EL PASADO SIEMPRE VUELVE (SANUSO)

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EL PASADO SIEMPRE VUELVE (SANUSO)


Oscuridad, lo único que había a su alrededor era un manto negro y frío. Hacía tiempo que sentir la luz del sol y la presencia de colores era algo imposible para él, en su mundo solo existía el negro y el frío. La única compañía que tenía era la soledad que cada día lo reconcomía y jugaba con su mente más, aunque lo prefería puesto que cuando alguien decidía visitarlo no era nunca para nada bueno.

Ya ni sabía cuándo tenía los ojos cerrados o abiertos, su cabeza le pesaba tanto que le costaba mantenerla hacia arriba, solo podía oler el aroma del metal, de la sangre y humedad.

Sentía un gran frío en los pies pues no llevaba zapatos y la ropa que llevaba ya estaba roída y gastada. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que su padre lo abandonó ahí? ¿Desde cuándo había tenido que aguantar las palizas de sus hermanos en esa celda? ¿Por qué tuvo que nacer así? Distinto, diferente, sin dar la talla para el puesto que debía tomar.

¿Por qué no era como sus hermanos? ¿Por qué no tenía la misma fuerza y capacidad que ellos? Él también había entrenado y por mucho que lo intentara no lograba llegar a los resultados que se esperaba de él.

¿Por qué nació débil? ¿Es por ello que nadie lo quería en esa familia? Solo hubo una persona que parecía tenerle algo de cariño, pero ya no estaba viva y ahora estaba sumido en una gran soledad que cada día lo reconcomía y jugaba con su mente más, aunque lo prefería puesto que cuando alguien decidía visitarlo no era nunca para nada bueno.

Él solo quería ser un buen hijo y recibir el mismo cariño que le daba su padre a sus otros hermanos, recibir un abrazo, escuchar de sus labios que lo quería y que era el menor, pero de su parte solo recibía una mirada de desprecio y disgusto, como si hubiera sido un accidente que nunca debió nacer y eso que había hecho lo imposible para ser como el resto, pero parecía que no podía ser como sus hermanos, él simplemente no podía romper muros de un puñetazo, no podía nadar grandes distancias, ni siquiera aguantar un aterrizaje de más de tres metros sin romperse algo.

No tenía la misma sangre fría que sus hermanos, no podía simplemente ver a alguien mal y pasar de largo, él solo quería ver una sonrisa en el rostro de las personas que le rodearan, que al menos ellas fueran felices, pero parecía que era un pecado tener ese deseo.

Había intentado al menos ser bueno en la esgrima o las armas a distancia, que estar rodeado de armas le diera la misma ilusión que al resto, pero nunca le había gustado eso de hacer daño a los demás y burlarse de su debilidad, prefería meterse en la cocina y experimentar con los ingredientes que tenía a mano, pero parecía que aquello no era digno de un príncipe, ni siquiera de un niño normal.

¿Por qué estaba roto? ¿Qué error había cometido en su otra vida como para que lo castigaran así? ¿Por qué no podía ser feliz? ¿Por qué nadie lo quería? ¿Por qué no era normal? ¿Por qué no podía ser como el resto? ¿Por qué nadie le dio ninguna oportunidad? ¿Por qué tenía que estar tan solo?

Sintió una gran angustia e impotencia en el pecho, sus ojos, más que hinchados por tanto llorar, empezaron a escocer y a arder avisando de que vendrían más lágrimas que no podría apartar por culpa de la máscara de hierro, pero pronto ese deseo desistió cuando escuchó varios pasos que hacían eco por todos lados, no sabía la hora que era, pero intuía que era la típica visita diaria de quienes menos quería ver.

Cerró los ojos y tomó aire ante lo que una persona normal huiría, pero que él ya tenía asimilado que era imposible escapar y que eso solo lo empeoraría, el constante dolor de su cuerpo y los muchos huesos rotos era una prueba de ello. Las luces de las antorchas poco a poco se iban encendiendo conforme se acercaban sus invitados así exhaló todo el aire tomado y abrió los ojos poco a poco puesto que esa luz le molestaba al haber estado tanto tiempo a oscuras.

El pasado siempre vuelve SanusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora