Hay veces en que las cosas suceden sin poder hacer nada para evitarlo.
El tiempo sigue corriendo pero el dolor permanece.
Aún podía recordar la última vez en la que desgusto sus labios, que tocó su piel, que disfrutó de la dulzura que sus ojos le brindaban.
Todo había acabado, pero no había sido capaz de notarlo. Su vida había llegado a su fin, había perdido la oportunidad de pasar su vida disfrutando de su calor.
Sintió una punzada en su corazón, de esas que te impiden respirar y te hacen querer llorar. Su rechazo le dolía de sobre manera y lo que más le atormentaba era el hecho de no saber lo que había hecho mal.
El regalo que le había dado en navidad seguía intacto a pesar de ser abierto, el lacito blanco con corazones negros estaban perfectamente acomodados, su regalo yacía a su lado en esa deslumbrante mesa.
¿Por qué? ¿Acaso había hecho algo mal para ganarse su rechazo?
De ser así se disculparía de rodillas si llegase a ser necesario.
-¿Por qué me has dejado?
El sollozo le es tan inesperado como su respuesta, se acerca y le intenta abrazar por los hombros para hacerle saber que tiene un soporte a pesar de no saber lo que ocurre. Pero su intención a pesar de ser buena no ha tenido el resultado esperado pues le ha atravesado cual fantasma.
¡¿Por qué?!
En un acto desesperado intenta besar esos labios los cuales muchas veces ya ha probado, pero el resultado para su mala suerte no es lo que realmente deseaba.Los recuerdos de lo sucedido le asaltan sin piedad. Sabe lo que ha sucedido y que no podrá regresar.
La orden le había sido dada, el haberse integrado a los Delta no había sido tan fácil por lo que no le daría el gusto de perder.
Le había pedido volver con vida y eso era lo que intentaría.
Vio a lo lejos como sus compañeros le sujetaban para que no pudiese intervenir. Sus lágrimas luchaban por salir pero se negó a hacerlo. Era tan valiente.
Los ojos carmesí no se apartaron de los cafés que le miraban con decisión a pesar del temor. Sin duda se había vuelto el mejor a la hora de ocultar sus sentimentos.
Ese ser frente a él era un traidor, uno de esos seres que no debía existir.-¿Aún crees que puedes vencerme? - pregunta irónico, él era superior. Nadie podría ganarle.
Le apuntó con su arma, su pulso era tembloroso. Delantándo así los nervios y el temor que le consumía.
- ¿Sigues siendo tan estúpido cómo para creer que eso acabara conmigo?
En respuesta suelta el gatillo, la bala le da en el pecho pero este no hace mueca alguna que delatará dolor.
Todo ocurre demasiado rápido ante sus ojos humanos. En un solo parpadeo le tiene frente así.
Un grito desgarrador sale de sus labios, su cuerpo ha sido profanado por las garras de su enemigo, la sonrisa sádica sigue en sus labios.
Sus lágrimas bajan por sus mejillas contra su voluntad, su estómago ha sido atravesado y sabe que no vivirá.
Sus fuerzas comienzan a desvanecerse, sus piernas ha flaquear. Todo comienza a oscurecerse.
Perdóname amor mío...
Sus ojos se cierran, su vida a acabado.Las lágrimas traicioneras bajan por sus mejillas sin su permiso, ahora lo entiende todo. El que no le hablase, el que evitara sus abrazos.
Lo sabía, tenía presente que había muerto. Esa era la razón de su sufrimiento.
Suplicó para sus adentros que esta vez se le fuera permitido tocarla, y como para tranquilizar su agonía, sus súplicas fueron escuchas pues logró tocar su mejilla.
- Déjame ir mi amor...- pidió en un susurro. El despedirse era la prueba más dura de su vida pero valdría la pena si sus ojitos recuperaban su alegría.
- Sé feliz.
Una sonrisa se poso en sus labios al sentir esa caricia que tanto había deseado. Y como si les hubiese escuchado, respondió dejando al fin que su alma fuera liberada y sus sueños volviesen a ser tranquilo.
- Ve tranquilo Drew...
Su respuesta para muchos sería incoherente, pero para él la respuesta de su amada era justo la que necesitaba para poder irse en paz y obtener su libertad.
Incluso cuando no me veas, incluso cuando te sientas sola. Aquí estaré para ti para velar tus sueños y mantenerte a salvo.
Seré tu ángel guardián, pues ni siquiera la muerte es capaz de detener un cariño tan puro.