0. 5 de Espadas ▴

38 3 0
                                    


Bien o mal... Vida o muerte... Blanco o Negro... Siempre ha sido el mismo debate. Muchas personas alegan que la vida no se centra en dos bandos, que la vida está cargada en 'matices de grises', pero hay que ser claros, la vida siempre ha sido negra, lo único que cambia es que lo tratamos de ocultar presentando un falso blanco, como si de corregir un rayón mal logrado. Después de todo, es parte de la naturaleza humana.


A lo largo de los años, miles de experimentos sociales se han hecho mostrando la maldad que aporta el ser humano, o al menos el inconformismo a la paz que puede pasar la sociedad. Uno de estos tantos experimentos puede ser el del Dr. Jhon B.Calhoun, aquel hombre que a finales de los años sesentas construyó una utopía-colonia, usando como sujeto de investigación un gran grupo de roedores, a quienes les presento un 'paraíso de vida' en donde un sin fin de comida y grandes espacios abarcaban el lugar, sin embargo, como era de esperarse, aquella utopía cayó estrepitosamente. ¿Qué sucedió? ¿Es esta la futura caída de nuestra sociedad? Algunas personas pueden decir que no, que los roedores y los humanos no son lo mismo, por lo tanto no caeríamos en esta presunta utopía, pero desde aquí podemos afirmar que no es más que un hecho, lo único que no dejaba que la humanidad cayera tan rápido era la esperanza. La esperanza y el desahogo de muchas personas en sus más viles acciones.


Esa cruz, que ha sido levantada a medio día con una persona atada a ella, fue el inicio de la más grande esperanza de la humanidad. Con su cabeza portando aquella corona de pecados, sus manos atadas a lo que son los brazos de la muerte y sus últimas palabras... 'Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu'... no fue más que un nuevo inicio de la humanidad, quien diría que ahora esta misma cruz ha sido alzada con las manos de los hijos de Dios.


— ¿...Qué acaba de suceder?


A los ojos del sol del amanecer aquella nueva cruz se alzaba bajo la mirada de los cientos de estudiantes que cursan un nuevo semestre en la academia. Las expresiones de miedo adornaban las caras de aquellos jóvenes que tiempo antes habían estudiado con ella... Su profesora.


Era atroz lo que le sucedió. A diferencia de lo que fue Jesús, quien murió con el propósito de mejorar y perdonar la humanidad, esta muerte no fue mas que un asesinato con la palabra 'traidora' escrita en su frente.


Haciendo honor a su antepasado, la mujer, clavada en aquella cruz de madera con ganchos clavos en sus manos y pies, portaba una corona de espinas encajadas en la coronilla de su cabeza donde la sangre había brotado, bajo de esta, una cruel palabra se encontraba decorando su frente al rojo vivo, posiblemente siendo una cortada por una arma blanca, con una gran precisión para que la palabra fuera legible: 'proditor', traidor, era lo que se alcanzaba a leer. Sus cabellos se encontraban cortos y desprolijos, ya no era aquella bella cabellera castaña que avivaba el ambiente, y finalmente, en su costado derecho, bajo sus costillas, una gran mancha de sangre se presentaba en su vestido que portaba como uniforme. Una gran replica de los sucesos tiempo atrás. Y como la cereza del pastel, la sangre aun se notaba fresca dando a entender que su asesinato no fue hace mucho tiempo, cosa que inquietaban mas a los presentes.


Era horrible de ver, su semblante se mostraba desde lejos el dolor y miedo que atravesó durante su asesinato, pero lo que más impactaba no era mas que las cuencas vacías que portaba, aquel negro puro con lagrimas de sangre que demostraba que tiempo atrás glóbulos oculares se ubicaban ahí. La sangre desbordando de su boca y oídos, sus gritos en silencio simulando a la pintura 'el grito' de Edvard Munch, no era más que un retrato de la peor pesadilla que pudieran retratar bajo aquella academia religiosa.


El primer grito resonó, seguido de muchos más.


Y sin dejar que un segundo más pasara era escuchar tal estruendo, el profesorado y parte del consejo estudiantil se acercaron para presenciar aquella escena.


Tratando de calmar un poco la tensión y miedo que se formó en el lugar, los mayores del lugar se acercaron para poder evacuar al alumnado, retirar con rapidez el cuerpo inerte de la profesora y evitar más altercados, pero los asesinos eran más listos, querían mostrar su punto de vista y si era necesario declarar una guerra dentro de aquellas paredes que los separaba de la sociedad y ciudad más cercana.


A las espaldas de la joven profesora, dos imponentes alas decoraban su figura. En un inicio era un par de alas de ángel, aquel blanco de pureza y calma que se teñía levemente por la sangre que había derramado la mujer. Pero no se quedó ahí, porque así ellos no trabajaban, no era su sello, debía de haber algo más, y ese algo mas no fue sino hasta que el fuego comenzó a consumir aquellas alas hasta no dejar nada mas que ceniza y un profundo negro. Eran las alas de la muerte, aquel símbolo que representaba aquel macabro grupo que se ocultaba en las sombras de la academia, y el mensaje era claro:


Aquellos traidores que dejan salir palabra no se merecían más que la muerte y el infierno, ellos eran el infierno.



















✝︎

EnochDonde viven las historias. Descúbrelo ahora