Te mostraré el mundo

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Cabeza. Capa.

Ambos despertaron de un profundo sueño, Chuuya ya estaba muy animado desde que despertó. Dazai se movía con cansancio, no tenía ganas de levantarse y tener que salir. Solo tardó diez minutos, al llegar a la sala de estar, ya tenía todo su desayuno, preparado por su increíble chico, que actualmente ya era adulto.

"Tienes que comer."

El exorcista se sentó tras la orden del contrario, comenzando a comer un delicioso desayuno de carne. Le gustaba ver al chico disfrutando su comida, queriendo poder sentir esas mismas emociones.

"Chuuya, hoy vamos a ir a la ciudad. Tengo que ir a hacer unos recados, no quiero dejarte solo." – Chuuya al escuchar esas palabras, tanto sus orejas y su cola comenzaron a moverse con felicidad.

"¡Iré a prepararme!"

"Espe-"

No pudo terminar su frase, el lobo ya se había ido a ponerse su disfraz. A Dazai no le molesto eso, él solo quería que Chuuya fuese feliz. Se levantó recogiendo él esta vez la mesa, yendo a su habitación después, sin ver a Chuuya. Debía estar en el baño. Se quitó su camisa y su pantalón, poniéndose su típico traje de cuero rojo y negro. Ya no tenía sentimientos, solo lo usaba por el olor del vampiro, aún lo tenía.

Salió de su habitación, viendo al nuevo Chuuya con una capucha que tapaba sus orejas y su cola. Para los ojos de gato, solo se puso unas vendas transparentes, le reducían la visión, pero con Dazai a su lado podría caminar sin miedo, ya que tenía completa confianza en él.

Pasaron por la puerta de la cabaña, marchándose. Fue un camino a pie y un poco largo, pero en un aproximadamente de una hora consiguieron llegar. Para comenzar, fueron a algunos mercados a comprar los suministros necesarios para poder vivir. Chuuya estaba muy sorprendido de ver un lugar tan grande y tan espacioso, con mucha multitud de personas. Dazai no tenía ni un signo de emoción, ya que, sólo puede fingirlo, pero ahora no lo necesitaba.

Compraron todo lo necesario, llegando a la cabaña después. Ambos colocaron toda los suministros, que no eran únicamente comida. Hubo un momento, en el que Dazai sujetó a Chuuya del brazo, sorprendiendo a este.

"¿Dazai?"

El exorcista simplemente colocó su mano en la mejilla del lobezno, sintiendo todo su pelaje. La reacción del pelinaranjado fue un pequeño rubor en su rostro, bajando sus orejas avergonzado. Dazai lo soltó y como si nada, fue a seguir colocando los suministros.

Chuuya volvió a preparar la cena, cenaron, se sentaron sin hablar en ningún momento y volvieron a la cama. Cada uno le daba la espalda al otro, hasta que uno de ellos se dio la vuelta para verlo y el otro hizo lo mismo.

"¿Qué?"

Te veré cuando renazcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora