Capitulo 2

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Advertencia de ciertos temas con menores de edad y abuso.




Alicent tenía catorce años cuando su padre Otto la ofreció como concubina al sultán Viserys

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Alicent tenía catorce años cuando su padre Otto la ofreció como concubina al sultán Viserys. 

— Madre, ayúdame y salvame de este castigo. 

La noche que Alicent concibió a Aegon fue la más horrible que vivió a su corta edad, tenía frío ¿Cómo podía tener frío aún frente a una chimenea? La Omega lloró las noches siguientes y el único consuelo que tuvo fue que estaba esperando un cachorro. — Nueve meses dónde no seré llamada. — Ese fue el pensamiento que la reconfortó.

Su embarazo fue agotador para su cuerpo y muchas Sultanas más que envidiarle le tenían lástima, pues era la sultana más joven en cargar un niño. 

La que más cuido de ella fue la Sultana Delia, tenía el mismo rango de edad que el sultán Viserys y era la madre del príncipe mayor del sultán. — Toma un poco de jugo. 

Alicent tenía cinco meses de embarazo y todo lo que estaba cerca le causaba náuseas. — Lo vomitaré, sultana.

Delia sonrió y le ofreció nuevamente el jugo de manzana — Esto te caerá bien, pequeña. 

Las Sultanas eran amables y solían compartir las cenas con Alicent, acompañarla en sus malestares. 

Con el nacimiento de su hijo Aegon todo cobró un nuevo color, pero las noches seguían siendo tan frías que congelaban sus huesos por días. 

Esos días las demás concubinas la visitaban y cargaban al pequeño Aegon. 

Dos años de infierno entre los brazos de aquel hombre tuvieron que pasar hasta que Alicent esperaba su segundo cachorro. 

Los dioses la bendijeron con una hermosa niña, esa noche Viserys apareció en la habitación — Su nombre será Helaena. 

Helaena y Aegon eran niños preciosos o eso profesaban las demás frente a ella, Delia tenía un gran amor por Helaena y Alicent muchas veces escucho que el príncipe Baelor gritaba que ella sería su esposa. — Helaena es hermosa, una omega real única. 

La sultana Celia meció a la pequeña y la arrullo.  — Eres tan hermosa como tu madre. 

Delia ayudo a Alicent a ponerse cómoda — Bien hecho, sultana Alicent. 

Aún con todo el amor que tenía rodeándola, Alicent rogaba qué viserys se obsesionara con algún otro Omega del harem, pero siempre llegaba una respuesta a su silenciosa pregunta — Mi hermosa y joven Alicent, tu belleza es refrescante para esta alma vieja. 

Desde entonces Alicent solo sentía asco al ver su reflejo — Todo es tu culpa — se decía a sí misma, deseo no tener ese rostro, con el tiempo sus uñas sangraban por su propia mano y labios temblorosos. 

Los dioses parecían castigarla pues tardó tres años en esperar su tercer cachorro.

Pero está vez todo cambió, las Sultanas empezaron a alejarse de ella y fue Delia quien la enfrento — ¿Todo esto fue siempre tu plan, verdad? 

Los Soles De DorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora