia su moreno perfecto. ¿Cuánto hace que no voy a que me dé el sol como dios manda? 

 — ¡Eh, tú! Te estás colando. — noto un golpecito molesto en el hombro y me giro para ver a una rubia preciosa que me observa desde sus taconazos con una cara de asco que es para flipar. — Estábamos primero. 

 — Lo siento, no os he visto, de todas formas ya me voy. — ¿dónde estás morenazo buenorro? ¿Has ido al río a llenar tú mismo las botellas? 

 — Eso no me vale, llevo esperando un buen raro y vienes tú y... 

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2023 ⏰

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